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7A LaPrensa Panamá, jueves 29 de agosto de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Universidad de Panamá, auxilios e idiomas Fondos públicos Julio Linares Franco [email protected] Soy un exalumno orgulloso de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá (UP), al igual que mis hermanos y mi padre. Él, a su vez, fue catedrático, secretario, vicedecano y decano interino de la Facultad de Derecho. Somos solidarios con una casa de estudios poco motivada o apoyada por el Estado para darle el sustento cultural,académicoyeconómicoquesemerece. Si es necesario darle más presupuesto, que se justifique y se le otorgue por la vía legal. Por lo tanto, me cuesta creer que, según la investigación realizada por el diario La Prensa , en esta fiesta de mal gusto de los auxilios económicos, nuestra primera casa de estudios se haya prestado para cobrar millones de dólares sin ningún tipo de justificación financiera ni académica. Es decir, espero que no se haya desviado una ayuda económica bajo el pretexto de esta figura tan cuestionada de los auxilios; haciendo cobros astronómicos a estudiantes que no se ajustan a lo que esta prestigiosa universidad pública cobra habitualmente. Peor aún, si lo hizo a sabiendas de contar con la ventaja de un despilfarro descontrolado y descarado, financiado a manos llenas con nuestros impues tos. Supuestamente, entre 2014 y 2024, la UP ha recibido $1,702,395 por la enseñanza de “idiomas”. Esto representa más de la mitad de lo pagado por el Ifarhu en este derroche pecuniario incoherente de aprendizaje lingüístico en universidades panameñas. Para dictar 20 cursos de alemán, se desembolsaron $482,910 a la UP. Una mitad costó $24,303 por estudiante, y en la otra mitad, con 10 alumnos, se otorgó $23,953 por cada uno. Pero ¿por qué tan oneroso, si el sitio web de su Centro de Lenguas indica que los cursos cuestan $75 por estudiante? La inscripción para el público en general está en $100, y $85 para jubilados, personal administrativo y docente. También se impartieron cursos de inglés por el orden de los $170,660 para 9 personas, es decir, entre $18,690 y $19,040 por estudiante, a pesar de que estos cursos los imparte la UP entre $90 y $120 por persona, según la página web. No faltaron los cursos de italiano en mi “alma mater”, que cobró cursos avanzados para 19 personas por la suma de $450,369, un promedio de casi $24,000 por alumno. Similar costo implicó enseñar portugués, con un monto de $430,951 y un promedio por alumno de poco más de $22,000. Incluso cobraron por enseñar mandarín, con $105,475 para 5 personas,unpromediode$21,095porcada una. Un negocio redondo. También estuvieron presentes los cursos para estudiar polaco. Para solo 3 personas, el Ifarhu desembolsó $62,030, casi $21,000 por alumno. Y no podían faltar los cursos del idioma del amor, el francés. Se beneficiaron 26 personas, con pagos por cada una de entre $23,005 y $23,355. Ni la prestigiosa Alianza Francesa cobraría eso. Y no hubo gastos de pasajes, estadía, dormitorios, etc., ya que se trata de cursos en Panamá. Es algo más de $1.7 millones otorgados en 10 años, a razón de un aproximado de $170,000 por año, para beneficiar a unos 101 estudiantes con auxilios económicos. Por cierto, accedí a la página virtual del Centro de Lenguas de la Facultad de Humanidades de la UP, donde se invita a la población a inscribirse en sus cursos de inglés, francés, mandarín, alemán, italiano, portugués, japonés, ruso, coreano y hebreo. Señala que el Centro de Lenguas es una unidad de autogestión adscrita al Decanato de la Facultad de Humanidades, creada en sesión Nº29-95 del Consejo Académico en 1995, y que su finalidad es la enseñanza de idiomas, lenguas indígenas y la comprobación de conocimientos de lenguas extranjeras, entre otros servicios. Agrega que el Centro de Lenguas atiende tanto al público en general como a estudiantes de la UP, recibiendo anualmente una matrícula de unos 1,500 estudiantes que toman algunos de los nueve idiomas que en él se dictan: alemán, francés, griego, italiano, inglés, japonés, mandarín, portugués y ruso. Lo más insólito es que este Centro de Lenguas indica en la “Bien - venida”que aparece en su página virtual, que seguirá fiel a su misión de proveer al estudiantado de la Universidad de Panamá de forma “gratuita ”, a través del trámite de inclusión, un idioma de su elección, capacitándolos para ser más competitivos en el mercado laboral. Vaya gratuidad, cobrando a cada uno de los 101 estudiantes que aparecen beneficiados en un lapso de 10 años una suma promedio de casi $17,000 por cada uno. Además, pagados de nuestros impuestos desde el Ifarhu, a través de los incoherentes e injustificables auxilios económicos. Y cuando fui a la información sobre los costos, refiriéndose al calendario 2019 (parece que ni siquiera están actualizados), indica que los exámenes de certificación para estudiantes de pregrado son $20.00; para estudiantes de postgrado, $50.00 cada vez que se solicita la prueba de suficiencia, ya sea en