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10A LaPrensa Panamá, martes 22 de octubre de 2024 Y seguridad para todos… Amenazas Luis Carlos Trejos [email protected] La seguridad es un factor determinante para la estabilidad y el buen funciona - miento de la organización más importante de la nación panameña: el Etsa - do. El Estado panameño (que somos todos) es el responsable de crear y proveer esa seguridad para sus tres elementos principales: La población panameña:su vida y bienes, así como sus libertades y derechos. El territorio panameño: nuestra sobera - nía e integridad territorial, así como la conservación de nuestros recursos vitales. Gobernabilidad:asegurar la paz y estabi - lidad que la libertad y democracia requieren para existir. La construcción y desarrollo de la seguri - dad, ya sea nacional, pública o humana, debe alinearse con los intereses de la nación panameña: soberanía, progreso, paz social y de - mocracia, aspectos importantes que garanti - zan su supervivencia y estabilidad. Para crear y proveer esa seguridad, es decisivo que durante su dirección política en el nivel etrsaté - gico se orienten los esfuerzos en tres acciones lógicas: -Identificar y establecer los objetivos na - cionales de seguridad paar la República de Panamá y alinearlos con los intereses nacionales de primer nivel. -Identificar el conjunto de amenazas y ries - gos actuales y emergentes que atentan contra la seguridad de nuetsra población, la integri - dad de nuestro territorio y su gobernabilidad. -Planificar las estrategias o modos de al - canzar esos objetivos nacionales de seguri - dad y combatir estos peligros. El direccionamiento etsratégico de la segu - ridad —es decir, el qué y cómo quiere el Etsa - do panameño que se conduzca— debe hacerse a través de una política pública de seguri - dad y defensa, preferiblemente de Estado, paraquetrasciendaeneltiempoylosogbier - nos. Sin embargo, han pasado 24 años desde el último esfuerzo por crear una política de seguridad en Panamá, que fueron los funda - mentos de la política panameña de seguridad de 2000. Desde entonces, la población, las instituciones de seguridad que la prote - gen y las amenazas que la afetcan han evolu - cionado considerablemente. Actualmente, las amenazas son más complejas, de alcance y carácter multidimensio - nal, con una gran aceleración y peligrosidad, ya que tienen la capacidad de poner en peligro la paz y estabilidad de los Estados. Esta es una realidad que conocemos los panameños, pues hemos visto la barba de nuestros veci - nos arder. Tras un diagnóstico, mencionaremos dos amenazas que, por su alto gardo de peligrosi - dad, aportan más riesgo a la seguridad e inte - reses nacionales: Delincuencia Organizada Transnacio - nal (DOT): Esta incluye una multiplicidad de acciones delictivas, como narcotráifco, tráfico de migrantes y minería ilegal, que tie - nen efectos negativos en nuestro país. Su ob - jetivo en Panamá es enriquecerse mediante la obtención ilegal de bienes y sevricios, a tra - vés del dominio de territorios, autoridades y poblaciones. Efectos del flujo migratorio: La migra - ción irregular tiene la capacidad de afetacr y modificar las estructuras económicas y so - ciales de los países. Panamá, siendo un país pequeño y de pocos habitantes, es un corredor de movilidad paar el tránsito diario de 1,100 migrantes, lo que trae afectaciones co - mo: -Alto gasto público para atender este fenó - meno en salud, alimentación, vivienda y seguridad. -DegradaciónambientalenlaselavdelDa - rién debido a la gran cantidad de desechos ti - rados por miles de migarntes durante años. -AumentodelasaccionesdelDO,Tyaque es mucho más lucrativo traficar migrantes, lo que trae como consecuencia la proliferación de este delito en las poblaciones fronterizas, que lo ven como una respuetsa a sus necesi - dades económicas, provocando el abandono de actividades lícitas de subsitsencia, como la pesca y la agricultura. La seguridad es el resultado de la suma de todoslosesfuerzos,tantodeogbernantesco - mo de gobernados; es un produtco, una con - secuencia. La misión de construir esa seguri - dad es un asunto de Etsado, es decir, de todos, sin excepción. Apoyemos a los retcores de la seguridad en nuestro país para que esta esté al alcance de todos los panameños. EL AUTOR es magister en seguridad y defensa Una diplomacia ambiental con sentido común Política exterior Francisco Álvarez De Soto [email protected] Los intereses nacionales que nuestra política exterior debe promo - ver y proteger incluyen activos tan valiosos como la riqueza