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7A LaPrensa Panamá, jueves 6 de junio de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Panamá en la Guerra de las Galaxias Metáfora Julio Linares [email protected] El caudillismo, la pobreza y la polarización es lo que vivimos en Panamá. Un país rico, lleno de pobres, un delincuente asilado y condenado, pero acaudillado porque “robó, pero hizo”y un país polarizado entre los Jedi y el lado oscuro de la fuerza, mientras un C-3PO con mascarilla, cuenta sus últimos días en el taburete. Es cuando el pesimismo se esparce, el populismo se empodera y el autoritarismo se aprovecha. Y así hemos sobrevivido como ciudadanos los últimos treinta años, esperando que eso cambie cada cinco en la elección, sin lograrlo. ¿Por qué? Porque estamos esperando que otros actúen por nosotros. ¿Para qué? Defender la libertad, denunciar el abuso de poder, combatir el crimen y confrontar la corrupción. Pero somos cómodos. No queremos entrar en conflicto, asumir costos ni liderar la resistencia. Y en esa comodidad de hoy, en espera de un Luke como Juan Diego Vásquez o de un Han Solo como Ricardo Lombana, renació el mediocre (a lo gobierNito) con Jabba el Hutt dando órdenes a diestra y siniestra desde la Comisión de Presupuesto, porque la experticia pasó de moda y el talento aburre. Vimos y escuchamos al 8 x 4 = 40 bailar, cantar y simular a Kylo Ren en el despertar de la fuerza. Pero en la elección ni R2-D2 votó por él. Ya no sabemos distinguir entre el absolutismo de Darth Sidious y el orden liberal de Padmé Amidala. Ya nadie defiende sus ideas como el maestro Qui-Gon Jinn. Mejor es recibir un plato de lentejas (o menos que eso) y encima, infectas. Ya nadie quiere superarse, por esperar al que traerá ese chen chen que vendrá del planeta Tatooine o del destruido Alderaan de la princesa Leia, quien se quedó sin chicha, calabaza y miel. El conocimiento, el intelecto, los hechos, la ley, los méritos o la experiencia de un Obi-Wan Kenobi quedaron atrás. Ahora están la falacia, el clientelismo, la trampa, la burla, la argucia, la mentira y el crimen de Darth Maul y su pandilla de narco políticos reelectos en la Asamblea Nacional, para superarse económica y socialmente. Al punto de que, si alguien de abajo alcanza al de arriba, está bien, no importa cómo, porque tenía ese derecho. O si el de arriba se aprovecha para mandar y atropellar, mejor, si el de abajo sobrevive con su pavo y su paila para que le engorden la panza, aunque viva en un mar de pobreza, de basura y de limitaciones como Dagobah, aquel planeta abandonado donde se autoexiló y murió Yoda. Total, si ni les importa a estos rebeldes sin causa, sin deseos y sin ideales. Porque este es el Panamá que estamos construyendo, para mantener al pobre ignorante y pobre. Un sistema que le impida pensar al ciudadano, mientras el gobernante solo le interesa desaparecer su propia pobreza y la de allegados, como el villano Wilhuff Tarkin que interpretó magistralmente Peter Cushing, incluso con inteligencia artificial después de fallecido el actor. El resto que se fastidie, mientras los clones sigan votando por los corruptos para que el imperio contraataque. El crimen organizado de los Sith crece en un país, con la complacencia de quienes deben confrontarlo, a saber, autoridades disfrazadas de “s torntroopers”. Las que, a su vez, como el Conde Dooku, son elegidas y reelegidas por quienes se decantan por la plata en el bolsillo, que nadie ve. Y así llegan al poder ungidos como Anakin, hasta que estos decidan rebelarse por el bien común. Entonces tendremos la confrontación entre el investido camuflado de Jedi y un Sith delincuente en búsqueda de su propia impunidad. Y se formará el barrio de trifulca desde la Asamblea Nacional, presidida por el molestoso Jar Jar Binks y convertida en esa Estrella de la Muerte que, desde la Guerra de las Galaxias, terminó hechas trizas. Algunos dirán que esta metáfora galáctica es el Panamá de hoy, pero de