Bienvenido suscriptor
Perfil Cerrar sesión
Iniciar Sesión
Registro

prensa_2024_09_22

4B LaPrensa Panamá, 22 de septiembre de 2024 Vivir Tu opinión nos interesa [email protected] EMBAJADORA DE LA MÚSICA Natalia Lafourcade canta por la paz La cantante mexicana, Natalia Lafourcade se convirtió en la primera Embajadora de la Música por la Paz tras ser honrada con esta distinción durante la clausura de la 19 Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz. “Pero para que exista paz tiene que haber coherencia entre la paz misma y nuestras acciones”, sostuvo la cantante. El Imamadó, el último afluente del río Jaqué En 1947, el ornitólogo Alexander Wetmore exploró el río Imamadó, acompañado por un cacique local y su equipo, enfrentando los desafíos de la selva. Para 1974 los chocoes vivían de la pesca y la cacería, del cultivo del plátano y el guineo. Cor tesía Alexander Wetmore hizo su travesía gracias al apoyo de indígenas locales. Cor tesía Desafíos y avances del Órgano Judicial La última palabra Rafael Candanedo [email protected] E l Órgano Judicial es una fábrica de decisiones, denominación acuñada por el magistrado Olmedo Arrocha, encargado de gestionar el proyecto de modernización del sistema. La institución es presidida por la magistrada María Eugenia López. Ella y sus colegas del pleno de la Corte encabezan la jornada de rendición de cuentas, llamada IV Congreso de Administración de Justicia. Los expedientes judiciales son de carácter reservado, y los jueces de todas las instancias gozan de independencia. Fuera del expediente, todo lo demás puede ser de dominio público. Entre estos aspectos se encuentran los temas administrativos, presupuestarios y las políticas de acceso público, que forman parte del control y la fiscalización e xterna. ¿Por qué en la Constitución y la ley no se determina un porcentaje del presupuesto nacional que sea dedicado al ámbito judicial? Y así se evitaría el deprimente espectáculo en el que dirigentes de ese órgano del Estado se ven obligados a mendigarle al MEF o a la Asamblea Nacional la dotación anual de los recursos necesarios para actuar. Esta puesta en escena judicial es anual, aunque debiera ser más frecuente, con congresillos cada cierto tiempo. Busca generar confianza en un mundo cada vez más conflictivo, en el que la corrupción reina en toda la fisonomía y anatomía de nuestro Estado, con la infiltración creciente del crimen organizado. López y Arrocha se refieren a los avances, atrasos y aspiraciones en tecnología y cómo obtener madurez digital. ¿Dónde se ubica la madurez digital de este órgano del Estado? Hay un rezago y es lento, aunque ya es posible encontrar expedientes en línea, como la banca en línea. Se presenta una información valiosa: ya languidece el anacrónico sistema inquisitivo y está por empoderarse, de manera casi total, el sistema acusatorio, que data de menos de una década. Justicia tardía no es justicia. ¿Cómo está la mora judicial en esta época? Es una preocupación frecuente de la sociedad y de los operadores de justicia. La presidenta anuncia que aminoran decisiones pendientes gracias a los sistemas de descarga de expedientes acumulados. El congreso se desarrolla en un momento en que existen nubarrones desde determinado sector legislativo que prefiere una justicia maniatada y que no oculta su vena filolatrocida. La Corte Suprema busca buenas compañías para encontrar buenas prácticas. Se reafirman alianzas internacionales con la participación en los esfuerzos regionales conjuntos. A través de la presidenta López, Panamá ostenta en este periodo, hasta el 2025, la presidencia de los poderes judiciales de Centroamérica y el Caribe, que tienen como norte reforzar la independencia y la equidad. La capacitación de los funcionarios ocupa un lugar especial, incluso en temáticas para vencer el estrés, y en cursos que cuentan con acreditación universitaria. Este mundo judicial tiene su propia terminología, su lenguaje particular. La palabra “sanea - miento”, que la relaciono con saneamiento de veredas, de quebradas, de ríos o saneamiento de la bahía, en este mundo significa que un expediente no está completo y hay que esforzarse para que todos los cabos estén atados. Es el saneamiento de expedientes. EL AUTOR