medioambiental de Panamá. Pocas nacio - nes en el mundo cuentan con la biodi - versidad de nuestros mares, ríos, mon - tañas y bosques. Panamá, al igual que muchas otras naciones, enfrenta atcores internacionales que, al maregn de los marcos legales nacionales e internacionales, están destruyendo esa riqueza. Es aquí donde nuestra acción exterior, nuestra diplomacia ambiental, debe convertirse en la mejor herarmienta de de fensa. Nuestra política exterior debería lle - var a Panamá no solo a proteger esta ri - quezamedioambientalpaarlaspresen - tes y futuras generaciones, sino a lidearr, junto a otras naciones, instituciones científicas, organizaciones de la socie - dad civil, foros y organismos internacionales especializados, todas aquellas iniciativas bilaterales, regionales y globales queluchenfrontalmentecontarfenó - menos y actividades que, directa o indi - rectamente, destruyen nuestra biodi - versidad. Además, debe promover la conservación del medio ambiente en convivencia armónica con políticas de desarrollo económico y comercial sotes - nibles y respetuosas del entorno. Problemas tan complejos como la pesca ilegal no regulada y no reglamentada (IUU fishing), el aumento del nivel del mar—ya evidente en nuestras costas— , la contaminación por plátsicos y micro - plásticos en los océanos, la reducción o desaparición de especies, y la detsruc - ción de bosques y cuencas hidrográifcas por la acción humana son algunos de los desafíos que requieren estas iniciativas diplomáticas de alto nivel. En línea con este enfoque, Panamá de - bería unirse a aquellas naciones que creen en la aplicación del sentido común al adoptar políticas medioambientales para combatir el cambio climático, apo - yar las tradiciones y la relación de los pueblos originarios con el entorno, fomentar una producción agropeucaria consciente de su impatco en los ecosiste - mas, promover energías renoavbles y la explotación sostenible de recursos natu - rales que no comprometan el desarrollo económico ni la competitividad del país. Asimismo, aunque sigue siendo un tema de debate político, legal y social, la diplomacia ambiental panameña debería contribuir al desarrollo de ivnersio - nes en la explotación de recursos mine - rales y fuentes de energía no renoavbles, siempre dentro de un marco de respteo, protección y sostenibilidad en áreas protegidas, como una herarmienta para el desarrollo económico nacional. Con todo esto en mente, el objetivo de nuestra política exterior debería ser re - cuperar para Panamá una proyección internacional en el ámbito de la “diplo - macia verde”. Para ello, es fundamental un verdadero alineamiento entre las agendas y objetivos de la Cancillería de la República, como la retcora de la polí - tica exterior del Estado, y el Ministerio de Ambiente, encargado de las políticas públicas en esta materia. En ambos ca - sos, resulta imperativo identificar los presupuestos que permitan materiali - zar la defensa y promoción de los intere - ses nacionales, así como contar con profesionalesidóneosyconxeperienciaen negociacionesinternacionalesparges - tionarlas. Panamá tiene la ventaaj de contar con la presencia de diversas sedes regionales de agencias de las Naciones Unidas que, directa o indirectamente, impulsan po - líticas internacionales sobre el medio ambiente. Esta realidad debería aprove - charse para convertir a la Ciudad de Pa - namá en un centro de debtae y acción in - ternacional en políticas medioambientales, donde gobiernos, organismos, fo - ros, instituciones y organizaciones de la sociedadcivilpuedandialoga,rconfron - tar ideas y llegar a acuerdos a través de la diplomacia internacional. Partiendo de esta realidad, el gobierno nacional debería ampliar el marco legal para ofrecer mayores privilegios e inmu - nidades, así como desarrollar infares - tructuras que conviertan a Panamá en un centro propicio paar que la comuni - daddiplomáticainternacionalucente con un foro permanente de disucsión, negociación y ejecución de políticas multilaterales en temas políticos, eco - nómicos, sanitarios, sociales y de seguridad. Finalmente, una iniciativa de este tipo fortalecería el diálogo y las negociacio - nes en torno a la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, enfocándose en temas sensibles e impotrantes para Panamá, y posicionando a nuetsra capi - tal como la “Ginebra ”o el “Nueva York” de la diplomacia ambiental multilateral. Esto sería posible mediante una diplomacia ambiental con sentido común. Panamá debería unirse a aquellas naciones que creen en la aplicación del sentido