línea o presencial. A su vez, el curso de inglés presencial es de $120.00 para todo público y estudiantes de postgrado, y $90.00 para estudiantes de pregrado (lo que no está claro es la duración del curso). Enorme sospecha crea la voz del rector, que retumba desde su inexplicable silencio. Finalizo con la última frase que aparece en esta página del Centro de Lenguas de la UP, que dice: “Cultiva una lengua, cosecha una cultura”, y yo agregaría: “Vete al Ifharu y busca tu auxilio”. EL AUTOR es abogado EU acepta la idea de una mujer en la Presidencia Sí se puede Betty Brannan Jaén [email protected] La derrota de Hillary Clinton en 2016 me hizo pensar que llegaría al fin de mis días sin ver a una mujer en la Casa Blanca, pero la candidatura de Kamala Harris me ha devuelto el optimismodequeesto “sí se puede”.O“she se puede”, como señala uno de los eslóganes que surgieron delaconvencióndemócratadelasemanapasada. Claro que no estoy pronosticando que Harris ganará—esoseríamuyprematuro—, pero sí estoy viendo que la asombrosa rapidez con que ella ha tomado la delantera en las encuestas confirma que los votantes estadounidenses ya aceptan que las mujeres tienen derecho y capacidad para aspirar a la presidencia. Es una idea cuyo momento ha llegado, al fi n . Hillary Clinton mencionó en su discurso ante la convenciónquesumadrenacióenunEstadosUnidos donde las mujeres no tenían derecho a votar. Eso me hizo reflexionar que mi madre nació en un Panamá en que las mujeres no tenían derecho a votar.ElsufragiofemeninoenEstadosUnidosselegalizó en 1920, pero en Panamá no ocurrió plenamente hasta 1946; en ambos países, lograr el sufragio para las mujeres fue una batalla larga y dura, que requirió valentía y perseverancia por parte de las pioneras que la lideraron. Quienes se oponían sacaron toda clase de argumentos insultantes y ofensivos: que las mujeres carecían de capacidad intelectual para comprender temas políticos; que las mujeres servían solo para ocuparse de su deber principal, la familia; que el sufragio femenino violaba lo que Dios había dictado sobre la relación entre mujeres y hombres; que preocuparse por la política era un peligro para mujeres embarazadas; y otros argumentos aún más ridículos. El avance político de las mujeres en Estados Unidos fue lento. Obtuvieron el voto en 1920, pero la primera mujer electa al Senado enteramente por méritos propios fue Paula Hawkins, republicana, en 1980; antes de ella hubo algunas otras senadoras que habían sido designadas para ocupar el puesto tras la muerte de sus esposos o que provenían de alguna dinastía política. En 1968, la primera afroamericana fue electa a la Cámara de Representantes; era Shirley Chisholm, demócrata, quien tuvo la valentía de postularse para la presidencia, aunque la idea pareciera risible para muchos. (En Ne tflix hay una película sobre su campaña). Tras la presidencia de Violeta Chamorro en Nicaragua en la década de 1990, algún imbécil escribió (y creo que fue en las páginas de La Prensa) que las debilidades de su gestión eran prueba de que las mujeres no tienen capacidad para gobernar. Recuerdo haber escrito una columna en la que respondí que cada vez que hay un presidente varón incompetente, a nadie se le ocurre decir que los varones no sirven para gobernar. Lo cierto es que hay que distinguir entre lo que yo llamaría “mandata - riassimbólicas”, electas en representación de un líder desaparecido (Violeta Chamorro, Corazón Aquino o Mireya Moscoso) y mandatarias que llegan al poder por méritos propios (Margaret Thatcher, Angela Merkel, Golda Meir). También hay las dinásticas (Indira Gandhi, Benazir Bhutto, y yo incluiría allí a Hillary Clinton), que se benefician de haber heredado capital político de su padre o esposo. Obviamente, las simbólicas tienden a llegar al poder en una situación débil, y a las dinásticas tampoco les va muy bien, pero las que han sabido ascender al poder por sí solas tienen una buena posibilidad de una gestión exitosa cuando llegan a la meta. Harris está en esa categoría, y su éxito hasta el momento es apabullante. Le está ganando a Donald Trump en las encuestas, y en todos los grupos demográficos.Dondeantessedecíaque “no había ruta”en el Colegio Electoral para que Joe Biden le ganara a Trump, ahora los analistas ven múltiples “rutas”para Harris, y todos los estados clave están en juego. Trump—misógino y racista—no es capaz de hacerle una batalla de altura y sus ataques bajos están teniendo efecto bumerán. El debate programado para el 7 de septiembre podría ser decisivo. Faltan 67 días para la elección, que es el 5 de noviembre. Aunque Harris no gane, su campaña habrá confirmado para siempre la igualdad de las mujeres en la política estadounidense. Estoy segura de que veré a una mujer en la Casa Blanca antes de mor i r. LA AUTORA es abogada y periodista Cosas de la ‘metro cultura’ Instituciones Lina Vega Abad [email protected] Por tercera vez consecutiva, miembros de la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana que me honro en presidir, acudimos a las instalaciones centrales del