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8A LaPrensa Panamá, miércoles 5 de junio de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Evaluación del riesgo país y su impacto en la política tributaria Inversiones Luis E. Ocando B. [email protected] La evaluación del riesgo país es un elemento crucial que impacta directamente la confianza de los inversionistas y las decisiones estratégicas de los gobiernos en cuanto a su política fiscal y tributaria. Este término se refiere a la capacidad y disposición de un país para cumplir con sus compromisos financieros, evaluadas por agencias calificadoras que orientan a los inversores sobre la estabilidad y seguridad de invertir en ese país en particular. Cuando un país recibe una baja calificación de riesgo, esto implica una percepción de mayor incertidumbre o inestabilidad, lo que resulta en costos financieros más altos para dicho país. Esto se debe a que los inversores demandan una compensación mayor por el riesgo adicional al invertir en un entorno menos seguro. Como consecuencia, el gobierno puede verse obligado a aumentar las tasas de interés de su deuda pública para atraer inversores, lo que podría tener efectos negativos en la economía nacional. El aumento de las tasas de interés puede llevar al gobierno a implementar medidas fiscales más estrictas, como incrementar impuestos con el objetivo de aumentar los ingresos estatales y cumplir con sus compromisos financieros. Sin embargo, incrementar los impuestos podría desmotivar la inversión y el consumo, lo que posiblemente frene el crecimiento económico. Por otra parte, reducir el gasto público es una alternativa que puede ayudar a equilibrar los presupuestos, pero también podría acarrear efectos negativos como la reducción de servicios públicos y un posible impacto en el bienestar social. En contraste, una alta calificación de riesgo país indica que un país se percibe como un lugar seguro para invertir. Esto permite al gobierno obtener financiamiento en condiciones más favorables, como tasas de interés más bajas, lo cual disminuye el costo de la deuda y libera recursos para otras áreas. Asimismo, una buena calificación de riesgo país otorga al gobierno la flexibilidad necesaria para implementar políticas fiscales expansivas, tales como aumentar el gasto en infraestructura o programas sociales, o incluso reducir la carga impositiva sobre ciudadanos y empresas, lo cual puede estimular la economía y fomentar la inversión. Es claro que la evaluación del riesgo país juega un papel crucial en la elaboración de políticas fiscales y tributarias. Una calificación positiva puede fortalecer la confianza de los inversionistas, mejorar las condiciones para acceder a financiamiento y contribuir a crear un entorno económico estable y favorable para el crecimiento. Por el contrario, una evaluación desfavorable podría restringir las opciones de política económica del gobierno y complicar la ejecución de estrategias destinadas a fomentar el desarrollo económico. Para elevar la calificación de riesgo país, es crucial que los gobiernos mantengan unas finanzas públicas sólidas, fomenten la transparencia y estabilidad económica, y lleven a cabo reformas estructurales que impulsen la competitividad y sostenibilidad a largo plazo. Estas reformas pueden abarcar desde mejorar la eficiencia del gasto público hasta combatir la corrupción, promover la educación y la salud, así como crear un entorno propicio para las actividades empresariales. La futura administración, que asumirá el liderazgo del país a partir del 1 de julio de 2024, se enfrentará al reto de mejorar la calificación de riesgo en Panamá. Este objetivo requerirá una colaboración coordinada entre el gobierno, los ciudadanos y los inversores. Aunque las reformas estructurales necesarias para lograr este propósito puedan resultar difíciles en un principio, son cruciales para asegurar beneficios a largo plazo para todos los sectores de la sociedad. En resumen, la calificación de riesgo país ejerce un impacto significativo en las políticas fiscales e impositivas de una nación y puede tener una influencia considerable en toda su economía. Es fundamental que la nueva administración se esfuerce por fortalecer la estabilidad financiera y económica con miras a mejorar su calificación crediticia, lo cual resulta crucial para fomentar un entorno propicio para el desarrollo económico y la atracción de inversiones. Una calificación positiva puede fortalecer la confianza de los