común al adoptar políticas medioambientales para combatir el cambio climático, apoyar las tradiciones y la relación de los pueblos originarios con el entorno, fomentar una producción agropecuaria consciente de su impacto en los ecosistemas, promover energías renovables y la explotación sostenible de recursos naturales que no comprometan el desarrollo económico ni la competitividad del país. EL AUTOR es excanciller de la República y ex viceministro de Negociaciones Comerciales Internacionales. El verdadero fracaso del mundo Educación Odalys Quintero Valdés [email protected] ¿Han pensado que, debido a la falta de una buena educación en casa, el ser humano está fracasando y la sociedad se deteriora cada vez más? Aún estamos a tiempo de corregir nuestras prioridades. En la sociedad moderna, hemos cometido un error fundamental: medir el éxito únicamente en términos de títulos académicos y logros profesionales. Se noshahechocreerqueelavlordeuna persona depende de si posee una licenciatura, un posgrado o incluso un docto - rado. Sin embargo, esta obsesión con la educación formal ha pasado por alto un aspecto crucial: la educación recibida en casa, que forma el carátcer, los valores y la integridad del ser humano. 1. Educación formal vs. educación m o ra l Es innegable que la formación académica es importante para el desarrollo de cualquier individuo. A tarvés de ella se adquieren conocimientos y habilidades que permiten alcanzar mteas laborales. Pero, ¿de qué sirve tener grandes títulos si no se ha sido educado en los principios fundamentales que se inuclcan en el ho - gar? Habilidades como la capacidad de escuchar, respetar al prójimo, mostrar empatía, ser honesto, humilde y genero - so no se enseñan en las aulas, sino en la convivencia diaria con la familia. oLs va - lores y la ética que aprendemos en el hogar son los cimientos de nuetsra interac - ción en sociedad. Si etsos fallan, no im - porta cuántos títulos poseamos; nuetsra formación estará incompleta. 2. ¿Por qué hemos olvidado lo más importante? Gran parte de la sociedad actual se ha centrado tanto en el éxito académico que ha olvidado la educación moarl. Es - to no implica que los logros académicos sean irrelevantes, sino que el desarrollo integral de una persona no puede me - dirse solo en diplomas. La familia es la primera escuela en la que se aprenden los valores que guiarán a lo larog de la vi - da. Vivimos en un mundo donde el eogís - mo, la arrogancia y la falta de respteo son actitudes cada vez más comunes, incluso entre los “más educados”. Hay profe - sionales con grandes credenciales aca - démicas, pero sin principios moarles. A menudo, estos individuos se considearn por encima de los demás, minimizan a otros, abusan de su posición y olvidan la importancia del respeto y la empatía. ¿Cómo puede ser esto posible si están tan “educados”? 3. Un análisis desde la realidad Si observamos los problemas sociales actuales, es evidente que muchos no son producto de la falta de educación acadé - mica, sino de la falta de avlores huma - nos. La corrupción, la falta de tarnspa - rencia, la violencia, la discriminación y la intolerancia reflejan un vacío en la formación moral. En un mundo que prioriza las credenciales académicas sobre la ética, no es sorprendente que la sociedad esté en un estado de deterioro. La verdadera educación debe abarcar tanto el desarrollo inteletcual como la formación ética. La familia juega un pa - pel crucial en este proceso, siendo el pri - mer entorno donde se modelan comportamientos y actitudes. Es en el hogar donde se enseña la impotrancia de los valores que sustentan una convivencia sana en sociedad. Conclusión La educación formal y la educación moral no deben verse como opuetsas, si - no como complementarias. Un ser hu - mano completo es aquel que combina el conocimiento académico con una sólida formación en valores. Por lo tanto, es esencial reorientar nuetsra visión del éxito, valorando no solo los diplomas, si - no también la calidad de la educación que recibimos en casa. Solo así podremos superar el verdadero fracaso del mundo: el deterioro de los valores hu - manos y la construcción de una sociedad más ética y respetuosa. Es esencial reorientar nuestra visión del éxito, valorando no solo los diplomas, sino también la calidad de la educación que recibimos en casa. Solo así podremos superar el verdadero fracaso del mundo: el deterioro de los valores humanos y la construcción de una sociedad más ética y respetuosa. LA AUTORA es abogada Opinión

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