es docente, periodista y filólogo. HISTORIA Stanley Heckadon Moreno ESPECIAL PARA LA PRENSA [email protected] En el verano de 1947, el ornitólogo Alexander Wetmore exploró las selvas desconocidas del afluente más lejano del río Jaque, el Imamadó o río de los jaguares en la lengua de los Chocoes. En 1946, Wetmore conoció en Jaqué a Conejo, un cacique chocó que vendía semillas de tagua al chino Mong. Conejo, el único habitante del Imamadó, invitó a Wetmore a visitarlo en 1947. Don Alejandro iniciaba su lento proceso de hacerse panameño, andando en piragua, a palanca y canale te. Su plan era explorar el Imamadó en 1947 y en 1948, cruzar la serranía del Darién y salir a las cabeceras de los ríos del Chocó. Darién era el reino de la malaria. Ello a pesar de que durante la segunda guerra mundial los científicos médicos habían desarrollado químicos como el DDT y medicamentos como el Aralen y la milagrosa Atrabina, que debía tomarse a razón de cuatro tabletas al día, por tres días. Salvo cuando el paciente se ponía amarillo. Un avión de la fuerza aérea, con sede en Albrook, deja a Wetmore y a su asistente Watson Perrygo y una tonelada de carga en la pista de Jaqué. Jerónimo Sicaida, alcalde de Jaqué, acordó servirles de vaquiano, contratar piraguas y otros darienitas diestros con la palanca y el canalete. Era asombroso cuán ágiles eran las piraguas, capaces de llevar mucha carga y muy estables en ríos torrentosos, algunas labradas con árboles de caoba que duraban hasta cincuenta años. Parten en marea honda topando muchas culebras de mar, muy venenosas. De repente, una enorme saltó del agua y cayó dentro de la piragua, haciendo que los pasajeros saltaran al charco. Tras tres días de palanquear por unas cincuenta millas y dejar atrás la boca del Pavarandó, el Tortadó, el Chocotal, Loma Corobá, el Charco Moja Culo y la loma de Peñitas alcanzan el Imamadó. Aquí estaba la última vivienda, el tambo de Conejo, que sería sede de la expedición. Entre la familia de Conejo y los de la expedición sumaron 19 personas que se acomodaron en el tambo por un mes. Pronto Wetmore y Perrygo hacen amigos. Unos venían a conocer a los extraños, otros a buscar cura para cortaduras con machetes o con hachas y otros aparecían con quebraduras de huesos. Los chocoes vivían de la pesca y la cacería, del cultivo del plátano y guineo. Pero el plátano era para ellos lo que el arroz para el resto de los panameños. Era la comida. Dedicaban mucho tiempo a la cacería, en especial del mono araña, las iguanas y el ave llamada pavón. El tambo cercano a la orilla del río estaba construido sobre postes con piso de la flexible corteza de la palma de chonta. Cuando un niño se caía al suelo, seis pies abajo, los chocoes decían “nunca debes recogerlos, los niños tienen que arreglárselas solos, sino se vuelven pendejos”. Pero los padres jugaban mucho con sus hijitos, les hacían cayuquitos y los llevaban a nadar al río. Para cazar y guerrear usaban mucho las cerbatanas. Para la guerra, los hombres pasaban tres días pintándose el cuerpo y envenenando las flechas y los dardos de las cerbatanas. Se pintaban el cuerpo con colores negro, azul, amarillo, rojo y rayas blancas. Los dardos para las cerbatanas los guardaban en un barrilito de dos bambú cada uno enrollado con algodón del árbol de Ceiba. Hacían las cerbatanas de una palma que partían, le quitaban el corazón, luego cerraban las tapas y las amarraban con fibra. Los dardos los colocaban en la boquilla de las cerbatanas y soplaban. Era un arma muy silenciosa y letal. El Imamadó hizo honor a su nombre. Mientras exploraban las selvas les seguían estos majestuosos animales los jaguares fuese por las quebradas o rugiendo en los barrancos. Si el animal agachaba la cabeza hasta el suelo, escupía y ronroneaba, era una hembra con cachorros. Wetmore consideró el Imamadó el río más hermoso que había visto. Un día su asistente le dijo: “Alejandro, ¿ves ese gran árbol que está allá lejos? Cuando regresemos en 25 años y abran la carretera Panamericana, en ese árbol clavarán un gran letrero que diga: ‘To - me Coca Cola”. Me pregunto cuántos letreros de gaseosas y cervezas habrán ahora a lo largo del hermoso río Imamadó.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTUxMjQ5NQ==