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prensa_2024_08_02

6A LaPrensa Panamá, viernes 2 de agosto de 2024 Texto: IsabelBurgos Fotografías:EdwardOrtiz ESPECIALPARALAPRENSA [email protected] La primera gran lluvia, tras un largo verano cortesíadeElNiño,me sorprendió en el supermercadomientrasescogíalosto - mates. Me fuearrullando uncan - to antiguo y maternal, que fue in crescendohasta silen - ciar la músicagenérica, los gritosdelos niños,elzumbi - do de lasneveras. Enminu - tos, el estruendo del agua golpeandocon furiael techo dezincllenóelespacio. Algunos marchantes cruzaron miradas, otros rezon - garon previendo las compli - caciones del manejo bajo el aguacero y alguien preguntó, con asombro antinatu - ral: “¿Esoes lluvia?”. Solo yo sonreí,feliz ytriste almismo tiempo. Pocos sonidos me provocan esa sensación de regreso al seno materno, esas ganas deestar en cama, acurrucada. Sabiendoqueteníaquees - cribir esta crónica,había es - tadoesperandoesemomen - to para poder vivirlo con atención y así relatarlo. So - ñabaconqueelaguacerome encontraríaenmi casa,don - de vería las grandes gotas hacer carreritas sobre los vidriosde las ventanas, conmi libretadenotasenunamano y un café en la otra. Pero, en un giro deldestino tanpro - saico como tropical,la pri - mera lluvia me agarró ha - ciendo la compra. Para eso también nos prepaar el tró - pico: paraesperar loinespe - radoynodarnadaporsentado. “¿Irá a llover? ”. En Pana - má, esa preguntahace que todosmiremoshaciaelcielo, tratando de interpretar las omnipresentes nubes. Mis dos respuestas favoritas son “estesol esdeagua”y“el cielo estápuesto”. ¿Cómoexplicar estos dos conceptosintrín - secamente tejidosconnues - tra forma de ver el mund?o Un sol de agua es un sol ardiente, picante,que levanta la humedady anunciauna lluvia vespertina. Un cielo puesto indica nubes cargadaspero luminosas,comosi el cielo noquisiera revelarse o como si estuviera ocultan - do algo. Tal vez el lenguaje también se rindeante esas nubesgordasy esesol impo - sible. Desde un baajreque hasta un buen palo de agua, nuestro españolde Panamá pasapor innumerablescon - ceptos relacionadosa la llu - via, al sol, a la humedad, a la temperatura. Viajamos por lacarreteradelpensamiento trepados en el carro de las metáforas, los símiles y las hipérboles como si tuviéar - mos que inventar palabras paranombrar loconocido. Nuestras dos estaciones, secay lluviosa, sontanfron - talesypocoimaginativas co - mo sus nombres.En la tem - poradalluviosa, llueve;enla seca,no.Esoestodo.Laesta - ción secaes corta y maravi - llosa, tresmesesdesolybrisa veraniegaquecoincidencon las vacaciones escolares y quela mayoríausa para dis - frutaren lasplayaso elcam - po. El resto del tiempollue - ve. Punto. Bienvenidos al trópico. La lluvia, un buen aguacero, es unabuena ex - cusaparacualquiercosa.Pa - ra llegar tardeal trabajo, pa - ra no asistir al colegio, para cancelaruna funciónsocial. Enveranohayqueir a todo y nos lo tomamos muy en serio.Peroinclusoantelapers - pectiva de nueve meses de lluviae incertidumbre,esas últimas semanasde verano siempre tienen unsabor a añoranza, a cansancioante esos días soleados ycalien - tes.Extrañamos lalluvia,so - mosgentedeagua. Hace millones de años, aúnsediscutesi tresoveinti - trés, el istmo de Panamá emergió de entrelas aguas, separando los océanos y uniendoloscontinentes.Las consecuenciasde este terri - ble evento geológico fueron enormes: el climadel mun - do se modificó tras la crea - ciónde laCorriente delGol - fo; lafaunay lafloracambia - ron,pues sefavoreció lami - gración de plantasy anima - lesentrelasmasascontinentalesy, finalmente,secreóun puente de tierra para que el hombre encontrara nuevos sitios donde establecerse. Igual que un ser humano, Panamá,alnacer, dejósucó - moda existencia en un am - biente líquido para empezar la vida al