6A LaPrensa Panamá, sábado 13 de julio de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. 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La opinión de Hilde Álvaro Menéndez Franco (1932-1924) o las múltiples formas de la memoria Personaje Carlos Fong [email protected] El 10 de marzo de 1945, en la escuela de Pocrí, Rodrigo Miró leyó una conferencia en homenaje al poeta pocrieño Rodolfo Caicedo titulada: Hacia una visión panameña de nuestra historia. En esa velada cultural la voz del historiador pronunció la siguiente frase: “…es evidente, y altamente promisor, que ya empieza a dolernos Panamá”.Rodrigo Miró hacía referencia a Unamuno quien decía que “le dolía España”. “Me duele Panamá”, se escucha a coro en la actualidad, pero Miró, en la década de 1940, había advertido que era necesario buscar el remedio para ese dolor, y que la cura estaba en conocer los antecedentes de la historia clínica del país. “En el caso concreto de nuestro pueblo, si no nos adentramos en el conocimiento y en la interpretación de nuestra historia”, no vamos a encontrar la c ura. Álvaro Menéndez Franco falleció el jueves 4 de julio. Poeta, conferencista, orador, hombre de ideas y convicciones ideológicas y devoto de memorias históricas. Los que tuvimos el honor de conocerlo sabemos que siempre habló con entusiasmo de lo que más le gustaba que era la literatura y recordar aquellas anécdotas históricas que llenaron de gloria a la nación. Álvaro Menéndez Franco no fue un historiador sistemático con un desempeño científico para acopiar sus conocimientos en obras como lo han hecho los grandes historiadores en libros voluminosos de extraordinario valor histórico, pero don Álvaro tenía una memoria privilegiada que podía convertir una anécdota, una crónica o un simple semblante en un episodio épico. Álvaro Menéndez Franco nació el 25 de abril igual que Rogelio Sinán, pero en 1932. Escuchar a don Álvaro en una romería, en la presentación de un libro, en una oratoria de un evento patriótico, significaba dar una mirada retrospectiva a nuestra identidad nacional; era darse un baño con la memoria de un pueblo pequeño que tiene grandes identidades. Don Álvaro fue un hombre que cultivó formas de memorias infinitas. La muerte de Álvaro Menéndez Franco es, simbólicamente, la muerte de la memoria. Con su despedida sin retorno, como suele suceder con los hombres que han honrado y dignificado a la patria, y que han labrado con las palabras nuestra historia, también muere un poco la identidad, la panameñidad y la nacionalidad de un país que duele en su olvido porque día a día crece la indiferencia por los símbolos que nos dejaron los días idos. Los panameños no tenemos cultura de la memoria. Hemos descuidado las bibliotecas y museos, nuestros monumentos son un culto a la indiferencia, hasta los cementerios pagan la desidia administrativa, murales y bustos son devorados por el tiempo. Sin embargo, aún tenemos la oportunidad desde la educación y la gestión cultural de priorizar en la memoria como una posibilidad de reconstrucción del pasado, sin olvidar que al momento de retomar sus elementos su sentido y significado puede cambiar. Por eso ocurre el milagro de que la memoria es un conjunto de momentos que se rememoran en tiempos de crisis para fortalecer lo que realmente importa y darle nuevas posibilidades al presente. Cuando uno escuchaba a don Álvaro descubría el valor que tenían los recuerdos. Tal vez por allí deberíamos de empezar con una pregunta sencilla: ¿Qué es la memoria? ¿Qué significa recordar? ¿Existen formas de memoria? Podríamos pensar en una memoria histórica, una memoria colectiva, una memoria individual, una memoria social, una memoria política, una memoria ecológica…formas de memoria que debemos pensar y que, de pronto, no solo están en los libros y los museos, sino en las cosas que nos rodean, en los parques, en esa casa que alguien habitó, en ese sendero caminado. Cómo darle sentido a la memoria como don Álvaro lo hizo con una simple anécdota que se conectaba desde el pasado con el presente. Cómo la experiencia vivida del otro puede darle un significado a nuestra vida. Cómo nuestras narrativas colectivas y personales se tejen con los rituales cotidianos, con los grandes triunfos y fracasos de la nación; cómo puede ayudarnos a construir un destino el pasado. Tal vez a don Álvaro Menéndez Franco también le dolía el país, porque en su memoria cansada ya no había espacio para acumular los días de una patria también fatigada de tantos desaciertos e infortunios que han ido borrando lo que el ser panameño tenía de grandeza en el pasado. Hay memorias que se desplazan a través de la oralidad. Son más solidarias y sanadoras porque son parte de la memoria social. También hay memorias que se instalan de manera textual en periodos y cronologías precisas y a veces escritas desde el poder. Pero la memoria siempre será libre porque personas como don Álvaro Menéndez Franco le dan vida y sentido a la anécdota, al relato y la existencia para que Panamá nos duela menos. EL AUTOR es escritor Un futuro brillante basado en la juventud Partido Panameñista Luis A. Cigarruista Vargas [email protected] La