no serlo, se parece. No soy ni seré por mucho tiempo parte de un gobierno, o nunca porque ya soy tercera edad, aunque no lo crea ni me lo parezca; así como George Lucas nunca actuó en su propia saga. Y además, por no tener la experiencia de haber trabajado jamás en el Estado, no generaré esa confianza; así como James Earl Jones nunca fue más allá de ser la mítica voz de Darth Vader. De lo que estoy seguro es que nunca llegaría al poder imaginando un tren, fingiendo una originaria o inventando el chen chen. Hay demasiadas necesidades en el Panamá de hoy, que podemos priorizar para superar los obstáculos. Y en el medio de la parodia entre Palpatine en la embajada y Vader en el gobierno, esperemos que el discípulo se rebele para acabar con este imperio de corrupción e impunidad que nos ha carcomido desde hace años luz, en esta galaxia llamada Panamá. Este es el Panamá que estamos construyendo, para mantener al pobre ignorante y pobre. Un sistema que le impida pensar al ciudadano, mientras el gobernante solo le interesa desaparecer su propia pobreza y la de allegados. EL AUTOR es abogado La realidad de la comunidad LGBTIQ+ en Panamá Diversidad Stephanie Pita [email protected] En Panamá, persisten barreras que afectan la calidad de vida y la seguridad de las personas LGBTIQ+. Las personas LGBTIQ+ enfrentan desafíos específicos que representan un riesgo para su salud mental debido a que experimentan estresores sociales, crónicos distintos y particulares debido a sus identidades estigmatizadas, las cuales son producto de la discriminación y prejuicio social. Diversos autores evidencian factores de riesgo específicos para las personas sexualmente diversas, en donde figuran la discriminación legal (falta de leyes que protejan los derechos de las personas LGBTIQ+), exclusión, acoso, falta de servicios de salud inclusiva o negación de estos por motivos de orientación sexual e identidad de género y las prácticas de conversión. Un claro ejemplo de estos desafíos se refleja en la imposibilidad que enfrentan las parejas del mismo sexo en Panamá para formalizar cualquier tipo de unión legalmente reconocida. La evidencia disponible demuestra que las personas LGBTIQ+ experimentan beneficios psicológicos significativos cuando se encuentran en una relación legalmente reconocida, ya sea mediante el matrimonio entre personas del mismo sexo u otras formas de uniones legalmente reconocidas, como uniones civiles o parejas de hecho registradas. Estos beneficios psicológicos pueden atribuirse tanto a ventajas económicas tangibles, como el acceso a seguros médicos, como a una mayor sensación de estabilidad en la relación derivada del reconocimiento legal del compromiso matrimonial. Además, se han evidenciado efectos positivos relacionados con la intimidad, la cercanía, así como un incremento en el respaldo emocional y la autoestima, subrayando la importancia del reconocimiento legal en el bienestar psicológico de las personas L GBTIQ+. Entre otros desafíos que experimentan, se encuentran arraigadas las prácticas de conversión, intervenciones utilizadas con la intención de cambiar la orientación sexual, la identidad de género o la expresión de género de una persona. Este fenómeno se manifiesta de manera particular en el caso de individuos pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+. Dichas prácticas, más allá de carecer de fundamentos científicos, pueden desencadenar malestar psicológico y problemas significativos de salud mental, subrayando así las consecuencias perjudiciales de la discriminación y la persecución basadas en la orientación sexual e identidad de género. A pesar de este panorama, es lamentable observar que Panamá carece de una política pública consolidada, leyes o reglamentos específicos que reconozcan y protejan los derechos fundamentales de las personas LGBTIQ+. Este vacío legal se vuelve aún más crítico a la luz de la evidencia científica disponible, que subraya la realidad preocupante que enfrentan las