8A LaPrensa Panamá, martes 12 de noviembre de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista Sobre nuestra identidad y autoestima Patria Percy Núñez Jáuregui [email protected] Soy un asiduo lector y admiro los artículos del comentarista Rodrigo Noriega. Su contenido es excelente y sus consideraciones son cónsonas con nuestra realidad. Sin embargo, me llamó la atención la siguiente frase, tal vez cargada de pesimismo, expresada en el análisis publicado el pasado 3 de noviembre, titulado “La Complejidad de la Independencia de 1903: “... el país se mantiene en una perpetua crisis de identidad y de baja autoestima . . .” Al respecto, algo de historia: en 1904, el entusiasmo inicial que caracterizó nuestra separación, aunado al ingreso de cuatro de los diez millones y al movimiento económico producto de los trabajos de la construcción, se vio pronto opacado por una serie de imposiciones, contra las cuales nuestros primeros gobernantes poco pudieron hacer, empezando por la forzosa entrega de los puertos de La Boca y Cristóbal. Muy pronto caímos en cuenta de las nefastas implicaciones resultantes de habernos convertido en un protectorado como consecuencia de la unánime, pero tristemente necesaria aprobación del tratado Hay-Bunau Varilla. No olvidemos que el documento fue favorecido por todos nuestros próceres. A este primer trauma siguieron muchos. Los más destacados: las desmilitarizaciones de 1906 y 1912, el control de las radiocomunicaciones, la despoblación obligada de Gatún, Gorgona, Chagres, Emperador y Culebra; las intervenciones en nuestras elecciones y la permanencia de tropas norteamericanas en Chiriquí por varios años a partir de 1918. Ese mismo año, Ernesto T. Lefevre logró rechazar las aspiraciones del general Pershing, quien solicitaba ocupar Taboga, lo cual fue ampliamente rechazado por la ciudadanía. Pero hacemos especial énfasis en la Guerra de Coto, en relación a la cual Belisario Porras, a quien podemos considerar tal vez nuestro primer gobernante en “re tar abiertamente al imperio”, se destacó por su beligerancia y patriotismo. A esta consideración debemos añadir que, pese a la dependencia que sufrimos durante los primeros veinte años de existencia, a mi buen saber y entender, que yo sepa, ningún panameño llegó a expresar o tomó alguna iniciativa para que nos convirtiéramos en “... una estrella más ...”o en volver a ser colombianos... En otras palabras: sí teníamos desde entonces una identidad. Durante la década de 1920, se dio la vergonzosa ocupación de la ciudad motivada por los sucesos del Movimiento Inquilinario y, a fines de la misma, se inicia la respuesta, originalmente preñada de patriotismo, de Acción Comunal. Finalmente, intelectuales de la talla de Ricardo J. Alfaro y Narciso Garay, tras el frustrado intento del tratado Kellog-Alfaro, logran en 1936 el Arias-Roosevelt, que entra en vigor en 1939: nuestra identidad se fortalece, ya que dejamos de ser un protectorado. Otro hecho a destacar, como uno de los de mayor trascendencia en cuanto a identidad, fue el masivo rechazo al convenio Filós-Hines, mediante el cual se pretendía mantener las bases militares en cualquier parte de nuestro país, a pesar de que la Segunda Guerra Mundial ya había terminado. Siguió luego el Remón-Eisenhower, tal vez más concerniente a aspectos económicos, pero acompañado de aquello de “¡... Ni millones Nuestra independencia, en opinión de muchos, debería celebrarse más bien un 9 de enero. Opinamos que lo ocurrido ese día fue lo que terminó de definirnos como una verdadera nación. ni limosnas, queremos justicia…!” A pesar de todo lo mencionado, la Zona del Canal continuaba en los años 30, 40, 50 y 60s siendo una gran base militar en la que también civiles de varias generaciones, con un gobierno aparte, habitaban un paraíso tropical con entrada restringida a los descendientes de quienes habían cedido un espacio de su terruño “para beneficio del mundo”. Y entonces empezó aquello de “Soberanía por encima de Economía”; nuestra intelectualidad lidera, se manifiesta y escribe. Arellano Lennox, Boyd, Castillero y Linares siembran banderas