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8A LaPrensa Panamá, domingo 28 de julio de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. La opinión de Hilde En memoria de Catalina... Acoso Daniel R. Pichel [email protected] Esta semana, la comunidad médica latinoamericana se vio conmovida por la noticia de que una doctora, residente de primer año de cirugía de la Universidad Javeriana de Bogotá, tomó la drástica decisión de suicidarse, dejando únicamente una nota a sus compañeros de residencia que decía: “A todos los residentes, gracias. De cada uno me llevo muchas enseñanzas. Siempre los llevaré en mi corazón. Ustedes sí pueden, ánimo…” Apenas se viralizara en las redes sociales y en las noticias el caso del suicidio de la Dra. Catalina Gutiérrez Zuluaga, fueron muchas las voces que surgieron denunciando los abusos de que son víctimas los médicos en formación por parte de compañeros y profesores, que los acosan de forma despiadada, basados en un absurdo argumento de que “la medicina es así y tienen que acostumbrarse a pasarlo mal”. Si bien es cierto que la carrera de medicina es intrínsecamente exigente, y que los niveles de estrés que se manejan pueden llegar a ser muy altos dada la responsabilidad con que se lidia diariamente en la atención de pacientes, nada puede justificar que una profesional joven, que comienza su formación como especialista, termine con su vida, impulsada por la sensación de minusvalía que le hacen sentir sus superiores. En 2020, durante la pandemia de covid-19, cobró mucha relevancia esta situación, cuando una médica de urgencias llamada Lorna Breen se suicidó después de haber trabajado en la primera línea con pacientes de covid, y haberse contagiado con el virus a pesar de las medidas preventivas. La falta de apoyo de sus compañeros fue una de las razones que se dieron como causa de su decisión de quitarse la vida. Todos los que hemos trabajado en hospitales nos hemos encontrado con alguien que trata de hacernos la vida imposible. Bien sea por una actitud innata a su personalidad, o porque simplemente están llenos de inseguridades y creen que acosando a sus subalternos, los hace ver más importantes. Para entender este problema, hay que saber que estas actitudes de acoso son frecuentes de forma escalonada. El residente de último año es acosado por el especialista, quien trata de hacerlo sentir ignorante, incluso delante de pacientes y familiares. Ese residente tratará del mismo modo a sus subalternos, estableciendo una escalera donde el interno tendrá por encima toda una cadena de acosadores que, haga lo que haga, buscarán cómo hacerlo sentir disminuido. Evidentemente, los médicos somos seres humanos como cualquier otro, con problemas y preocupaciones, que en un determinado momento pueden ponernos en situaciones de mayor vulnerabilidad. De esa forma, si el acoso profesional se da en uno de esos momentos vulnerables, el riesgo de suicidio se incrementa tremendamente. Porque hay que entender que un médico en formación, a quien un superior lo responsabiliza por una complicación o por la muerte de un paciente, puede generar una crisis que, si no se acompaña de un sistema de apoyo robusto, incluyendo salud mental, puede causar muchos problemas. Pero volviendo al caso de la Dra. Gutiérrez, al saberse su caso, surgieron otros médicos que se han atrevido a denunciar abiertamente los abusos de que han sido víctimas por parte de un sistema que ha normalizado el “bullying ”como un elemento necesario para forjar la entereza profesional que requiere un médico. Lo más problemático de todo este sistema es que esos supuestos “cas tigos”, a quienes más perjudican es a los pacientes, que tienen que ser atendidos por médicos con pocas horas de descanso, con niveles de estrés enormes, y que muchas veces no se atreven a buscar ayuda por miedo a ser percibidos como débiles y sin la capacidad de enfrentar situaciones como las que pueden darse al atender pacientes. Para poner el problema en contexto, de acuerdo con un estudio publicado en la revista de la Asociación Médica Americana (JAMA, 314(22), 2015), la incidencia de suicidio entre los médicos es mayor que en la población general. Igualmente, la Sociedad Americana de Psiquiatría publicó que el 28% de los médicos han presentado datos de depresión severa, y que entre el 6 y el 12% han considerado el suicidio. En cuanto a los internos y residentes, el 15% ha tenido ideas suicidas y el 4% lo ha intentado, en comparación con el 0.5% que lo intenta en la población general. Los residentes hombres tienen un riesgo 1.4 veces y las mujeres 2.3 veces mayor que el conjunto de la población. Las causas a que se atribuyen estas crisis entre los médicos es una combinación de factores personales, laborales y culturales. Entre los factores personales, la predisposición genética, las enfermedades mentales no diagnosticadas o no tratadas, y el abuso de sustancias muchas veces accesibles a los médicos, son elementos críticos. El estrés laboral extremo, las largas jornadas