prensa_2024_06_10

7A LaPrensa Panamá, lunes 10 de junio de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. La extinción de PAIS, lecciones aprendidas Partidos evangélicos Claire Nevache [email protected] LA AUTORA es investigadora del CIEPS Gobierno de empresa privada Nueva administración Mitchell Doens [email protected] Así describe el presidente electo su futuro gobierno, como si ello significara la gran panacea. Un gobierno de derecha que sugiere como prioridad al empresariado nacional. Ya se ha visto antes y, a menos que el martinellismo gobierne, tendremos en el futuro un gobierno de extrema derecha. Esta “teocracia ”empresarial replica un estilo de gobierno que desdeña al resto de las clases sociales; a las capas medias, a los trabajadores y a la población afectada por la pobreza. Prestigiosos pensadores norteamericanos, al analizar la crisis por la que atraviesa su país, denuncian estos tipos de gobiernos que, desde los últimos 40 años, favorecen a las élites empresariales. Señalan que el escenario político fue diseñado para consolidar su influencia sobre los partidos políticos, sobre las instituciones legislativas y judiciales, y para lanzar figuras al solio ejecutivo mediante sus medios de comunicación. Es harto conocido el papel que el complejo militar industrial, los grandes trustde gas y petróleo, los emporios financieros de Wall Street y las industrias de medicamentos ejercen en la vida de Estados Unidos y en el resto del mundo, proyectándose en el planeta mediante su hegemonía. A través del cabildeo, estas élites obtienen privilegios y contratos multimillonarios, a cambio de “donaciones”a políticos, quienes, cuando abandonan el poder, se ubican en altos cargos de sus empresas. Pensadores como Jeffrey Sachs y los ganadores del Nobel de Economía Paul Krugman y Joseph Stiglitz han descrito estas prácticas “teocráticas”como antidemocráticas y corruptas, las cuales han llevado al país a la degradación moral, a la pérdida del nivel de vida de su población y a serias confrontaciones. Acá en nuestro terruño, esta práctica corrupta de empresarios también se ha dejado sentir. Los mismos norteamericanos la predijeron en un informe producido por la DEA, la CIA, el Departamento de Estado, el Pentágono y el Departamento de Hacienda. Tras cuatro años de la invasión, dicho informe apuntaba que el país se había recuperado económicamente, la fuerza pública había dejado de ser beligerante y la democracia se consolidaba, ya que el PRD participaba en las nuevas reglas del juego. No obstante, agregaba el documento, un peligro acechaba la vida nacional. El lavado de dinero y el narcotráfico crecieron durante ese periodo cinco veces más que en los años en que Noriega ejerció el poder, y la élite empresarial de Panamá se enriquecía a consecuencia de ello, aumentando su influencia en las actividades políticas y controlando los medios de comunicación. Esas actividades se realizaban en la Zona Libre de Colón, en instituciones bancarias, en supermercados, en el expendio de bebidas y en la venta de gasolina, actividades de gran flujo de efectivo. El informe fue acompañado con nombres y apellidos de esos líderes empresariales de cada una de esas ramas económicas, destacando connotadas figuras de la vida social panameña, los cuales aparecen en los registros históricos del órgano Legislativo de aquel entonces. Desde el inicio en que se impulsaron las privatizaciones de las empresas públicas, esos líderes empresariales sacaron a relucir sus largos colmillos. El caso inicial más paradigmático de estas prácticas corruptas fue el sonado y escandaloso caso Cemis que, para impulsarlo, sobornaron a los gobernantes de turno, a líderes de la oposición y a diputados, con la “donación”de varios millones de dólares para su aprobación. Posteriormente, el corrupto gobierno del martinellismo, cuyo multimillonario líder provenía de estas élites empresariales, hoy condenado al igual que muchos de sus más cercanos colaboradores, empresarios en su mayoría, fue también un gobierno de la Sacro Santa empresa privada. Con un presidente designado a última hora por un atribulado Martinelli, ¿podemos pensar que la nación saldrá adelante de la degradación de valores y de la crisis socioeconómica por la que atraviesa? ¿Se desvinculará el presidente electo del martinellismo? Esperamos que sí. Pero tendrá que jugársela contra el martinellismo, pues estas prácticas corruptas son una realidad generalizada, iniciada, como señalaba el informe estadounidense, por las élites privadas, infiltradas en la vida política y social, en las instituciones del Estado; y, lo más lamentable, ocasionando en los barrios la muerte de cientos de jóvenes cada año por el pandillerismo y el tráfico de drogas. Para enfrentar esta dura realidad, no basta solo la acción del futuro gobierno que, ya de por sí, por su origen y por la presencia de algunos que lo formarán, deja muchas dudas e incertidumbres. En este escenario de deterioro de valores, no quedamos nadie por fuera, especialmente las élites privadas. EL AUTOR es abogado, ex ministro y ex secretario general del PRD. EL AUTOR es miembro de la Fundación Libertad. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores. El 4 de junio, el Tribunal Electoral confirmó que el Partido Alternativa Independiente Social (PAIS) no había alcanzado el umbral requerido del 2% de los votos válidos para conservar su inscripción como partido político. Esto constituye el segundo intento fallido de un partido evangélico en Panamá. Un partido evangélico ha sido descrito por la literatura académica como integrado y liderado por evangélicos que buscan llegar al gobierno de sus países bajo un mandato religioso. En varias ocasiones, los portavoces de PAIS han negado que su organización fuera un partido religioso. Sin embargo, una cantidad importante de su junta directiva tiene cargos ministeriales en iglesias, su presidente declaró en medios de comunicación que el partido estaba “fundamentado en la Biblia”, la inscripción del partido fue celebrada en las escalinatas del Tribunal Electoral con un shofar, un instrumento musical de tradición judía que también usan ciertas comunidades neopentecostales y, más recientemente, el partido postuló numerosos pastores y pastoras a cargos electorales. Podemos así definir a PAIS, según la tipología propuesta por Luca Ozzano, como un partido conservador de inspiración religiosa. En las elecciones de 1994, otro partido, Misión de Unidad Nacional (MUN), conformado por miembros de las Asambleas de Dios, intentó representar los intereses de la comunidad evangélica. Aprovechando las transiciones a la democracia y su promesa de apertura política e integración de nuevos actores a la representación política, se conformaron partidos evangélicos en muchos países de América Latina en los años 1980 y 1990. Algunos ejemplos de estos fueron el Movimiento Cristiano Independiente en Argentina, el Partido de Justicia Nacional en Nicaragua y la Alianza Nacional Cristiana en Costa Rica. Sin embargo, vale la pena subrayar que, con raras excepciones, estos partidos no fueron muy exitosos, logrando apenas la elección de algunos congresistas, permaneciendo así las comunidades evangélicas muy subrepresentadas en la política latinoamericana. En muchos casos, estas organizaciones desaparecieron por escasez de votos, como fue el caso de MUN en 1994. Después de negociaciones sin éxito con el Partido Panameñista, MUN finalmente conformó una alianza con Solidaridad, postulando a David Guerra como candidato a vicepresidente de Samuel Lewis Galindo. En una época en la que la feligresía evangélica en Panamá representaba aproximadamente el 7% de la población, MUN apenas obtuvo 9,304 votos (0.9% de los votos válidos). Algo similar ha sucedido con PAIS: a pesar de que la comunidad evangélica ha crecido enormemente, cuadruplicando su peso demográfico, apenas obtuvieron poco más de 2,000 votos. Los hechos descritos confirman varios hallazgos anteriormente expuestos por la academia para otros países latinoamericanos. El primero es que no existe un voto evangélico homogéneo. Es decir, la comunidad evangélica no vota de forma uniforme. Aunque tienen creencias y prácticas religiosas comunes, ello no significa necesariamente que conforman un bloque político ni que siguen instrucciones políticas del pastorado, como se asume frecuentemente. En estudios anteriores, he podido mostrar que los evangélicos panameños votan exactamente igual que el resto de la ciudadanía panameña, al menos en lo que a elecciones presidenciales se refiere. El segundo elemento es que los y las evangélicas padecen un déficit de representación crónico. Para periodos anteriores, mostré que la proporción de evangélicos presentes en la Asamblea Nacional panameña era bastante inferior a su proporción en la población. Esto va de la mano con el hecho de que la población evangélica a menudo reúne otras características que resultan en una marginalización en el campo político: es una población feminizada, joven y con escaso acceso a bienes y servicios. El tercer elemento de estas elecciones que confirma lo que la ciencia política ha podido establecer sobre los lazos entre religión y política en América Latina es que las personas evangélicas suelen tener más posibilidad de acceder a la representación política