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8A LaPrensa Panamá, domingo 27 de octubre de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 650 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva y Directora Editorial Annette Planells Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. Subdirectora y Editora de la Unidad de Investigación Mónica Palm Editora Digital Yolanda Sandoval Editor del Impreso Juan Luis Batista La opinión de Hilde Kamala Harris, Donald Trump y la polarización en Estados Unidos Elecciones Néstor Sosa [email protected] La situación política en Estados Unidos está tremendamente polarizada. Esta polarización resulta en que las políticas y planes de gobierno van a ser diametralmente diferentes según el partido que gane. Esto se debe a que los políticos actuales prestan mucha más atención a los puntos de vista de los adherentes de su partido, que a los intereses y prioridades reales. Igualmente, por esta división no se ponen de acuerdo al momento de buscar soluciones a los problemas más apremiantes. Más que en ningún otro momento de la historia, un porcentaje muy alto de los políticos republicanos se identifican con los valores más conservadores o de derecha extrema y una gran cantidad de demócratas se consideran a sí mismos liberales. Esto en detrimento del número de líderes moderados o centristas en ambos partidos. De forma análoga, el 74% de público general republicano se considera conservador y 69% de los miembros del partido demócrata se alinean con los valores liberales. La polarización es evidente en muchos temas. Por ejemplo, el 88% de los demócratas opina que el gobierno federal debe garantizar que todos los habitantes tengan algún tipo de seguro médico. Por su parte sólo el 40% de los republicanos opina de esta forma. Y un 83% de los republicanos aboga por un sistema privado de salud mientras que el 72% de los demócratas apoya un sistema público de salud. En cuanto al control de las armas de fuego, el 86% de los demócratas está en favor de leyes más estrictas, mientras que la mayoría de los republicanos no está de acuerdo con esta premisa. El tema se vuelve casi surreal cuando las encuestas revelan que un 70% de los republicanos están de acuerdo con armar a las maestras y maestros en las escuelas como una manera eficaz de prevenir los tiroteos y masacres escolares. Un 85% de los demócratas está a favor de la prohibición de las armas semiautomáticas mientras que sólo un 35% de los republicanos favorece esta medida. La confianza en las autoridades de salud y los científicos es también marcadamente diferente entre republicanos y demócratas. Por ejemplo, uno de cada tres republicanos no tiene confianza en que las autoridades de salud actúan en el mejor interés del público, esta proporción es mucho menor entre los demócratas. Entre un 70 a 80% de los demócratas considera que instituciones como el CDC, la FDA y el NIH realizan un buen trabajo mientras que, por el contrario, algo más del 50% de los republicanos considera que estas instituciones están haciendo un trabajo pobre o muy malo. Es como si vivieran en países diferentes. En general los demócratas están a favor de aumentar la inversión pública en salud mientras que los republicanos desean reducirla; con la única excepción de la inversión en el seguro Medicare y el apoyo a los programas de veteranos de guerra que miembros ambos partidos están de acuerdo en aumentar. Una mala noticia para América Latina es que los republicanos abogan por una reducción en la contribución a los programas de Salud Global en otros países y los demócratas apoyan el mantener el mismo nivel de inversión, pero ninguno de los dos grupos está de acuerdo con aumentar estos programas fuera de Estados Unidos. Según múltiples encuestas realizadas en los últimos meses, la mayoría de los encuestados tienen una visión pesimista acerca del futuro inmediato. Y en parte por ello, tres cuartas partes de los encuestados opinan que van a votar por el candidato o partido que a su parecer va a producir el mejor efecto en la economía. Esto es quizás lo que explica en parte, cómo es posible que, a pesar de las falencias y desquicios del candidato republicano, las encuestas de preferencia arrojan una contienda casi completamente igualada. El apoyo al expresidente Trump es en parte fanatismo o idolatría, en parte la creencia de que el sería mejor para la economía, en parte conveniencia política y en parte aversión ideológica contra los principios liberales. Además de la economía, otros temas importantes para el electorado según las encuestas son el aborto y el problema de la inmigración ilegal. En el aborto los demócratas parecen tener una ventaja