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6A LaPrensa Panamá, martes 17 de septiembre de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. La CSS y los burros de la carreta Institución Nilka Gissette Góndola [email protected] Hace unos días, como miles de panameños, caí ante la ola de influenza caprichosa que azota esta temporada, incluso a quienes nos hemos vacunado. Hasta aquí el relato no es novedoso. Lo que sí fue significativo es que, por segunda vez, en el año utilicé mi seguro privado, el cual sufrago, a la par de cotizar en la Caja de Seguro Social (CSS). Para reducir costos en medicamentos y otros servicios, combiné la atención entre hospitales de la CSS y centros privados. No puedo explicar la impotencia y la frustración que sentí, por aquellos que dependen exclusivamente del sistema de salud público y por mí. Ustedes ya saben, la crónica de siempre: falta de insumos y de medicamentos; trato deshumanizante; e infraestructuras deterioradas que no dan abasto para la cantidad de pacientes. Enfermos de pie durante horas esperando ser atendidos. Visualmente, más personal administrativo que médicos y enfermeras, una burocracia hasta para acceder al triage. Y la lista es larguísima. En medio de esa situación, mentalmente me desencajé. Estaba indignada, molesta y preocupada. Me pregunté, una y otra vez, si todo era real o solo un mal sueño. Ojalá hubiera estado soñando. Esta es la lamentable situación que viven a diario miles de panameños. Menos mal lo mío era una gripe, pero ¿qué hay de quienes dependen de la atención médica que brinda el Estado para mantenerse con vida? Expreso esta opinión desde una posición privilegiada, porque el solo hecho de tener seguridad social para algunos es un lujo. Sin embargo, no puedo dejar de lado cómo estas situaciones que vivimos la mayoría de los asegurados, han sido el punto de quiebre para una generación que ya no cree en la seguridad social, que no confía en ninguna de las posibles fórmulas para solucionar el gran problema de la CSS de Panamá; una generación que está tomando decisiones individualistas, porque el método colectivo no les está funcionando. Conversando con otros jóvenes, comprendí la preocupación generalizada que tenemos sobre el sistema de salud actual y el porqué muchos optamos por contratar seguros médicos privados, pese a estar cotizando en la CSS. No somos pocos los que estaríamos dispuestos a rescindir del pago de las cuotas porque, a fin de cuentas, no vemos beneficios más atractivos en la CSS, que los planes privados de retiro y aseguranza. Sé de jóvenes que voluntariamente han solicitado a sus empleadores no cotizar y que, bajo algunas formas de contratos, lo logran. Porque para nosotros, los jóvenes no tiene sentido pagar obligatoriamente por un servicio estatal que no sirve, para luego invertir dinero extra en un servicio privado que sí nos solucione. Al final, los jóvenes estamos atrapados en una encrucijada pagando doble, destinando más recursos económicos de los necesarios y restringiéndonos de otros beneficios. El tema de la CSS es algo que nos ha mantenido expectantes, polarizando la opinión pública entre quienes quieren una solución inmediata, sin importar el costo, y los que consideran que el gobierno debe asumir los costos por las malas gestiones anteriores. Y si bien pudiéramos debatir todas las posibles salidas, hay una verdad innegable: los jóvenes estamos atrapados en el centro del campo de batallas. En las últimas semanas he escuchado en reiteradas ocasiones que, para enmendar el rumbo de la CSS, se requiere una gota de sacrificio de todos. Pero más allá del discurso motivador, los jóvenes no vemos garantías de que un sacrificio extra solucione una situación tan compleja. Tampoco confiamos en que ese sacrificio no añadirá otro martirio a nuestra carga. Cualquier acción, no sólo debe contemplar los aspectos de atención médica o el programa de invalidez, vejez y muerte (IVM) sino que debe ser atractivo para el asegurado, principalmente, los jóvenes. Se debe permitir la cotización voluntaria sin que esto implique procesos prolongados y engorrosos. Somos nosotros, los jóvenes, los más interesados en una feliz resolución a este tema, porque somos los que, desde ya, estamos afrontando las consecuencias de la pasividad criminal de quienes nunca quisieron resolver el problema. Seguimos cargando, como burros, el peso de esta carreta. Los jóvenes estamos atrapados en una encrucijada pagando doble, destinando más recursos económicos de los necesarios y restringiéndonos de otros beneficios. LA AUTORA es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación. Enfermos de un poder efímero Gobierno Pedro Crenes Castro [email protected] Tenemos “taquilla”para rato. El alcalde ilustrado viste de oficina con una cortadora de césped y después le vemos compareciendo, en un gemido triste, dando golpes de víctima sobre la mesa, invocando tiempos más corruptos que el suyo. Días más tarde lo vemos birriando videojuegos en un encuentro de gamers que no sabemos cuánto costó montar ni cuánto va a dejar en las arcas públicas. Pero dice que brillaremos, claro, con un par de millones en luces de Navidad, como si fuese lo más apremiante. Pocas las luces de Lucy, la ministra que quiere comprar portátiles para niños y profesores que no tienen una escuela en condiciones o caminos para ira a ella, que tienen que tirarse a un río para ir a enseñar o a aprender, profesiones de riesgo