y los heroicos institutores se enfrentan valientemente a los zonians en 1964. Hay muertes. Chiari reivindica su apellido, Moreno e Illueca logran proceder con un nuevo tratado, pasan los 3 en 1, llega Torrijos y, muy bien asesorado y tomando ventaja del momento y otra serie de factores, logra nuestra completa re-integración territorial. Fin de la historia: no tenemos una crisis de identidad. Sin embargo, sí es correcto afirmar que actualmente nuestra autoestima está lejos de ser la mejor. Hay un honesto y peligroso pesimismo en la clase media y trabajadora, producto de los nefastos ejemplos que han dado nuestros pésimos gobernantes y de la evidente corrupción y el juega-vivo. Si bien estas taras, propias de regiones de tránsito, siempre hicieron parte de nuestra idiosincrasia, ya han alcanzado niveles altísimos durante los últimos años. Con optimismo, en especial con educadores motivados, tal vez podamos transmitir a nuestra juventud valores y resaltar la importancia que tuvieron estos eventos, poco difundidos. Nuestra historia carece de entreguismo y está repleta de heroísmo. Sin olvidar la importancia de todo lo arriba resumido, nuestra independencia, en opinión de muchos, debería celebrarse más bien un 9 de enero. Opinamos que lo ocurrido ese día fue lo que terminó de definirnos como una verdadera nación. EL AUTOR es autor es cardiólogo. Huracán Rafael y sus afectaciones en la comarca Ngäbe Buglé Vulnerabilidad Jhonathan Vejerano [email protected] Las intensas lluvias que han azotado recientemente la comarca Ngäbe Buglé han revelado, una vez más, la fragilidad de nuestras infraestructuras y la falta de atención sostenida hacia las comunidades más vulnerables del país. Los desbordamientos de ríos y los deslizamientos de tierra han devastado los distritos de Besiko y Ñürüm, dejando a su paso cultivos destruidos. Las localidades de Chube - Niba y Soloy se encuentran entre las más afectadas. La situación es tal que la ayuda solo puede llegar por aire o mediante vehículos 4x4, debido a la intransitabilidad de los caminos. No es la primera vez que estas comunidades enfrentan estas situaciones. Lamentablemente, tampoco es la primera vez que las autoridades reaccionan con lentitud, como si las necesidades de nuestros pueblos originarios pudieran seguir esperando. El informe del Banco Mundial, Panamá: del crecimiento a la prosperidad, destaca las profundas brechas territoriales que afectan a las comarcas, donde el 76% de la población vive en pobreza. La limitada capacidad para enfrentar desastres naturales golpea con más fuerza a los más vulnerables. Es urgente abordar estas desigualdades y fortalecer la resiliencia de estas regiones para garantizar un desarrollo más inclusivo y sostenible. Cada temporada de lluvias se convierte en una nueva prueba de supervivencia para las familias de la comarca, que ven cómo sus cultivos se pierden y cómo el acceso a alimentos, medicinas y otros bienes esenciales se vuelve un reto casi insalvable. Es indignante que estas regiones, históricamente ignoradas en los planes de desarrollo e inversión del Estado, solo reciban atención cuando los desastres naturales alcanzan niveles críticos. Aun así, la respuesta sigue siendo insuficiente. La falta de infraestructura adecuada, como puentes y caminos que resistan las inclemencias del tiempo, no es solo una carencia logística: es una falla de política pública que perpetúa la desigualdad y el abandono. La situación en la comarca Ngäbe Buglé es cada vez más alarmante. Las previsiones meteorológicas no ofrecen alivio. Los reportes indican que las lluvias podrían continuar, aumentando el riesgo de deslizamientos de tierra y crecidas de ríos. La región de Chiriquí, que incluye parte de la comarca, ha sido declarada bajo alerta por el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), que se mantiene en constante vigilancia. Uno de los mayores desafíos para las autoridades y los organismos de socorro es el acceso extremadamente limitado a las zonas afectadas. La falta de transporte adecuado y recursos logísticos ha dejado a muchas comunidades en un estado de aislamiento