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5B LaPrensa Panamá, lunes 11 de noviembre de 2024 Coser y crecer: Fuerza entre costuras Varias organizaciones se han unido para llevar adelante un proyecto que enseña a mujeres a coser con materiales reutilizados, mientras también refuerza su confianza y autonomía. por:Roxana Muñoz [email protected] Edilma Rodríguez supo sobre Fuerza entre Costuras por primera vez en la televisión. En la pantalla, “el maestro Alejandro [Fasquelle]” de Simple AF, explicaba el proyecto, y Edilma, que siempre había soñado con aprender a coser “en serio”, pensó: ‘Yo quisiera estar allí ’. Al principio creyó que el curso se impartía cerca de su casa en Pacora, tal vez en Inadeh (Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano), pero al darse cuenta de que el lugar era la Torre de las Américas, en el centro de la ciudad, aparecieron dudas y creencias con las que había crecido: ‘No conozco ese lugar, nunca he salido de mi casa y soy indígena ’. Fue su hija de 14 años quien la inscribió, animada por el entusiasmo de que su madre participara. La joven formaba parte de un proyecto de la FundaciónMorgan,queenese momento buscaba a madres interesadas en unirse a Fuerza entre Costuras. En simultáneo, el reclutamiento llegaba a las mamás de jóvenes en otras organizaciones: la Fundación Espacio Creativo, que enseña danza, y Fútbol con Corazón, en el Casco Antiguo. Así fue como Leika López y Ana Patricia López se sumaron al proyecto desde esas fundaciones. Las tres mujeres forman parte del grupo de 17 seleccionadas, ahora certificadas, que asistieron durante 10 sábados a Estudio TAC, en la Torre de las Américas, de 9 de la mañana a 3 de la tarde. Allí aprendieron a confeccionar cartucheras, mochilas, carteras y bolsas reutilizables para el supermercado. Al finalizar el curso, cada una se llevó una máquina de coser a casa para continuar sus proyectos. 17 de 50 Cuando Edilma, Leika y Ana Patricia asistieron a la convocatoria, se enteraron de que solo seleccionarían a 17 personas de entre más de 50 postulantes. Ana Patricia López, le pidió a Dios: “Si quedo entre esas 17, voy a duplicar lo aprendido y enseñar a o t ra s ”. Y logro entrar. Para ella, el proyecto ha sido una oportunidad para redescubrir su capacidad. Luego de años sin trabajar fuera de casa y de haber enfrentado episodios de depresión, esta experiencia la llenó de energía: “Soy nicaragüense, llevo 14 años en Panamá, y mis hijos son panameños”, comenta. “Ha sido difícil estar sin mi familia aquí; por eso me quedaba en casa, cuidando a los niños mientras mi esposo trabajaba. Pero uno siente que se va quedando, que necesita hacer algo para salir adelante. Este curso me despertó, me hizo ver que tengo talentos que puedo desarrollar. Ahora mis hijos me ven y me dicen: ‘Mamá, qué lindo, estamos orgullosos de ti’. Ya puedo soñar con hacer ropa, como vestidos para mi hija, y dominar esas máquinas industriales”. Leika López, es una mujer guna de la barriada Kuna Nega, aprendió a coser desde pequeña, como muchas niñas de su pueblo, elogiado por sus molas. “Ya tenía talento con las manos. Ahora Aprendí a reutilizar materiales, como pancartas viejas y lo que pueda servir. Ahora lo que sobra lo guardo, porque sé que puedo hacer bolsos”. Agrega Leika: “No solo nos enseñaron a coser. También nos hablaron de valores, de la importancia de la empatía y de aprender a ahorrar. Ahí entendí que a veces gastamos en cositas innecesarias y gastos hormiga, y ahora lo estoy aplicando en mi casa. Soy madre soltera y vivo con mi mamá de 80 años y mi hija de 11. Ella me ve y me dice: ‘Mami, vamos a tener nuestra empresa’. Le digo que claro, pero tiene que estudiar también”. Por su parte, Edilma Rodríguez aprendió a llegar a Torre de las Américas tomando el autobús desde Pacora. Los organizadores del curso le permitieron asistir con su hija quien la acompañaba y la animaba a continuar. Al final se convirtió en oyente de las clases. “Lo que más me gustó fue hacer mochilas para mis hijos. Además, nos enseñaron a reutilizar materiales. Antes, si algo ya no servía, lo botaba, pero ahora guardo todo y lo transformo. Mi hija también aprendió conmigo y me dice que quiere hacer sus propias mochilas y cartucheras”, cuenta Edilma, quien también aumentó su confianza. Por mucho tiempo escuchó a personas decir: “que una mujer indígena como yo solo servía para tener hijos”. Agrega que ahora sus vecinos le traen ropa para arreglar, pantalones, camisas. “Nu n c a pensé que me iban a pagar por esto, y ahora hasta los vecinos me recomiendan”. Al finalizar el curso las participantes también recibieron acceso a cursos para hacer ropa de bebé, de mascotas y becas para terminar o continuar estudios académicos; entre las que recibieron esa oportunidad está Edilma Rodríguez. Fuerza entre organizaciones Parte de las participantes de Fuerza entre costuras se reunieron en el taller de Simple AF, una empresa de diseño circular que fabrica productos a partir de materiales reutilizables. Juntas, crearon los delantales que la compañía Diageo encargó como obsequio a los graduados de su programa Learning for Life, que capacita a jóvenes para trabajar en el área de hospitalidad. Estos delantales serían entregados a los jóvenes en su ceremonia de graduación. Este encargo permitió a las participantes aplicar sus nuevas habilidades de costura y, al mismo tiempo, obtener ingresos adicionales. El proyecto de capacitación se da gracias a la colaboración de varias organizaciones. Marina Pérez de Fundamorgan fue pionera en unir a diferentes fundaciones y entidades para crear una alianza más fuerte, cuenta Giuliana Venutolo quien forma parte de Diageo, empresa que junto a Simple AF, Fundamorgan, Fundación Tac y la Fundación Max y Sarah Harari han hecho posible esta iniciativa, que se enfoca en el uso de materiales reciclados, dentro de un modelo de economía circular. Las mujeres también reciben entrenamiento en técnicas específicas, como el uso de maquinaria industrial y finanzas personales. Añade Giuliana Venutolo que la intención es que este modelo pueda crecer y replicarse con más grupos de personas en situación de vulnerabilidad. Egresadas del proyecto Fuerza entre Costuras, a la derecha Leika López. Cor tesía Edilma Rodríguez también hace ahora trabajos de costura en su comunidad, Pacora. “El curso me hizo ver que tengo talentos”, dice Ana Patricia López. Giuliana Venutolo entrega a un graduado de Learning for life un delantal hecho por las alumnas de Fuerza entre costuras. Accesorios hechos en el estudio de Simple AF.

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