inversionistas, mejorar las condiciones para acceder a financiamiento y contribuir a crear un entorno económico estable y favorable para el crecimiento. EL AUTOR es consultor tributario y country managing partner de EY. La planificación urbana y el reto de la movilidad Planes José Blandón [email protected] En Panamá, han existido numerosos esfuerzos de planificación. Lo malo es que pocas veces se ejecuta lo planeado y casi nunca se le da seguimiento de un gobierno al otro. Veamos, por ejemplo, lo que ha ocurrido con la planificación existente sobre movilidad para el área metropolitana (Panamá, San Miguelito, Arraiján y La Chorrera). Existen, al menos, cuatro documentos que son relevantes: el Plan Integral de Movilidad Urbana Sustentable (Pimus, 2016), el Plan Maestro del Metro, el Plan de Desarrollo Urbano de las Áreas Metropolitanas del Pacífico y del Atlántico (2018) y el Plan de Ordenamiento Territorial del Distrito de Panamá (POT, que entregamos en 2019 y se aprobó con cambios en 2021). De estos cuatro, al que más esfuerzo se le ha metido en implementarlo ha sido al Plan Maestro del Metro. Existen dos líneas ya en operación y una tercera en construcción, que ha tenido significativas demoras por un cambio en su diseño. De acuerdo con dicho plan, en un plazo de unos treinta años, tendríamos siete líneas del metro operando en toda el área metropolitana. Un cambio tan radical en la movilidad urbana amerita cambios sustanciales que le acompañen. En otras palabras, hay que ajustar las ciudades a la realidad del metro. Eso conlleva cambios de paradigmas, rompiendo con viejos prejuicios. Como aquel que afirma erróneamente que en Panamá “nadie camina”y“la mayoría tiene carro”. Las cifras arrojan una realidad muy distinta. Por la necesidad de abordar la problemática de la movilidad desde una óptica distinta, desde 2016, el Pimus plantea un cambio en la institucionalidad: concentrar todo en una sola institución y pasar de una Autoridad Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT) a una Autoridad MetropolitanadeMovilidad.Elcambio no es meramente semántico, sino muy de fondo. Supone entender que no se trata de mover carros, sino personas y que estas también se movilizan a pie, en bicicleta y de otras formas. También significa entender que el reto de la movilidad es mejor atendido desde lo local y no desde el Gobierno central. Lamentablemente, desde 2016 para acá, ningún gobierno ha hecho realidad ese necesario cambio institucional. En desarrollo del Plan Maestro del Metro, el Miviot aprobó planes parciales para las áreas de influencia de la Línea 1 (2013) y la Línea 2 (2019) del metro. Ambos proponen intervenciones específicas alrededor de cada estación del Metro. Por ejemplo, para la estación de la 5 de Mayo, recomiendan la recuperación de la Peatonal como conexión peatonal entre esta estación y el Casco Antiguo, lo cual comenzamos en mi período como alcalde. Igualmente, le dimos seguimiento a lo recomendado para la estación de Vía Argentina. Sin embargo, todavía queda muchísimo por hacer para aprovechar al máximo el potencial de un sistema de transporte rápido, eficiente y cómodo. Pongo este tema sobre la mesa en vísperas de un nuevo gobierno, con la esperanza de que no se ignoren todos los esfuerzos de planificación preexistentes y se les dé seguimiento. El país pierde tiempo y millones cuando se improvisa. EL AUTOR es presidente del partido Panameñista. La insurrección de los náufragos Gobierno Roberto Brenes P. [email protected] Los resultados electorales y la difícil situación socioeconómica no dejan duda alguna de que el país exige cambios de fondo y de rumbo político. Sin embargo, son los grandes perdedores de las recientes elecciones, sin votos, sin discurso y sin prestigio, los que buscan torcer la voluntad popular. Esto hay que pararlo. En el último año, escribí cuatro artículos que bauticé “Desde el Titanic”y que, en buena medida, vaticinaron a dónde iba a desembocar este gobierno autista y corrupto. El primero de ellos, “Insurrección en el Titanic”, señalaba cómo los políticos “se peleaban las sillas en el comedor del buque”mientras el país, como el Titanic, capitaneado por el mecenas de la corrupción, temeroso e incompetente, iba a toda máquina hacia un porrazo fatal contra el enorme témpano de problemas ignorados. Y, en efecto, el 5 de mayo nos dimos el porrazo contra el témpano, con efectos devastadores para el gobierno y sus adláteres. La ciudadanía les pasó la factura completa por su incompetencia