total, sin recibir asistencia en alimentos ni insumos esenciales. La precaria condición de los caminos, agravada por la erosión y los continuos deslizamientos, ha hecho de la evacuación y la distribución de ayuda humanitaria una tarea prácticamente imposible. Entre noviembre y enero, las lluvias en esta región se intensifican a niveles críticos, afectando la seguridad de miles de estudiantes y docentes. No es exagerado decir que asistir a la escuela se convierte en un verdadero acto de valentía para los jóvenes de Kankintú. En muchas comunidades, no existen puentes seguros; los ríos se cruzan con poleas improvisadas o pasarelas de bambú, exponiendo a niños y adolescentes a situaciones peligrosas y, en algunos casos, fatales. Esto no solo representa una barrera física, sino también una amenaza constante a su integridad. Muchas escuelas de la comarca aún funcionan en estructuras de ranchos y carecen de recursos básicos. Los centros de salud son prácticamente inexistentes. Es inaceptable que docentes permanezcan atrapados en escuelas sin acceso a alimentos, mientras que comunidades remotas como Chube-Niba enfrentan una crisis por la falta de medicamentos e insumos esenciales. No se puede hablar de equidad cuando miles de personas quedan abandonadas ante desastres naturales, sin recibir la asistencia urgente que necesitan para cubrir sus necesidades más básicas. Recordemos que hacer patria también significa reconocer y solidarizarnos con las necesidades de quienes lo han perdido todo. Desde la comarca, exigimos mayor atención y respaldo, igual que para otras regiones del país devastadas por los efectos del huracán Rafael. EL AUTOR es egresado del egresado del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana LLAC-2022. Cada temporada de lluvias se convierte en una nueva prueba de supervivencia para las familias de la comarca, que ven cómo sus cultivos se pierden y cómo el acceso a alimentos, medicinas y otros bienes esenciales se vuelve un reto casi insalvable. Ficciones Sociedad Pedro Crenes [email protected] Mi maestro, José Antonio Marina, cita en su libro Las culturas fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades,aT.WAdorno, que afirma que “existe una personalidad que desea estar sometida a una figura de autoridad, admira la acción directa, se rige por estereotipos, y no acepta motivaciones subjetivas. Estos son rasgos de la inteligencia social, en este caso, baja”, que configuran para mí la “nostalgia del dictador ”, de derechas o izquierdas, civiles o militares. Estamos enfermos de ficción, y contra ella nada se puede hacer. Cuando alguien ha decidido creerse un cuento, es muy difícil hacerlo cambiar de opinión: en eso consiste el fracaso de nuestra sociedad. Estamos muy apegados a mitos, a creer hechos a medio comprobar, a fundamentar nuestros argumentos en romanticismos folclóricos que no representan más que a una parte muy pequeña de nosotros: ¿cuántas niñas de nuestro país se pueden comprar una pollera, «nuestro» traje nacional? Creemos que votamos, y es solo un 34%, legítimo, claro, pero que no representa a la mayoría. Decimos que “Dios es panameño”y hemos vuelto a elegir un gobierno con las mismas malamañas de siempre porque en el fondo somos corruptos: sufrimos un síndrome de Estocolmo asociado al sistema clientelar y corrupto, no somos capaces de deshacernos de él porque no encontramos seguridad en la transparencia y el buen gobierno. Nos hemos creído la ficción que dice que los gobiernos malos nos ocurren, no los elegimos, que no somos responsables, son una especie de mala suerte que nos ha venido, no se sabe exactamente por qué terribles pecados del pasado. Nos quitamos de encima la responsabilidad de nuestros actos inventándonos una historia de terror, en la que nunca somos los monstruos, solo víctimas. Nada se puede hacer contra la ficción: lo hemos demostrado otra vez fiesteando y carnavaleando para celebrar un cuento tricolor llamado Panamá, que nos sale caro, y que encima nos roban los mismos de siempre pero con distinto sombrero. EL AUTOR es escritor
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