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10A LaPrensa Panamá, martes 26 de marzo de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Desalinización: Hacia una nueva gestión hídrica, sostenible e innovadora Recursos hídricos José Simmonds [email protected] Hay escasez de agua, esencial para la vida y motor del Canal de Panamá, debido a la crisis climática global y al fenómeno de El Niño. En 2023, se registró una reducción del 25.6% en la precipitación acumulada en la Cuenca hidrográfica del Canal de Panamá, la más baja en 73 años. El aumento de la temperatura ha provocado una disminución en los niveles de agua de los lagos Gatún y Alhajuela, principales fuentes del canal, que también abastecen a dos millones de personas en Panamá, Colón y Panamá Oeste. Esta situación crítica está afectando la capacidad instalada del canal. Desde el consumo humano hasta la agricultura y la conservación del medio ambiente, el agua es esencial. Es fundamental considerar cómo nuestras acciones impactan su accesibilidad, su calidad y su gestión. Nuestro Canal utiliza agua dulce en lugar de agua de mar, como lo hace el Canal de Suez. Cada tránsito requiere aproximadamente 200 millones de litros de agua dulce. La crisis del agua en otras regiones del país se atribuye a la falta de infraestructuras para su tratamiento y distribución, más que a la escasez de lluvias. El Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales suministra agua al 76% de la población en localidades con más de 2,000 habitantes, pero la demanda supera la oferta. El crecimiento poblacional ha sido muy rápido en los últimos años, pero no se han construido al mismo ritmo las infraestructuras de suministro y tratamiento del agua, lo que ha mantenido la producción de agua estancada. Es urgente identificar y desarrollar nuevas fuentes e invertir en ellas para abastecer de manera sostenible e innovadora a la población y al Canal de Panamá. Se requiere una política público-privada integrada, así como una cultura de consumo responsable y la aplicación de ciencia e innovación para impulsar soluciones efectivas. Una de las principales propuestas para abordar el problema del agua en el mundo es la implementación de plantas desalinizadoras de agua de mar. Países en todo el mundo han adoptado esta tecnología para hacer frente a la escasez de agua dulce. Destacan casos como los de Estados Unidos, Israel, Kuwait y Omán. En particular, Omán y Kuwait son países con una demografía similar a la nuestra. Respecto a Estados Unidos e Israel, nuestra nación mantiene sólidas relaciones diplomáticas bilaterales, lo que podría facilitar un intercambio de conocimientos, apoyo tecnológico y desarrollo de capital humano. La desalinización implica eliminar la sal del agua de mar para convertirla en agua potable o adecuada para otros usos. Estas plantas emplean la tecnología de Ósmosis Inversa. El agua de mar se somete a presión a través de una membrana diseñada para retener las sales y otros contaminantes, produciendo así agua potable. Esta tecnología es altamente eficiente y presenta la ventaja adicional de que el residuo, conocido como salmuera, puede utilizarse para la producción de energía eléctrica renovable mediante el proceso de “energía osmótica”. Aprovechar esta posibilidad convertiría el proceso de estas plantas en ecoamigable y sostenible, además de contribuir al abastecimiento de agua para el consumo humano. Esto aliviaría la presión sobre la cuenca del Canal de Panamá y ayudaría a satisfacer parte de la demanda energética en el país, lo que podría resultar en una disminución de los precios y una diversificación de la matriz de producción eléctrica hacia una opción más sostenible para el medio ambiente. La implementación de plantas desalinizadoras de agua de mar en Panamá no solo ayudaría a garantizar un suministro de agua confiable para mantener la competitividad del Canal de Panamá, sino que también beneficiaría a comunidades enteras y escuelas que actualmente carecen de acceso a agua potable. Al proporcionar una fuente sostenible de agua dulce, estas plantas contribuirían directamente a mejorar la calidad de vida de la población y apoyarían el crecimiento económico del país. La inversión en tecnologías de desalinización no solo cumpliría con las necesidades operativas del canal, sino que también tendría un impacto significativo en el bienestar y en el desarrollo de las comunidades panameñas. Identifiquemos fórmulas innovadoras que nos beneficien a todos. Juntos, podemos impulsar un cambio positivo para abordar nuestros desafíos hídricos y mejorar nuestras vidas. Es urgente identificar y desarrollar nuevas fuentes e invertir en ellas para abastecer de manera sostenible e innovadora a la población y al Canal de Panamá. Se requiere una política público-privada integrada, así como una cultura de consumo responsable y la aplicación de ciencia e innovación para impulsar soluciones efectivas. EL AUTOR es miembro de Jóvenes Unido por la Educación y Egresado del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana 2021 Felicidad y deuda Informe Pedro Crenes Castro [email protected] Panamá figura como el país número 39 en la lista de los países más felices del mundo, tres puestos más abajo que España, el número 36, de 143 países. “Los autores coinciden en que el Informe Mundial sobre la Felicidad se ha convertido en un recurso indispensable para satisfacer el creciente interés mundial en priorizar la felicidad o su bienestar en la formulación de políticas gubernamentales”, y uno se pregunta, en serio, si los gobiernos se leen estos informes y si la gente sabe de verdad qué es bienestar o felicidad. El gobierno saliente, el de Nito y su combo, no creo que se haya leído ni este ni ningún informe porque, en contra de cualquier felicidad o bienestar posibles, ha conseguido duplicar la deuda pública, mientras que la Asamblea duplicó su planilla el pasado 2023. La felicidad es, para los más sin vergüenzas, aprobar en cinco minutos la creación de un nuevo distrito y corregimientos en la tierra de Tristán Solarte. La felicidad es un estado al que siempre estamos intentando ir, que alcanzamos un instante y luego se pasa. La felicidad, su búsqueda, es parte de la vida, pero no es un fin en sí mismo, eso no existe. Lo que es muy real y concreto es la deuda que va a lastrar al gobierno entrante, que tendrá que llevar a cabo con pocos recursos sus promesas electorales, sin que la mayoría de los candidatos nos diga cuánto cuesta realizarlas. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni infeliz más grande que el que ignora sus circunstancias solo por no enfrentarse al reto de cambiar las cosas, optando por aquellos que quieren una oportunidad de hacer las cosas bien hechas, o por lo menos de una manera diferente, empezando por la Asamblea, y sin olvidar el palacio de las Garzas: no hay mayor felicidad y más barata que la que produce dejar fuera a los corruptos, a los unos y a los otros, y empezar otra vez. EL AUTOR es escritor La pobreza por ausencia de salud Políticas públicas José González Rivera [email protected] Solucionar los problemas de salud en Panamá es muy frustrante, parece haber una gran cantidad de soluciones disponibles, pero todas son caras y enfocadas en construcciones de infraestructura y nada se habla de tecnologías preventivas. Con frecuencia se culpa a los médicos del sistema público de las malas decisiones de los políticos oportunistas de turno, pero el Estado panameño no cuenta con soberanía sanitaria. La falta oportuna de salud nos está volviendo más pobres. En Panamá, cada vez más, los hogares se enfrentan a problemas serios de salud, reducen el gasto, venden activos o piden dinero prestado a intereses muy altos a los prestamistas. La deficiente salud pública aunada a la gran cantidad de panameños en la informalidad tiene al panameño en un ciclo de pobreza con la subsecuente consecuencia del rezago económico del país. Al país no le falta mano de obra especializada, le falta salud. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que el acceso a agua corriente y a servicios higiénicos tiene efectos espectaculares sobre la salud. Existe un estudio que afirma que, gracias a la introducción de agua potable, las mejoras higiénicas y el clorado de los depósitos de agua entre 1900 y 1946 la mortalidad cayó casi hasta la mitad, y la mortalidad infantil se redujo aproximadamente el 75% en ese período. Es más, los casos reiterados de diarrea durante la infancia generan daños permanentes en el desarrollo, tanto físico como cognitivo. Se ha estimado que el transporte de agua clorada a los hogares mediante tuberías permite reducir la diarrea en un 95%. La mala calidad del agua y las aguas estancadas causan enfermedades como la malaria, la esquistomiasis y el tracoma. Todas ellas pueden producir la muerte de un niño o convertirlo en un adulto menos productivo. ¿Cuántos casos de malaria y dengue se hubieran prevenido en Panamá con mosquiteros impregnados con insecticidas? ¿Cuán productivos para la patria serán los 8301 niños indígenas que sufrieron la epidemia de malaria el año pasado? ¿Cuántos panameños cayeron en máquinas de hemodiálisis porque no tenían agua potable las 24 horas del día en sus barrios? ¿Cuántas personas tienen secuelas de las infecciones por las excretas en las barracas o la basura que no se recoge en los barrios? ¿Cuánto le está costando a la empresa privada, motor económico del país, que sus trabajadores no tengan una salud pública adecuada? Un mosquitero no solamente protege al niño que duerme bajo su protección, sino también a otros niños a los que no se contagiará de malaria/dengue. Escuchar promesas de Institutos Oncológicos en cada provincia, máquinas de diálisis en cada barrio y más hospitales con medicinas en cada esquina denota que nuestros gobernantes y sus asesores nos quieren enfermos para seguir lucrando. Las caminatas en las cintas costeras no le van a dar al pueblo panameño tecnologías en salud pública muy económicas y de efectividad probada, como sueros de rehidratación oral, medicinas desparasitarias, mosquiteros con insecticidas, recolección adecuada de la basura y el tratamiento adecuado de excretas. El economista-filósofo y premio nobel Amartya Sen afirma que la pobreza conduce a una pérdida de talento intolerable. Tal como lo expresa el premio nobel, la pobreza no es solamente la falta de dinero, sino la incapacidad para desarrollar todo el potencial de la persona como ser humano. En Panamá existen escaleras para escapar de la trampa de la pobreza, pero no siempre se encuentran en el lugar adecuado y los únicos que quieren usarla son los empresarios ligados a los eternos diputados. Debemos tener la responsabilidad de educar al pueblo panameño sobre la salud pública y como diría el profesor de economía de MIT, Abhijit Banerjee, el objetivo principal de las políticas de salud en los países pobres debería ser facilitar que los pobres dispongan de cuidados preventivos y, al mismo tiempo regular la calidad de sus tratamientos. La deficiente salud pública aunada a la gran cantidad de panameños en la informalidad tiene al panameño en un ciclo de pobreza con la subsecuente consecuencia del rezago económico del país. Al país no le falta mano de obra especializada, le falta salud. EL AUTOR es médico sub especialista

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