reciente derrota electoral ha sido, sin lugar a duda, un golpe duro para nuestro partido. Sin embargo, lejos de sucumbir ante la adversidad, este momento nos ofrece una oportunidad invaluable para reflexionar, aprender de lo manifestado por el pueblo panameño en las urnas y, sobre todo, renovarnos. Es una ocasión para reinventar nuestra identidad y redefinir nuestro camino. Pero esta renovación no debe ser un simple eslogan o una frase para captar adeptos, sino una realidad tangible que se construye desde las bases hacia la cúspide, impulsada por la energía, la pasión y las ideas innovadoras de nuestros jóvenes, y no desde la intención de alguna persona en utilizar a un colectivo como vehículo para cumplir con sus intereses personales. La elección de un número significativo de jóvenes en las últimas elecciones es un reflejo claro de que este cambio está en marcha. Estos nuevos representantes de la juventud no sólo aportan la vitalidad y el entusiasmo propio de su generación, sino que también traen consigo una perspectiva renovada y fresca que es esencial para revitalizar nuestras instituciones y cargos públicos. Esta presencia en los puestos de liderazgo simboliza un cambio generacional necesario y una apuesta por el futuro que no podemos ignorar. Eso sí, entendiendo que sería un error dejar a un lado la experiencia de personas que han demostrado que desean lo mejor para el país y que tienen mucho que aportar. Nuestro partido cuenta con un grupo sólido de jóvenes profesionales, una fuerza vital que debe ser aprovechada al máximo. Estos jóvenes no solo están formados y han sido capacitados en base a la visión de un Presidente del partido que apostó por ellos, sino que también poseen una visión moderna y un deseo insaciable de mejorar nuestra sociedad. Su participación activa no debe ser una cuota obligatoria, sino entender que es el motor que nos impulsará hacia adelante. Representan la esperanza y esa brisa fresca que tanto necesitamos, y su involucramiento es una garantía de que nuestras políticas serán auténticas y efectivas, no simples promesas vacías. La renovación que tenemos que vivir va más allá de mostrar caras nuevas. Se trata de un cambio profundo que comienza desde nuestras bases, con una militancia comprometida, alejada de las prácticas clientelistas como “matraqueos ”para garantizar posiciones privilegiadas dentro de una estructura y conscientes de que el verdadero liderazgo se forja en el trabajo en conjunto y en la conexión genuina con las necesidades y aspiraciones del pueblo panameño. Entendiendo que el país está sobre todo interés personal. Es fundamental recordar que la verdadera fuerza de un partido radica en su capacidad de adaptarse y evolucionar. Esta derrota no nos define; nuestra respuesta a ella sí lo hace. A nivel nacional, hemos sido el segundo partido político con el mayor número de autoridades electas con 14 Alcaldías, 126 Juntas Comunales y, como no mencionar, a nuestra nueva bancada de 8 Diputados. Nuestra respuesta debe ser clara: renovarnos, fortalecernos y avanzar con una visión clara y unificada de hacer lo correcto. Tenemos la oportunidad de iniciar un proceso de construir un partido que no solo sea capaz de ganar elecciones, sino que también sea capaz de gobernar con sabiduría, justicia y con un compromiso inquebrantable de ser un aliado del pueblo panameño en la lucha para el bienestar de todos los ciudadanos, algo que históricamente nos identificaba pero que poco a poco nos fuimos alejando. La renovación no es solo una palabra; es una realidad que se debe construir desde el corazón mismo de nuestro partido, desde la base hasta la cabeza, a su tiempo y de forma organizada. Liderando con el ejemplo y demostrando que estamos listos para asumir el desafío de guiar a nuestro país hacia un futuro próspero y justo. Con la fuerza de nuestra juventud y la experiencia de nuestros líderes, estamos preparados para construir un Panamá mejor para todos. Es fundamental que todos los miembros de nuestro partido entiendan la importancia de este momento. La renovación no es una tarea fácil, pero es absolutamente necesaria. Requiere esfuerzo, dedicación, mucha organización y, sobre todo, unidad. Quiero que quede claro, este es un llamado a la unidad y al trabajo conjunto. Es el momento de mirar hacia adelante con optimismo y determinación. Juntos, podemos demostrar que nuestro partido no sólo habla de renovación, sino que la vive y la encarna en cada una de sus acciones. Con la fuerza de nuestra juventud y el compromiso de todos, hacia un futuro brillante para nuestro partido y nuestra nación. Creo firmemente en el potencial de nuestra juventud y en la importancia de su participación activa en todos los niveles del partido. Sé que muchos jóvenes y “viejóvenes”estamos decididos a trabajar incansablemente para asegurar que esta renovación se traduzca en nuevos liderazgos, fuertes y efectivos, capaces de enfrentar los retos del presente y del futuro con valentía y determinación. De aquí pa’lante, nuestro futuro dependerá de nuestros actos. EL AUTOR es abogado y miembro del Partido Panameñista.
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