a través de partidos políticos “tradicionales ”o no religiosos. En esta elección, el ejemplo probablemente más evidente es el de Ernesto Cedeño, que ha hecho públicas sus convicciones espirituales y que fue electo a través de un partido que no lleva esta identidad religiosa como bandera. El cuarto y último elemento es un aprendizaje que nos viene del país vecino. Bibiana Ortega, una politóloga colombiana que ha estudiado los partidos evangélicos del continente, nos enseña que los partidos evangélicos que logran ser duraderos y obtener una representación política continua a lo largo de varios periodos políticos son los que diversifican sus plataformas políticas. Es el caso del partido MIRA (Movimiento Independiente de Renovación Absoluta) en el país andino, que es el partido evangélico más longevo del continente desde el año 2000 y que logra algunos escaños en cada elección. Se ha caracterizado por extender sus propuestas políticas en temas y ámbitos no directamente vinculados con los temas valóricos o religiosos, como por ejemplo en el de discapacidad o empujando las reformas de paridad y las leyes de no discriminación. Salud fiscal de Panamá, desafío gubernamental Tareas Bryan Townshend Bahamón [email protected] Asolo dos semanas de que entre en funciones el nuevo gobierno, el partido saliente emitió bonos por $1,400 millones a una tasa cercana al 7%, en un último esfuerzo que tensa la caja estatal y lleva una vez más el déficit fiscal al límite más alto posible. Debemos repasar las variables de las cuentas nacionales que esperan al nuevo presidente de Panamá. El Producto Interno Bruto (PIB) de Panamá creció un 7.3% en términos nominales, por lo que, tomando el último informe trimestral del Ministerio de Economía yFinanzas(MEF)amarzode2024, podría decirse que Panamá tiene una relación Deuda/PIB de aproximadamente 63% (sin contar la última emisión de $1,400 millones). Esta misma caja registró un déficit fiscal del 2.95% para 2023. Los bonos soberanos han alcanzado un valor del 9%. La percepción de la ciudadanía sobre la corrupción es desalentadora y la calificación de grado de inversión no está cerca de ser recuperada. Además, hay escándalos como las negligencias en la publicación del balance fiscal de Panamá, el problema de la minería de cobre sin resolver y la gran herida institucional que nos han dejado los numerosos problemas con las entidades gubernamentales. Desde una perspectiva económica, al nuevo presidente le espera una labor titánica y hasta bochornosa al intentar limpiar el nombre de nuestro país. Hay múltiples proyectos de infraestructura que no deben ser abandonados, proyectos de ley que son beneficiosos para nuestra ciudadanía y que deben ser aprobados, y una Asamblea cuya democracia se ve comprometida debido a las tantas impugnaciones que se están dando. Tenemos la suerte de que el nuevo mandatario ha mantenido un discurso calmado y ha logrado convencer al panorama internacional de que su postura proempresa será predominante para la recuperación de los eslabones sueltos que desangran a nuestro país. Esto no es motivo para dejar de lado lo importante, y levantamos nuestra bandera como fundación para dejar sentado públicamente lo que consideramos debe darse obligatoriamente para nuestro país. Debemos volver a respetar el techo de la relación Deuda/PIB al 40%. El gobierno de Martín Torrijos logró concretar esta hazaña, lo que fue uno de los motivos por los cuales se nos consideró como un país con grado de inversión. Tenemos que reducir significativamente la planilla estatal, sea por el medio que sea. La cantidad de funcionarios públicos que desangran las arcas del Estado aumentó a 5,000 unidades mensuales (promedio) durante este gobierno. Y si bien es cierto que hay múltiples funcionarios que trabajan honestamente y han llevado la batuta del trabajo con honor y medallas, hay un gran porcentaje que está embotellado en su puesto, solo velando por sus intereses corruptos e irrespetuosos con la ciudadanía. El gobierno debe obligarse a la austeridad, además del realzamiento del honor de este país como uno de los centros con mayor potencial de negocios. Y esta parte es para la ciudadanía: nuestra responsabilidad es hacer valer nuestros impuestos de manera correcta. El nuevo presidente no es un mesías; tiene un mandato constitucional que cumplir y debemos ser capaces de exigirle la correcta ejecución de sus labores. También debemos ser capaces de organizarnos y exigir que nuestra calidad de vida progrese con el posicionamiento proempresa de este nuevo gobierno. EL AUTOR es miembro de la Fundación Libertad.

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