pues las posturas más radicales contra el aborto no son apoyadas por la mayoría del pueblo norteamericano. Los temas como la inmigración, la xenofobia y hasta la añoranza de un pasado utópico son muy bien explotados por los republicanos, quienes en mi opinión utilizan el miedo para atraer adeptos a sus principios conservadores. Por otro lado, el panorama internacional no está nada fácil gane quien gane. Los problemas casi irresolubles en el Medio Oriente, la guerra en Ucrania y todas las crisis venideras que ni siquiera podemos predecir, van a requerir un liderazgo efectivo por parte de Estados Unidos. Con la polarización extrema del país y la división del congreso, ni aun ganando Kamala Harris, las cosas van a ser color de rosa. Y todo esto asumiendo que Trump acepte el resultado y no se forme otro, como se dice en Panamá, trepa que sube. EL AUTOR es médico. Una mala noticia para América Latina es que republicanos y demócratas están de acuerdo en no aumentar los programas de Salud Global fuera de Estados Unidos. Los republicanos incluso abogan por una reducción en la contribución. La criminalización del virus como respuesta VIH Abdías Zambrano [email protected] Largas filas, desabastecimiento y malos tratos por parte del personal médico son el calvario diario de miles de panameños en las instalaciones públicas de salud. Para quienes viven con VIH, la situación es aún más crítica, ya que enfrentan la amenaza de perder su trabajo o incluso ser criminalizados por su condición. En la reciente Conferencia Mundial del Sida, realizada en julio de 2024 en Alemania, se discutió sobre la criminalización de portar o transmitir el virus como un delito. Expertos señalaron que esta realidad es preocupante, pues este tipo de regulación puede convertirse en una barrera para que las personas se realicen pruebas de VIH con regularidad. Además, resulta prácticamente imposible determinar con certeza quién transmitió el virus. Esta criminalización, sumada a la falta de políticas públicas inclusivas, genera un entorno hostil para las poblaciones clave afectadas por el virus en Panamá. En el país, los hombres que tienen sexo con hombres, las trabajadoras sexuales y las personas trans son las principales afectadas, mientras que a nivel global también se incluye a personas privadas de libertad y otras de la diversidad sexual. Ninguna de estas poblaciones está protegida por la ley panameña y son sistemáticamente discriminadas tanto por el Estado como por la sociedad en general. Este contexto influye directamente en la insuficiente respuesta estatal ante el VIH. Un claro ejemplo es que aún no se ha reglamentado la Ley 40 de 2018, que establece un marco jurídico para el abordaje integral de las infecciones de transmisión sexual y el VIH, incluyendo incentivos para la investigación. Mientras tanto, los datos de nuevos casos siguen en aumento, y el Estado ha sido lento en implementar métodos preventivos, como la profilaxis preexposición, y en introducir tratamientos innovadores para los pacientes. Preocupan especialmente las nuevas infecciones, sobre todo entre jóvenes en edad productiva y personas indígenas, así como el sostenido crecimiento del virus en los últimos años. Solo recientemente la Comisión Nacional para el Control y Prevención del VIH (CONAVIH) ha reanudado sus reuniones, después de varios años de inactividad. Sin embargo, esta comisión no incluye organizaciones que representen a todas las poblaciones clave, y según informes del Ministerio de Salud, el gasto en la respuesta al virus ha disminuido un 22% entre 2014 y 2020. La débil respuesta estatal trae a la memoria las décadas de 1980 y 1990, cuando el mundo tardó años en reaccionar a la epidemia del VIH debido al estigma y la discriminación de quienes formulaban las políticas públicas, creyendo erróneamente que el virus afectaba exclusivamente a los gays. Es momento de que el Estado panameño asuma su responsabilidad en esta crisis y actúe con decisión. Se necesitan políticas inclusivas y basadas en derechos humanos que protejan a todas las personas, sin importar su condición, identidad, trabajo u orientación sexual. Es urgente una mayor participación de la sociedad civil, educación sexual científica, más recursos, y la plena implementación y reglamentación de la legislación vigente. Solo así se podrá romper el ciclo de estigma y abandono que perpetúa la epidemia del VIH en nuestro país. EL AUTOR es director de Proyectos de Fundación Iguales. Se necesitan políticas inclusivas y basadas en derechos humanos que protejan a todas las personas, sin importar su condición, identidad, trabajo u orientación sexual.

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