Bienvenido suscriptor
Perfil Cerrar sesión
Iniciar Sesión
Registro

prensa_2024_08_19

8A LaPrensa Panamá, lunes 19 de agosto de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. De camino al trabajo Acoso y discriminación Eugenia Rodríguez Blanco [email protected] Hoy no me pongo la falda. Mejor pantalón, y zapatillas, por si hay que agilizar el paso osalir corriendo. Nicole mira bien su armario antes de salir de su casa al trabajo en Clayton. Tiene por delante un trayecto de más de una hora desde Pedregal, entre caminar, taxi, metro y bus. Una no se puede vestir como quiera o sin “meterle cabeza”. Esa es la primera estrategia que despliega Nicole para evitar el acoso sexual a la que le tiene acostumbrada ese trayecto al trabajo. Cada día. El policía que le pide la cédula solo para llamar su atención, para que le mire o para mirarla; el señor mayor que se acerca para rozarla, aprovechando el hacinamiento en el vagón del metro, o que le dice “buen día bonita”, no porque sea educado, ni mucho menos; el taxista que la mira por el retrovisor a ver si alcanza a ver algo de más en los bordes de su ropa, que la adivina, que la desnuda; el conductor que pita o baja la velocidad cuando pasa a su lado mientras camina para susurrarle lo que no quiere escuchar, porque le da asco, y miedo. “Oiga señor, se está pegando demasiado a mí, por favor” rompe a decir cuando ya no puede más. Antes era peor, cuando era más niña y vestía uniforme. Nicole ya sabe lo que debe hacer, más estrategias cotidianas, casi naturalizadas, automatizadas. Se pega a las paredes del vagón del metro, procura sentarse con mujeres o niños, se pone seria, como malhumorada, evitando dar pie a una mirada, una sonrisa o una palabra, se cubre el pecho con la mochila, no viste cosas rositas o moñitos en el pelo, como las niñas, porque ahí es peor, intenta no mirarles, no hablarles. Los audífonos los lleva puestos, pero no porque esté escuchando algo, los usa solo para que no le hablen, para que la dejen tranquila. ¡Cuánto le gustaría tener en Panamá esos vagones de metro solo para mujeres!, como hay en otras ciudades. El último tramo a pie se ha puesto pesado últimamente porque hay unos trabajadores en el edificio de enfrente, así que da toda la vuelta por detrás. No pasa nada, son solo tres minutos más, vale la pena. Toca el timbre de la oficina y sube las escaleras. Se sienta frente a la computadora, algo agitada todavía, empieza el trabajo, hoy debe terminar el informe que le pidieron. -Si pudiera me haría uno, en la muñeca, siempre me han gustado los tattoos. Pero qué va, mejor no porque ahí ya sí que me llevan preso. Omar viste cómodo, informal, ropa deportiva de colores claros. Sabe que pantalón corto mejor no, camiseta tampoco, nada de jacket o sudadera. La gorra sí se la pone, por ahí no pasa, aunque sabe que eso le traerá problemas en su trayecto al trabajo. De la 24 de diciembre a Clayton es más de una hora de viaje y son muchos los puntos donde la policía espera, “cédu - la, por favor”. Es un “por favor”que no le suena amable, más bien autoritario. Tampoco suena amable el “avance, por favor ”cuando se la devuelven, tras comprobar sus datos. Ya le pararon dos veces h o y. La semana pasada le pararon ocho veces, esa es la media. Son puntos donde sabe que estarán esperándole, pero no hay cómo evitarlo, solo esperar que haya suerte y no lo vean, no lo miren. Omar sabe que no debe mirarlos, si uno los mira de una vez te llaman, “cédula, por favor”. ¡Cuánto enojo le produce escucharlo! Entiende que hacen su trabajo, pero es que por uno que hace el mal pagan miles como él, trigueño, de zona roja, trabajadores con mochila y lonche que pasan una media de tres horas al día en transporte público. Podría ser peor, se dice, los más grandes y oscuros, a esos les paran más, mucho más, dice aliviado. A Omar nunca le revisaron, porque sabe comportarse, esa es la clave. Aguanta, déjalo pasar, no le digas nada, si le dices, es peor. Pero alguna vez el coraje le inunda y no se calla: “oiga, agente, ya me paró un compañero suyo en San Miguelito”. Lo dice por decir, ya sabe que eso no sirve, por muy verdad que sea “¿y yo como lo voy a saber?”o“estoy haciendo mi trabajo”, le responde el policía