sol.La tierra parió al istmo deentrelas aguasy, enunapegoprenatal, el istmo sigue persiguiendo a las aguas. Siglos después, la tierra hubo dedividirseuna vez más, para volver a unir océanos yseparar los conti - nentes, con la contsrucción delCanal. Si redujéramos a su míni - maexpresiónelethosdelpa - nameño tendríamos que mencionar laruta yel agua. La ruta hasido nuestro sino desde quecruzaron lospri - meros hombres; por aquí pasaron las riquezas americanasrumbo aEuropa,pero también pasaronlos libros, los instrumentos musicales, lossantosqueveníanaador - nar las iglesias. Años des - pués, cuando América del Norte aún resultaba terri - blemente extensa para las caravanas, nuestro ferroca - rrilacortóelviajedeaquellos que caíanpresos dela fiebre deloro.Rutayaguaseconju - gan en esamaravillosaobra del ingenio humano quees nuestro símbolonacional y que nostomó casicien años recuperar: elCanal dePana - má.Hoy, la rutayel aguanos hacentestigos dela tragedia humana: casi unmillón de migrantesatravesandoel in - dómito Darién, con la esperanzade llegar alosEstados Unidos. Eseconstante iry venirde gente, de mercancía,de di - nero, de ideas,ha tenidoun impacto en nuestra cosmo - visión, en nuestra formade ver lavida.Poraquí, todopa - sa y nada permanece. gIual que vemos el agua correr desdelasmontañashatsalos océanos, nos sentamos ante la historia a mirarla pasar conuna concienciaabsoluta dequeHeráclitoteníarazón ynuncapodremosbañarnos dos veces en el mismo río. Navegamospor nuestrahis - toria con los ojos puetsos en elhorizonte, hacialadesem - bocadura en el mar, nunca hacia elojo de aguadel que venimos. Acostumbrados a las pisa - das delos viajeros, alas des - pedidas, a echarraíces en el borde del camino, adopta - mos otra cualidad delagua: tomamos laforma delreci - pientequenoscontiene.Nos adaptamosa lasgrandes cri - sis y, cuandosalimos, nos sa - cudimos el polvode la sola - pa,nosponemosdepieyvolvemos a mirar el horizonte. El quemira atrás se convier - teenestatuadesal. Recurroa lamemoriapa - ra terminar este texto: ten - go cincoaños yrepaso, con la yemadel índice,unas le - trasplateadasquequedana la altura de mis ojos: BUICK. El carro de mi abuelo Claudio es azul co - balto, coninfinidad debri - llitos que destellan bajo el implacable sol de agua panameño. Él era historiador y dedicósu vidaa preservar lamemoria, aluchar contra ese no querermirar hacia el ojo de agua del que naci - mos. Mi abuelo conocía el nombrede losríosy suubi - cación ypodía hablarsobre cualquier eventohistórico, citando fechas, causas y consecuencias. Lo recuer - do paradoami lado,ante al estacionamiento donde su carro azul servía de refugio al Tinto,el perromestizode su casa, quebrillaba engas - tada como unapiedra pre - ciosaenlo altodelbarriode Miraflores. Me pide que pongaatención, queobser - ve y escuche. A lo lejos se empieza a oír un ruido, como un tren que se acerca. Poco a poco el sonido crece, parece que el barrio estu - viera irrumpiendo en aplausos.De prontome se - ñala unas callesa lo lejos: ahí viene la lluvia.Yahuelea tierramojada, yasesienteel aguaenel aire.Ensegundos caen frente anosotros las primeras gotas, grandes y tibias. El ruidoarrecia, la lluviacae confuerzaunrato y, así comovino, seva. Talvezelserpaso,elrecibir viajeros nos promete cada díaunanovedadyporesoestamos siempre ala expecta - tiva de lo que viene.Pero tal vez el agua nosobligaa po - neratenciónyaobservar.Mi abuelo siempremiró hacia adelante, pero también haciaatrás,hacialamemoria.Y tal vez la mejor manear de unir estosconceptos, laruta, elagua, lamemoriaseaatra - vésdelaliteratura. Panorama Gentedeagua En el marco del Festival Centroamérica Cuenat, celebrado en Panamá enmayo pasado, varios autores escribieron crónicas sobre su paso por el país.tEases la segunda de ellas.

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