que esta mujer quiere aliviar poniendo en sus manos un aparato carísimo que no hay donde enchufar y no se come, porque muchos de los que estudian tienen hambre. Otra iluminada que terminará de enterrar este país. Y el presidente de la república, que convoca a todos a dar ideas sobre la CSS, la enésima mesa de no sé qué para aportar soluciones de no sé cuál, y que cuestan un platal que nadie sabe de dónde va a salir para pagarla. Mientras, el tiempo se pasa y la Asamblea sigue en lo mismo, y ya entramos en la dinámica del país portátil, digno de listas grises y de desconfianzas de las que no nos van a librar ni los rofeos del inquilino de las Garzas: mucha testosterona y poca neurona. Están enfermos, los tres, de un poder efímero, de una excitación súbita, pagados de su imagen ejecutiva en los medios de todos los colores, conscientes de que no cambiaran nada, pero qué bien sienta ser, alcalde, ministra o presidente, narcisistas peligrosos que nos van a arrastrar al peor de los escenarios: el estallido social ante la incompetencia de los que venían a cambiarlo todo. EL AUTOR es escritor Escuela para Padres Medida Jonathan Padilla [email protected] La nueva administración del Ministerio de Educación (Meduca), a cargo de la ministra Lucy Molinar, puso en marcha la iniciativa Escuela para Padres con el propósito de fomentar la conciencia y valores en los hogares y fortalecer el vínculo familiar como elementos fundamentales de la educación. La medida tiene como componente una serie de talleres en el ámbito nacional, en colegios particulares y públicos, enfocados en generar valores en el hogar, fortalecer el vínculo entre padres e hijos, así como la comunicación entre asistentes y docentes como los principales elementos de la comunidad educativa. Este programa forma parte de los requisitos para obtener la asistencia social educativa (PASE-U), conocido como la Beca Universal. En consecuencia, el Consejo de Gabinete determinó la autorización para presentar ante la Asamblea Nacional el proyecto de ley 23-24, que modifica este programa, con el propósito de incrementar la fiscalización del uso que se le brinda a este beneficio. Durante estos talleres, los participantes tendrán la oportunidad de adquirir estrategias que permitan abarcar las distintas situaciones dentro del proceso de formación de los estudiantes; el bullying en las escuelas; la disciplina positiva; el trastorno por déficit de hiperactividad; el manejo del estrés y la generación de emociones en los niños; las dificultades de aprendizaje y la convivencia familiar. Teniendo todos estos elementos como base, cabe destacar una serie de factores que contribuyen al rendimiento de los estudiantes en su proceso educativo. Los niños comienzan a adquirir destrezas y desarrollarse en el entorno de su hogar y familia desde su nacimiento. En esta etapa los progenitores enseñan a sus hijos en primer lugar, fomentando el entorno inicial con el fin de construir los fundamentos del aprendizaje futuro. El afecto y el respaldo emocional que reciben en casa, así como la comunicación, influyen en su disposición para lograr (obtener) conocimientos y enfrentar los desafíos académicos. La escuela se convierte en otra aportación a destacar en el desarrollo de los niños, pues representa un entorno fundamental para su progreso. Se encuentra en este lugar donde se adquieren habilidades académicas y sociales, y sobre todo experiencias de vida que contribuyan a una formación i n t e g ra l . Debemos tener en cuenta que la familia y la escuela establecen un espacio de importancia, siendo un vehículo que encamine a los estudiantes por experiencias exitosas. Estos resultados van a depender de los objetivos académicos que se hayan formulado y de sólidos programas Dado que los estudiantes progresan en su formación y se preparan para enfrentar los obstáculos en la sociedad del conocimiento, la colaboración entre la familia y la escuela se vuelve aún más relevante. Los padres y maestros pueden colaborar de manera conjunta con el fin de brindar a los estudiantes las habilidades de resolución de problemas, pensamiento crítico y comunicación eficiente que serán fundamentales para su éxito futuro. Esto tiene gran valor en aportar una adecuada orientación a los estudiantes en la exploración de opciones educativas y profesionales, orientándolos para adoptar decisiones acerca de su futuro. La conexión entre la familia y la escuela es un elemento fundamental en el logro educativo de los estudiantes, en última instancia. Esta alianza fortalece los vínculos familiares, fomenta una cultura de aprendizaje e impulsa a los jóvenes a enfrentar los obstáculos del mundo en constante transformación. Dado que padres y maestros colaboran de manera conjunta, pueden establecer un entorno en el que cada estudiante pueda alcanzar su máximo potencial y construir un futuro brillante. Cada uno llega al aula con sus potencialidades que han de ser descubiertas y fortalecidas para que se constituya en un valor de la sociedad. Una escuela para padres enriquece y facilita la gestión educativa, al tiempo que potencia la labor de los principales protagonistas: padres, maestros y niños. Los padres y maestros pueden colaborar de manera conjunta con el fin de brindar a los estudiantes las habilidades de resolución de problemas, pensamiento crítico y comunicación eficiente. EL AUTOR es educador y promotor social.

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