molesto. Cierto, claro, dele, revise, gracias. Desde lejos ya le ven. Cuando vas con prisa, ahí te paran más, más demoran. Trabajar en un barrio como Clayton no ayuda, caminar desde donde te deja el bus o hacer un mandado desde la oficina es parada casi asegurada. Escucha al motorizado que le sigue, hasta que le para, “cédula, por favor”. Sabe que se ve como una amenaza, como que no es del área, como que qué viene a hacer aquí. Hay días que uno quiere que la cosa sea tranquila, y se viste con camisa y pantalón de tela, aunque no le gusta. Una cotidianidad de acoso en el transporte público que surge del prejuicio y el estigma, del machismo y el racismo de cada día, de cada mañana, de camino al trabajo. Estas son las historias de Nicole y Omar, quienes enfrentan situaciones de acoso y discriminación en sus trayectos al trabajo debido a prejuicios de género, machismo y racismo. Nicole debe adoptar estrategias para evitar el acoso sexual en el transporte público, mientras que Omar, por su apariencia, es constantemente detenido y cuestionado por la policía. EL AUTOR La autora es antropóloga e investigadora del CIEPS. Don José (1883-1955) Literatura Roberto Eisenmann Jr. [email protected] Coincidiendo con la maravillosa Feria anual del Libro que acaba de terminar, dedicaré esta columna al Nobel de la Literatura latinoamericana y héroe español de la misma. Para nadie es un secreto mi admiración por Don José Ortega y Gasset. En una relectura del libroLa llamada de la tribu, de Mario Vargas Llosa, me reencontré con una sección dedicada a José Ortega y Gasset. Su descripción es tan certera que me motivó a repetirla para beneficio de mis lectores y, de este modo, honrar sus ideas a través de la mejor pluma latinoamericana. Entre muchas otras cosas, Vargas Llosa escribe sobre Ortega y Gasset: “Tan crítico del extremismo dogmático de izquierda como del conservadurismo autoritario, nacionalista y católico de la derecha. Buena parte de ese pensamiento conserva su vigencia y alcanza nuestros días, luego de la bancarrota del marxismo y sus doctrinas parasitarias, y del excesivo economismo en que se ha confinado cierto liberalismo.” Ortega definió la nación como “un proyecto sugestivo de vida en común”, complementario a aquella de Renán, a quien cita con entusiasmo, según lo cual “una nación es un plebiscito cotidiano”... y una defensa de la libertad como valor supremo. Una libertad que es, al mismo tiempo, motor de progreso material, de la ciencia, las artes y las letras, y de esa civilización que ha hecho posible al individuo soberano, con su independencia, sus derechos y sus deberes, en permanente equilibrio con los demás, defendidos por un sistema legal que garantiza la convivencia en la diversidad. Según Vargas Llosa, Ortega y Gasset “nunca llegó a sintetizar su filosofía en un cuerpo orgánico de ideas. Su obra se fue formando a partir de conferencias y textos breves, escritos para diarios y revistas, que luego recopilaba en libros”. Digo yo aquí en un aparte que mi admiración hacia Ortega y Gasset se consolidó cuando Doña Julia Aurora Pérez de Vallarino, mi querida suegra (sí, así como lo leen, mi suegra), quien, rompiendo todos los moldes, es muy querida por mí. Al igual que su mamá (la abuelita de Maruja), llamada en Veraguas “la Niña Mora”, quien vivió los 100 años y era mi compañera constante de conversa histórica. Pues bien, mi suegra me regaló un diciembre la obra completa de José Ortega y Gasset (son como 15 volúmenes). Lo increíble de su obra es que no envejece. Su lectura lo ubica a uno en el hoy, como si fuera panameño observando los problemas y oportunidades del Panamá actual, con visiones extraordinarias. Escribe Vargas Llosa: “En vez de disolverlo y borrarlo, la historia contemporánea ha confirmado a Ortega y Gasset como el pensador de mayor irradiación y coherencia que ha dado España en toda su historia a la cultura laica y democrática…y también el que mejor escribía. Es hora de que la cultura de nuestro tiempo conozca y reconozca, por fin, como se merece, a José Ortega y Gasset”. Coincido 100% con nuestro hoy Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa en todos los conceptos que escribe sobre Don José Ortega y Gasset en su obra La llamada de la tribu, publicada