de trabajo, la presión para rendir y la falta de sueño son factores laborales que contribuyen significativamente al deterioro de la salud mental de los médicos. Culturalmente, existe además un estigma asociado a la búsqueda de ayuda psicológica, especialmente en una profesión donde se espera que los médicos sean resilientes y estoicos. Es muy importante que las instituciones médicas fomenten una cultura de apoyo, eliminando ese estigma asociado con la búsqueda de ayuda psicológica. En muchos lugares, se han creado unidades para ayudar a los profesionales de salud en el manejo del llamado “burnout ”que es la causa subyacente a muchos de estos casos. Además, se hace prioritario que las unidades de docencia vigilen que no se propicien situaciones de acoso contra los médicos en formación, sancionando a quienes caigan en esas prácticas abusivas. Es un trabajo multidisciplinario, que finalmente no solo protegerá a los médicos, sino también a los pacientes. EL AUTOR es cardiólogo Hay que entender que un médico en formación, a quien un superior lo responsabiliza por una complicación o por la muerte de un paciente, puede generar una crisis que, si no se acompaña de un sistema de apoyo robusto, incluyendo salud mental, puede causar muchos problemas. Crimen organizado y migración irregular en el tapón del Darién Seguridad Severino Mejía [email protected] La migración es un fenómeno constante en la historia de la humanidad, que ha cobrado mayor relevancia en los últimos años, particularmente en nuestra frontera con la hermana República de Colombia. Las incontables crisis económicas, conflictos internos y problemas de seguridad han caracterizado a los países de la región, llevando a millones de personas a abandonar sus comunidades en busca del “sueño americano”que los saque de los problemas vividos en sus países de origen. Desde el año 2008, Panamá ha comenzado a experimentar la presencia de migrantes no tradicionales (somalíes, etíopes, bangladesíes, chinos e hindúes) que hoy día son reemplazados por otras nacionalidades de la región, como venezolanos, ecuatorianos, colombianos y haitianos que huyen de sus países. Esta crisis humanitaria ha sido aprovechada por organizaciones criminales de Colombia, que han encontrado una oportunidad para diversificar sus negocios ilícitos, principalmente el narcotráfico, mediante la explotación de los migrantes que deben pagar altas sumas de dinero para llegar a la frontera de Panamá a través del tapón de Darién. De acuerdo con InSight Crime, esta ruta, antiguamente utilizada por estos criminales como medio para el trasiego de droga, ahora es utilizada para la movilidad de los migrantes. Al llegar a Colombia desde sus países de origen, los migrantes viajan a Necoclí, uno de los once municipios que forman parte de la subregión de Urabá, localizado en el departamento de Antioquia. De ahí deben pagar entre 30 y 40 dólares para disponer de un bote a motor que los lleve hasta Capurganá o Sapzurro en Acandí, la última población de Colombia antes de empezar la travesía por el tapón del Darién. El Clan del Golfo, una organización criminal de Colombia, no ha pasado desapercibido la oportunidad de generar ingresos con los migrantes. Su cartera de negocios abarca la provisión de guías por la suma de 50 dólares, que varía dependiendo de las rutas establecidas, y otras más sofisticadas mediante vuelos que salen de Medellín al puerto de Buenaventura y de ahí en un buque hasta Panamá. Otra ruta es volar hasta San Andrés y de ahí en buques hasta Panamá. La amenaza más grave que sufren los migrantes no es solo el peligro de cruzar la selva, sino las violaciones sexuales a las que son sometidos, principalmente mujeres y niños. Si los migrantes no tienen los recursos económicos, la violación sexual se convierte en moneda de pago. En los centros de recepción en Panamá, en las entrevistas a los migrantes se conoce de estos hechos. No queda fuera el fenómeno de la trata de personas, que es característico en la ruta. Enfrentar a estos grupos criminales requiere un esfuerzo de Colombia para mitigar estos hechos criminales que se originan en ese país. Panamá ejerce el control correspondiente en la frontera, y donde sea capturado un criminal de estos grupos, es sometido a los procedimientos legales que correspondan. Finalmente, eliminar el fenómeno migratorio es imposible, pero sí controlarlo, manteniendo siempre el respeto a los derechos humanos, cumpliendo con el Derecho Internacional Humanitario y previniendo la llegada de bandidos a nuestro país. Debe ser un esfuerzo integral de todos los países comprometidos. EL AUTOR es licenciado en relaciones internacionales y fue asesor presidencial para asuntos de seguridad en el período 2019-2024. Eliminar el fenómeno migratorio es imposible, pero sí controlarlo, manteniendo siempre el respeto a los derechos humanos, cumpliendo con el Derecho Internacional Humanitario y previniendo la llegada de bandidos a nuestro país.

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