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8A LaPrensa Panamá, viernes 23 de agosto de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Farsa y comparsa: inmunidad de comunidad (VII) Vacunas Pedro Ernesto Vargas [email protected] Entre los grandes, el más grande avance de la ciencia y la medicina preventiva son las vacunas. Sin dudas ni flaquezas ante ningún argumento, incluso frente a fracasos y errores en su búsqueda humanitaria, la salud pública es muy diferente desde que vacunamos con puntualidad y temprano. Existen enfermedades e infecciones que se pueden prevenir, aunque sean ellas extremadamente contagiosas y produzcan enormes pérdidas de vidas y propiedades. Entre ellas: el polio, sarampión, rubeola, paperas, la enfermedad respiratoria por el virus respiratorio sincicial, las enfermedades infecciosas por virus del herpes zoster, la varicela, la enfermedad severa por el virus del covid-19, enfermedades bacterianas como el tétanos, la difteria, la tos ferina, y las neumonías o las infecciones del oído medio por el neumococo. Hoy, también se dispone de vacunas contra el cáncer: el cáncer hepatocelular que, en el 54% de las ocasiones está originado por el virus de la hepatitis B (HB), particularmente si se adquiere la infección en la infancia; el cáncer cervical uterino, de la faringe y amígdalas, de los genitales masculinos y femeninos por el virus del papiloma humano (VPH), con riesgo de adquirirlos, cuando se inicia la vida sexual humana. Sin embargo, evadir la vacunación parece ser la religión que, cual sacerdotes, predican algunas personas cultas, que no desconocen los correctos diseños y resultados favorables de la investigación sobre ellas. Eso potencia la gravedad de los efectos por lo que divulgan -con malicia y otras clases de sentimientos egoístas- a las poblaciones que sucumben a las infecciones y enfermedades. Por ello yo sí estoy entre quienes califican de delictivas esas posturas, que contradicen abiertamente la evidencia científica probada. Todavía mueren 300,000 niños en el mundo por la neumonía bacteriana causada por el Diplococcus pneumoniae y no pocos continúan evadiendo la vacunación, a pesar de conocer esos números, esas muertes, la enfermedad y sus secuelas. El actual rebrote del sarampión y la tos ferina, debido a la interrupción de la vacunación que produjo la pandemia del covid-19, otro efecto nocivo de esa enfermedad- es revelador de lo que ocurre cuando las poblaciones están pobremente vacunadas. Las razones son diversas, pero alguna conlleva un daño punible, al inculcar con mentiras y desinformación, contra la vacunación. El sarampión es una infección respiratoria altamente contagiosa y con alta mortalidad entre poblaciones de los más pequeños, de los niños más pobres entre los pobres y los desnutridos, hijos menores de 5 años de edad sin vacunarse, para cuando ya todo niño debe haber recibido 2 dosis de la vacuna, lo que protege al 97% de los así vacunados. Una persona infectada con sarampión infecta a otras 12 personas en comunidades donde la vacunación no es superior al 94% de las personas de esa población. Ese es el porcentaje de vacunados que se requieren para proteger a los no vacunados, para inducir inmunidad de comunidad o de grupo. “La inmunidad de grupo es el momento, cuando le es difícil a la enfermedad diseminarse en un grupo de personas”. En el 2022 se estimaron 9 millones de casos en el mundo -siempre un subregistro- y 136,000 muertes, la mayoría de niños, y a pesar de ello, se calculó que se previnieron alrededor de 57 millones de muertes, durante los años 2020-2022. Estas cifras mostraron una ligera mejoría con respecto a las del año 2020-2021, pero ya en diciembre de 2023 se observó un temeroso aumento de casos, incluso en países, cono Inglaterra, donde ya se había adquirido el estado de eliminación del sarampión. Esta información está al alcance del conocimiento de su pediatra, para que la utilice en favor de la vacunación. Entre los no vacunados, uno de cada 5 enfermos es hospitalizado, enferma de neumonía a 1 de cada 20 y produce una seria infección del cerebro y su cobertura o meninges, en 1 de cada 1,000. Con cada enfermedad, la inmunidad de grupo es diferente, con lo que se dificulta conocer cuándo se alcanza, si se alcanza, para proteger a quienes deciden no