Metro de Panamá, para escuchar a su equipo directivo relatarnos el avance de los trabajos en marcha, así como la forma como han enfrentado los obstáculos que inevitablemente se producen en proyectos de gran magnitud y complejidad como los que tienen entre manos. Desde aquella primera reunión con Roberto Roy, quien tuvo la responsabilidad de hacer realidad en tiempo récord un proyectoquelecambiólavidaamilesdepanameños; pasando por Héctor Ortega, que afrontó con gran profesionalismo los drásticos cambios que sufrió la línea 3, al evidenciarse que el cuarto puente sobre el Canal no avanzaba, la sensación de orgullo volvió a producirse en la más reciente cita. El Metro de Panamá tiene un nuevo director: el ingeniero César Pinzón, pero su llegada no ha significado el despido de funcionarios como suele pasar cada cinco años en la mayoría de las instituciones públicas del país, con la consecuente pérdida de conocimiento, experiencia y destrezas, así como el deterioro de la calidad de los servicios públicos. Por ello, volver a sentarme a escuchar las novedades ocurridas y ocurriendo en el Metro de Panamá fue como reunirme con viejos amigos. Pero no cualquier clase de amigos, sino aquellos por los que sentimos admiración debidoasuconocimiento,éticadetrabajo, seriedad, profesionalismo. Uno de esos que todos queremos tener cerca para pedirles consejo o para que se encarguen de algún lío en el que nos hayamos metido. Esa clase de amigos. Pensarán que exagero, pero no lo hago en lo absoluto. Escuchar al equipo de funcionarios explicar con lujo de detalles cómo han ido deshaciendo los nudos que produjo el cambio de diseño de la Línea 3 -desde el punto de vista contractual, de ingeniería, logística, requerimiento de la administración del Canal, complejos temas financieros y de seguros-, mientras relatan cómo lograron los ahorros que le permitieron empezar el tramo aéreo que ya podemos ver en la vía Interamericana, produce un enorme orgullo. El equipo técnico del Metro de Panamá es sencillamentedelujo. La Línea 3 del metro, que dará servicios a una enorme cantidad de panameños que vivenenPanamáOesteyqueenfrentanun calvario diario para ir a sus puestos de trabajo en la ciudad de Panamá y regresar a sus casas al final del día, ha tenido que afrontar muchas peripecias. Y aunque aún tendremos que esperar hasta 2028 para que la línea esté funcionando, el proceso avanza con buenpie.Prontamente,latuneladoraempezará la magia de abrirse camino bajo tierra y bajo el Canal de Panamá. Al escucharlos explicar las etapas que han ido superando y los que aún les quedan por superar, es evidente que nada ocurre de forma improvisada. Se planifica hasta el más mínimo detalle y se analizan con rigor todos los riesgos, todas las opciones. Y ahora, con las nuevas tecnologías, pueden hacer simulaciones del movimiento de personas a diversas horas del día, obteniendo datos esenciales para la toma de decisiones. Y mientras avanza la Línea 3, el equipo técnico del Metro de Panamá continúa los trabajos preliminares de planificación de lo que han llamado la red maestra, que incluye nuevos tramos en las líneas 1 y 2, para dar servicio a la mayor parte de la ciudad de Panamá. Los invito a ver en la página elmetrodepanama.com todos estos detalles. Otro tema vital que hace parte del trabajo constante en el Metro de Panamá es el mantenimiento. Se trata, claro está, de un tema imprescindible en el manejo de un sistema de transporte público tan sofisticado que incluye la movilización de miles de personas todos los días. Es el mismo tema que brilla por su ausencia en términos generales en el resto de la Administración Pública, ocasionando millonarias pérdidas al país y grandes negocios a lo vivos de siempre. Cuando la administración del Canal pasó completamenteamanospanameñasaquel emocionante 31 de diciembre de 1999, una de las ilusiones que teníamos era que la conocida y respetada cultura de trabajo de esa institución fuese replicada poco a poco en el resto de la institucionalidad. No sucedió. Por el contrario, algunos de los más conocidos vicios de la política criolla se han ido colando en la ACP, como el más reciente nombramiento de un diputado con un historial de transfuguismo y otras cosillas, en su Junta Directiva. Se trata nada menos que de un diputado colonense bendecido por el dedo del asilado de La Alameda, justo cuando las tierras de su provincia estarán en el centro del debate de los futuros embalses que deben construirse para garantizar agua para todos, incluyendo la operación del Canal. Hasta ahora, la institucionalidad canalera ha podido enfrentar los vendavales venidos siempre desde la misma dirección y con las mismas intenciones. Seguramente esta vez también lo hará, mientras la tuneladora del Metro de Panamá, se abre camino bajo sus aguas, como evidencia de que algunas instituciones del país funcionan. LA AUTORA es presidenta de la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana (TI Panamá). Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. 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