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prensa_2024_09_21

5A LaPrensa Panamá, sábado 21 de septiembre de 2024 Panorama San Miguelito: entre la esperanza y la violencia, el relato de una vida La historia de San Miguelito, narrada por doña Mercedes, una residente de 88 años que llegó en 1956,frleja las transformaciones y desaífos del barrio. Desde sus humildes inicios htaasel aumento de la violencia y la inseguridad, su recorrido es un testimonio de la resiliencia y la espearnza por un futuro máseguro. El distrito metropolitano tiene una población de unos 280,000 personas. Alexander Arosemena Mirada a San Miguelito desde el Cristo Redentor, en Paraíso, San Miguelito. Alexander Arosemena En San Miguelito hay 103 mil 828 viviendas. Alexander Arosemena Estación del metro de Pan de Azúcar. Alexander Arosemena CRÓNICA Yariza Mojica [email protected] Con paso lento, apoyada ensu fielbastón, doña Mercedes Gon - zález avanza porlas veredas inacabadas delbarrio dePan de Azúcar.A sus88 años,la mujerdepiel morena,conla espaldaencorvada porlos años y el cabello blanco como algodón,sigue recorriendo —aunque conma - yor dificultad— las calles de San Miguelito,que lavieron llegar en 1956. Doña Mercedes,originaria de Santiago de Veraguas, llegó a estedistrito con tan solo23años, trasdejaratrás su tierra natal para probar suerte en un lugar que aún se encontraba en formación.” Eranpequeñas casasinfor - males; muchosde nosotros, gentedel interior,fuimosto - mando los terrenos y construyendo las viviendas”, recuerda con nostalgia. En aquellos días, San Mi - guelito no era el distrito bu - llicioso que es ho.yLos pre - caristas, comodoña Merce - des, pocoa pocofueron ocu - pando terrenos, y los terarte - nientes se vieronobligados a pedir la intervencióndel go - bierno. Fueen 1958,bajo la administración del presidenteErnesto DeLaGuar - dia,cuandose creóelInsti - tuto deVivienda yUrbanis - mo (IVU), unaentidad clave paradirigir laplanificación urbanadel país.Sinembar - go, seisdécadas después, San Miguelito sigue luchando por encontrar un orden en su crecimiento. Elárea centraldeldistrito —que incluyecorregimientos comoOmar Torrijos,Be - lisario Porras, Belisario Frías yAmeliaDenis deIcaza—si - gue siendo un territorio mayormente dominado por asentamientos informalesy marcado por una situación socioeconómicacompleaj.A pesar de ello,San Miguelito ha logrado posicionarse comoun distritovibrante,con lugares de interés como los centros comercialesMetro - mall y Los Andes, y la línea 1 y línea 2 del metro, que conec - ta gran parte de la ciudad. Enlos corregimientosde José Domingo Espinar y Ru - fina Alfaro se levantaron ur - banizaciones másplanifica - das,como BrisasdelGolf, Condado delRey yCerro Viento. Estasáreas hanim - pulsado el crecimiento del distrito, que hoyalberga a más de 280,000 personas. Paradoña Mercedes,estos cambios han traído consigo una realidadmás complica - da. Ya no camina por las callescon lamisma libertadde antaño. “Antes nohabíatan - to peligro.Caminabas tran - quilay hastacruzar lacalle era más fácil”, comenta, re - cordandocon añoranzalos días enque elpeligro noace - chaba en cada esquina. Hoy, su familiano le per - mitealejarse demasiado,y apenas puede llegar a la iglesia evangélicade Pande Azúcar,donde participaac - tivamente en la comunidad. ElSan Miguelitode hoyes un lugardiferente. Haycalles deterioradas, el tráficoes caó - tico, yla delincuenciaha in - crementado. Doña Mercedes conoce bien lospeligros que acechanen eldistrito. “Aquí, más adelante, por‘El Hueco’, robany matan”, afirma con franqueza, señalandouno de lossectoresmáspeligrososde la zona. “Incluso,durante un culto, unos muchachos intentaron meterse, nopara ro - bar, sino paraescondersede la policía”, cuenta. En junio pasado, los homicidios fueronprotagonistas, en un “viernes negro” en el que trespersonas perdieron la vidacomo consecuencia de la violencia. En la comunidad de Loma del Cristo, la tranquilidadde lanochefue interrumpidapor elecode lasbalas. Mientrastanto,en Santa Librada, dos hombres encontraronsu destinofinal en un herbazal,dejando con miedoa losmoradores.Días después,enel sector4deSa - maria, cayó tendido en la mi - tad de lavereda “Pie Gran - de”, apodado así por los vecinos del barrio. En loque vade 2024,se han registrado 69 homicidios enSan Miguelito,una cifraque locoloca entrelos distritos másviolentos del país. Doña Mercedes no ma - neja estadísticas, pero no ne - cesita númerospara saber quela violenciahatomado protagonismoen subarrio. “Cuando hay balaceras, la gentesale huyendo.Yodigo que es mejorestar en casa”, comenta, resumiendo en pocas palabrasla crudarea - lidad de su entorno. Y esque laviolencia noes exclusivade SanMiguelito. Entodoel país,lasituación esalarmante. EnPanamáse han registrado152 homici - dios este año, y la provincia de Colón suma 84 vítcimas, una muestradel incremento general de la criminalidad. Las autoridades han intentado frenaresta olade violencia con opeartivos y allanamientos en todo el distrito.Seestima quemásde 50 pandillasoperan enSan Miguelito, aunque solo 35 han sido identiifcadas y pro - cesadas judicialmente. Una deellas fue“Los Chacalesde Nuevo Detroit ”, desarticula - da elaño pasado.Este año,a través de laoperación “ Hal - c ó n”, fue desmantelada la co - nocida banda “Bagdad ”en el sector de “La Ratonera” en San Antonio. Apesar delos esfuerzos,el miedo sigue presenteen las calles. Sinembargo, recien - temente seimplementó un toque de queda paar los me - nores deedad, establecido por decretoalcaldicio, cuyo objetivo es garantizar la se - guridad ycontribuir ala re - ducción de actos delictivos. Aun así, doña Mercedes no pierdela esperanza.Siguesu caminopor lasveredasan - gostas de subarrio, apoyán - dose ensu bastón,dirigién - dose haciala pequeñapana - dería que quedacerca de la estación del metro. Allí com - pra un dulce,también cono - cido como pan de azúca,r quellevaráal cultodelatar - de. “Es para compartir ”, dice conuna sonrisa,mientrasse prepara para reunirse con su comunidad una vez más. En cada jornadade ora - ción, doña Mercedespide lo mismo: paz para San Migue - lito, ese lugar que, a pesar de todo, ha sidosu hogar durante más de seis décadas.

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