personas LGBTIQ+ a nivel de salud mental. La sensibilización, la educación y la implementación de políticas inclusivas son pasos cruciales para crear un entorno más seguro y equitativo para todas las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género. LA AUTORA es asistente de investigación en Fundación Iguales Trump frente a la justicia Estados Unidos Betty Brannan Jaén [email protected] Creo que como Donald Trump ha pensado toda su vida que las leyes no se aplican a él, fue un shockverse condenado la semana pasada de 34 cargos penales de falsificación de documentos comerciales. Carecen de fundamento todas sus acusaciones desde entonces sobre las supuestas manipulaciones del juez y del fiscal, y sus ataques a la ilegitimidad de todo el sistema judicial estadounidense. El sistema estadounidense de justicia penal tiene muchas fallas, cierto; pero Trump y sus abogados de muy alto perfil pudieron aprovechar al máximo todos derechos del debido proceso, ventaja que imputados menos afortunados no poseen. Lo que de veras enfurece a Trump, es que él quiere estar por encima de la Ley, no sometido a ella como tiene que ser en una democracia. Con su acostumbrada hipocresía y doble moral, quiere que la Ley castigue duramente a todos menos a él mismo. Recordemos, por ejemplo, el caso del “Central Park Jogger”. En 1989, una joven que estaba jogging(trotando) en el Parque Central de Nueva York fue brutalmente asaltada y violada. Cinco muchachos –negros y latinos-- que se encontraban en el parque fueron arrestados e interrogados hasta que confesaran. A pesar de que no había evidencias físicas que los vincularan al crimen, los cinco muchachos fueron condenados y sentenciados a prisión. En reacción al caso, Trump –a la época conocido meramente como empresario multimillonario, no político-- tuvo a bien pagar anuncios de página entera en todos los diarios de la ciudad pidiendo que “Devuelvan la Pena de Muerte”en Nueva Yo r k . En 2002, otro hombre confesó que él, actuando solo, había cometido el crimen y pruebas de ADN confirmaron su culpabilidad; una investigación validó la inocencia de los cinco muchachos y reveló que las confesiones habían sido falsas, obtenidas bajo presión extrema. Los “Central Park Five”fueron absueltos Trump quiere estar por encima de la Ley, no sometido a ella como tiene que ser en una democracia. Con su acostumbrada hipocresía y doble moral, quiere que la Ley castigue duramente a todos menos a él mismo. LA AUTORA es periodista Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. 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El supuesto crimen que Trump le achacaba a Clinton era mal manejo de documentos secretos en su celular, cosa mil veces menos reprochable de lo que hemos aprendido de Trump desde entonces. Pero en esa campaña en que Trump pretendía encarcelar a Clinton por mal manejo del celular, simultáneamente se jactaba de que él “podría abalear a alguien en la Quinta Avenida ”sin pagar precio político alguno. Y él todavía piensa así; sus abogados han tenido la osadía intolerable de argüir ante los tribunales que la inmunidad presidencial es tan absoluta que un mandatario hasta puede ordenar el asesinato de un rival político sin ser procesado penalmente. Con eso llegamos a la condena actual. ¿Qué precio pagará Trump por los delitos de los que ha sido condenado? Políticamente, probablemente ninguno y la condena hasta quizás lo ayude; hay que esperar para ver. Judicialmente, casi nada; en Estados Unidos no se acostumbra privación de libertad para delitos no violentos cuando el imputado no tiene condenas anteriores. Pero más importante es preguntar esto: ¿Cuál es el precio para un país cuando no se es fiel a principios de debido proceso e igualdad ante la Ley, hasta para presidentes? ¿Y qué precio pagará un país que elige un presidente que no cree en esos principios ni en los más elementales preceptos de democracia y decencia?

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