y su cobardía. La política tradicional ha quedado relegada a retazos, por aquí y por allá. El encontronazo también ha traído, en tiempo real, la inminencia de los problemas nacionales como la posible quiebra de la Caja del Seguro Social y el abultado malgasto público y, de allí, el masivo endeudamiento, donde hay poca flexibilidad para mitigarlo a corto plazo. Como la tragedia del Titanic, hay muertos y desaparecidos en un mar frío y oscuro. Y, a diferencia de la película, la tragedia no la salva un puñado de idealistas que ven venir el bloque de problemas y que, casi de la nada, se yerguen como una nueva fuerza política ávida de reflotar el barco y mejorar las cosas. Estos serán los protagonistas de una arena política donde la fuerza y la influencia de los gamonales quedó hecha añicos por la sabiduría y astucia del panameño de a pie, que cada 5 años nos da lecciones de dignidad. Pero, desafortunadamente, a pesar del porrazo, todavía flotan alrededor del témpano una buena cantidad de náufragos, aquellos que se peleaban el puesto en el comedor para ver quién chupaba más de la plantilla paralela. Ahí están, unos electos y otros no, mojados y muertos de frío, pero tratando a toda costa de subirse a los barcos salvavidas, y usando para ello todas las argucias de su arsenal politiquero. Este “sálvese quien pueda”, si lo dejamos correr libremente, puede echar para atrás los grandes logros del voto popular y, con ello, la posibilidad de que, ahora, después de 15 años, podamos cambiar el torcido rumbo político. Las pretensiones de los náufragos son poder, con la ayuda de un Tribunal Electoral históricamente zigzagueante, pero al final del lado del partido grande, modificar la composición de la Asamblea y devolverle al “establishment ”partidista fuerza para retener el penoso status quo que tanto daño ha hecho a la democracia y la justicia. Y si no de una forma permanente, lograr congelar las impugnaciones hasta que ya no puedan y, con ello, proporcionarles un “interregno”parla - mentario a los náufragos, para “acomo - darse”. Con todo respeto, les advierto al Tribunal y a los náufragos: ¡No insistan en sus torcidas aspiraciones! Primero que todo, por una vez en la vida, “náufragos y náufragas”, lean la magnitud y el sentido del voto popular. A pesar de los miles de millones que malversaron del dinero público y de la posición de privilegio que les ha conferido la ley electoral, ¡el pueblo los echó! No solo les negó el voto, sino que el sabio soberano ungió a una nueva generación de políticos. Y no han sido solo los diputados de Vamos y Moca. En los mismos rancios partidos, al menos la mitad de los que sobrevivieron el degüello electoral son diputados jóvenes de nuevo cuño. Así que intentar forzar una situación que el votante ya superó no les va a devolver la hegemonía que otrora tuvieron. ¡Recojan y a cuidar nietos! Segundo y más importante, el país está jodido, bien jodido. Los años de malos gobiernos, corrupción y despilfarro requieren ahora un manejo recto y estricto. Un manejo casi milagroso, diría. El país necesita gobernabilidad y estabilidad. Náufragos, que todo lo que quieren son prebendas, botellas y exoneraciones, poco le sirven al país. Es tiempo de reflotar la nación, de llevar al dique seco la estructura financiera del Estado, de ponerle salvavidas nuevos a la red social. Y, allí, no caben las prebendas pequeñas y los chantajes de recámara. Que quede claro: no estoy escribiéndole a los náufragos. A ellos, les hago una petición respetuosa. Me estoy escribiendo a mí mismo y a mis compatriotas de todas las clases, que hicieron posible este milagroso voto. Ahora tenemos que defender el resultado de las elecciones. Sería muy triste que dejemos que este cambio nos lo arrebaten los que ya tiramos por la borda. La ciudadanía les pasó la factura completa por su incompetencia y su cobardía. La política tradicional ha quedado relegada a retazos por allí y por allá. EL AUTOR es banquero. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Aviso sobre el uso de Inteligencia Artificial Este periódico emplea inteligencia artificial (IA) para asistir en la edición de contenidos y mejorar la experiencia de lectura. Garantizamos que todo contenido publicado es creado y rigurosamente revisado por nuestro equipo editorial antes de su difusión. Utilizamos la IA como herramienta de apoyo para asegurar la precisión y calidad de la información que entregamos a nuestros lectores.

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