en 2018 Ortega definió la nación como “un proyecto sugestivo de vida en común”, complementario a aquella de Renán, a quien cita con entusiasmo, según lo cual “una nación es un plebiscito cotidiano”... y una defensa de la libertad como valor supremo. EL AUTOR es fundador de La Prensa Véamonos en el espejo Venezuela José Jauregui [email protected] Venezuela está hoy en el ojo del mundo nuevamente. ¿Pero realmente hemos comprendido cómo llegó a donde está? Si bien el artífice de toda la decadencia de este país tiene nombre y apellido, Hugo Rafael Chávez Frías, este no fue la causa, sino la consecuencia de un sistema que ya venía en caída libre. Las ideas cambian el mundo, y eso fue lo que pasó en Venezuela. De aquella frase “Vene - zuela jamás será como Cuba”bajo un sistema fracasado como lo es el socialismo, las ideas de Chávez en realidad estaban en sintonía con esta ideología que promueve el hambre, destruye la dignidad humana, y convierte al ser humano en esclavo. Si bien el socialismo verdadero, cayó con el muro de Berlín, eso no ha impedido al socialismo transformarse y adaptarse a las nuevas circunstancias políticas. Es así como de la antigua socialdemocracia, llamada por Karl Marx “el socialismo burgués”, logró ir adoptando una postura mucho más “democrática”, entendiendo que llevar del capitalismo al socialismo, ya no podía ser mediante la revolución, sino por medio de los votos. En consecuencia, en Venezuela, como en muchos otros países de América Latina, los socialistas, tuvieron que ir ocultando sus verdaderas intenciones a través del rostro de demócratas. Es así como, mediante la democracia, llegan al poder y usan al Estado, junto a la coacción institucional, como medio para adoctrinar y generar un cambio de ideas dentro de la sociedad. A medida que aumentaba la frustración de los venezolanos, consecuencia de una pérdida de su bienestar debido al excesivo tamaño e intervención del Estado, las ideas más extremas del socialismo fueron seduciendo y convenciendo a la población. Surgió entonces la oportunidad de emplear toda esa frustración, resentimiento y la pérdida de bienestar, para ser un catalizador para llevar las ideas del socialismo al poder. Chávez, por ende, solo tuvo que esperar que las ideas socialistas estuviesen maduras. Una vez que esto pasara, su llegada al poder no fue nada complicada, en especial, ante oponentes que a pesar de tener sus mismas ideas habían perdido el respeto y la credibilidad. Por eso, decir que a Panamá nunca llegará el socialismo, es un grave error. En Panamá, las ideas colectivistas llevan años impartiéndose entre las masas y los distintos estratos sociales. El intervencionismo exacerbado, y la creencia de la necesidad apremiante de un Estado grande y fuerte, están más presente que nunca en este país y que ha sido inyectada desde los diferentes partidos y gobiernos. Los venezolanos nunca llegaron a “acos - tumbrarse ”a vivir sin agua ni bienes de primera necesidad. Simplemente, nunca fueron conscientes de cómo los fueron perdiendo. Cada vez que producto de su frustración y circunstancias económicas, pedían más intervención, más nacionalizaciones, más controles de precios, más cosas “gratis ”y más “dere - chos”y más “hay que quitarle al rico para darle al pobre”terminaron sin darse cuenta un día que se quedaron sin nada, preguntándose ¿cómo fue que llegamos hasta aquí? Así mismo nos puede pasar a todos nosotros, que, sin darnos cuenta, dejamos nuestra libertad, propiedad y vida, en manos del Estado y políticos que terminamos idolatrando y subiéndolos a un peldaño, solo bajo la idea que nos traerá la solución y resolverá nuestras vidas mediante el mandato de darle un cheque en blanco para que use la coacción institucional con la mejor voluntad para resolver nuestras necesidades y circunstancias. Estamos a tiempo de cambiar nuestro rumbo. No es suficiente decir que jamás seremos como Venezuela o que aquí nunca llegará el socialismo. Lo que nos puede evitar el sufrimiento y calvario que hoy viven los venezolanos, es que comprendamos las ideas correctas que pueden evitar que caigamos en ese mismo hueco. EL AUTOR es miembro de la Fundación Libertad. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTUxMjQ5NQ==