vacunarse, a aquellos que no les llegan las vacunas, a los otros que no tienen acceso cercano a los bienes de la higiene y la salud y a las personas cuyas condiciones de salud les impiden recibir una vacuna. Es importante señalar que la inmunidad de grupo no se logra para cada una de las enfermedades infecciosas para las cuales existen vacunas eficaces y seguras. Cuando el virus muta o cambia rápidamente en cortos tiempos, como ocurre con el virus del covid-19 o con los virus de la influenza, se hace imposible adquirir inmunidad de comunidad. Tampoco se logra inmunidad de comunidad permitiendo que la gente se infecte para que cree sus anticuerpos. Cuando se trata de enfermedades de alta letalidad y poblaciones vulnerables, morirá mucha gente. Lo que se lograría entonces es barrer con la comunidad y, favorecer medidas como exponer a las poblaciones para que se infecten y enfermen es una opción ni científica ni ética. La mejor, más segura y eficaz forma de protección es mediante la vacunación. Esto no elimina observar estrictamente las medidas de aseo y protección de barrera, esas que disgustan a muchos: cubrirse fosas nasales y boca con máscara facial y el lavado recurrente de las manos, particularmente en lugares copados de gente, estrechos, hacinados, como ocurre en las cabinas de los aviones o el transporte terrestre, en los aeropuertos, en las fiestas en bares, en espectáculos en espacios cerrados, en hospitales y clínicas. La inmunidad de rebaño también es muy difícil de lograrse cuando la enfermedad, que se disemina rápidamente, no da síntomas, o cuando los síntomas los desestima el médico y el paciente, cuando la gente dice, por aburrimiento o por falta de solidaridad, “esto es solo un resfriado y me voy esta noche a New Yo r k ”, sin tomar ninguna medida de protección. La solidaridad es un compromiso con los demás, sea solidario. EL AUTOR es médico La ciencia en la transición Oportunidades Guillermo Castro H. [email protected] El debate es un componente fundamental de la ciencia y de la cultura, como un medio para identificar y encarar los problemas que nos plantea la realidad. Por eso, el debate sobre la minería dista mucho de estar cancelado, en cuanto hace parte de otro, más amplio y complejo, sobre el agotamiento del modelo de desarrollo dominante en el Istmo desde el siglo XVI, cuyo legado económico, político y cultural está profundamente arraigado en nuestro sentido común. En esencia, ese modelo se ha fundamentado en la explotación extensiva de ventajas comparativas. Tales han sido los casos del uso del agua en el corredor interoceánico y la transformación de bosques en potreros a lo largo de las sabanas de la vertiente del Pacífico del Istmo. Tal es, ahora, el caso de la minería a cielo abierto. Al propio tiempo, Panamá –como el resto de las sociedades del planetanecesita pasar a un desarrollo sustentado en el fomento de sus ventajas competitivas, desde la abundancia de agua y biodiversidad al aprovechamiento integral de las vías de tránsito interoceánico presentes en el Istmo, y en particular en el desarrollo de las capacidades y el talento de nuestra población. Esa necesidad demanda un planteamiento que estimule y facilite su debate. En esa tarea, las ciencias –las de lo natural y las de lo humano–contribuirán a crear el entorno cultural y político más adecuado para examinar las oportunidades que ofrece esta transición para avanzar hacia una sociedad próspera, inclusiva, sostenible y democrática. De no encararlo así, seguiremos siendo víctimas del pragmatismo vulgar dominante en nuestra cultura y nuestra vida política, que el sentido común promueve incluso como una virtud. Aquí radica, además, el riesgo de vernos aislados del debate global sobre el tema, cuando la transición en que ya estamos inmersos es global, y no meramente local. La ciencia nos ayudará a crecer con el mundo para ayudarlo a crecer. No estamos solos en esto: la transición existe para todos en los riesgos que plantea como en las oportunidades que ofrece, si sabemos identificarlas a tiempo en su necesidad y su posibilidad. EL AUTOR es humanista e integrante de Ciencia en Panamá. En 2022 se estimaron 9 millones de casos en el mundo -siempre un subregistro- y 136,000 muertes, la mayoría de niños, y a pesar de ello, se calculó que se previnieron alrededor de 57 millones de muertes, durante los años 2020-2022. Becas sí... Auxilios, no Educación Roberto Eisenmann Jr. [email protected] Desde los inicios de la República, los próceres otorgaron becas para estudios, y muchos valiosos ciudadanos de nuestra historia republicana fueron producto de las mejores universidades del mundo, gracias a ellas. A la vez, crearon el Instituto Nacional – una escuela pública de altísima calidad - y una universidad con profesores europeos y panameños de lujo. Dicho en otras palabras, las becas para estudios son una importantísima tradición en nuestra nación desde sus inicios, y merecen seguir siéndolo. Senacyt ha continuado la tradición con un programa de becas - muy serio y respetado- para maestrías y doctorados. Sin embargo, a nivel de Gobierno Central el sistema de becas se ha ido deteriorando paulatinamente. Poco a poco se fue tornando negativo con favoritismos inaceptables (tanto políticos como para las élites económicas) en forma creciente y vergonzosa. Recuerdo un caso ejemplo: compartí un arduo exilio con personas de distintas profesiones y criterios. Una de ellas fue Boris Martínez, gestor del golpe de Estado militar panameño en 1968, exiliado por Torrijos (padre). Boris, un hombre de un intelecto superior, me comentó un día que, con notas y calificaciones muy altas aspiraba a ser médico, y aplicó para una beca para estudiar medicina. Le pasaron por encima para dársela a un muchacho pudiente por recomendación política. Él, sin esperanza, preguntó “¿hay alguna otra beca”? a lo que le respondieron que había una para estudiar milicia. Desilusionado dijo: “démela, que algo es algo y peor es nada”. Este ejemplo vergonzoso se fue repitiendo con mayor intensidad y fue deteriorando el sistema de becas por mérito escolástico, la gran esperanza de movilidad social que crearon los próceres. Este deterioro fue intensificándose hasta llegar a nuestra época en la que los políticos, ya no contentos con destruir el sistema de movilidad social más importante de la nación se fueron al extremo, y de las becas deterioradas adicionaron hacia lo que llamaron “auxilios económicos”que, en palabras simples llegó a ser una vulgar licencia para regalar el dinero público a sus familiares y amigos políticos, muchos de ellos con buen nivel económico o…dicho en palabras aún más claras …convirtieron el noble objetivo de becas en una licencia para robar y regalar los dineros del Estado (que somos todos). Imagino que bajo este título habrá uno que otro caso serio. Incluso escuché a uno que dijo (y le creo) que fue al Ifarhu a pedir una beca presentando las más altas calificaciones, y el funcionario contestó “el presupuesto para becas se extinguió, pero hay presupuesto para auxilios económicos”… o sea…. ¡un regalo que no tiene repago alguno! ¿Cómo se resuelve esto? Se elimina de tajo el “auxilio económico”. ¡Nadie tiene el derecho a regalar los fondos públicos a nadie... y punto! Se re-examina y re-estructura el necesario Plan de Becas por mérito académico, solo para aquellos con necesidad social comprobada. Si para aprovechar la beca por mérito escolástico se hace necesario un complemento económico para completarla, se otorga, pero solo si la disciplina objeto para la beca es declarada de prioridad nacional en Resolución (válida por un año) emitida por el Consejo de Gabinete. Debido a que ya existe una entidad estatal autónoma con experiencia comprobada en el otorgamiento de becas en forma seria y justa - la Senacyt- deberíamos pasar todo el programa de becas universitarias a esta institución. Así, de un día para otro, volveríamos al sueño de los próceres de financiar (con becas universitarias serias) a todo estudiante panameño que presente los méritos escolares que la justifiquen. La educación es el más importante factor de movilización social de nuestra nación. Démosle a todo joven panameño la real posibilidad de soñar….y de convertirse en profesional y ciudadano a tiempo completo de nuestro único y gran país. Las becas para estudios son una importantísima tradición en nuestra nación desde sus inicios, y merecen seguir siéndolo. Senacyt ha continuado la tradición con un programa de becas - muy serio y respetado- para maestrías y doctorados. EL AUTOR es fundador de La Prensa

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