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prensa_2024_03_16

5B LaPrensa Panamá, sábado 16 demarzo de 2024 Vivir Tu opinión nos interesa [email protected] COREADEL SUR Condenadopor acoso sexual El actor, O Yeong-su, de 79 años, primer surcoreano en ganar un Globo de Oro por la popular serie “El Juego del Calamar” fue sentenciado a ocho meses de cárcel en suspenso por acosar sexualmente en dos ocasiones a una mujer. También se le impuso efectuar 40 horas en un programa contra la violencia sexual. ADEMÁS Voces de la Academia 6B Lahorade losdesertores La Prensa publicará una serie de escritos en el tarnscurso del año con ocasión de los 35 años de la invasión militar estadounidense de 1989. UNDÍACOMOHOY FernandoBerguido ESPECIALPARALAPRENSA [email protected] El control férreo que Manuel Antonio No - riega ejercía sobrelas Fuerzasde Defensa sufriría un día como hoy su primer remezón. Corríael mesde marzode 1988. Los antimotines gol - peaban a diario a civiles mientras se lanzabangases lacrimógenos y se dispara - ban perdigones. Cientos de hombresymujeresterminabanheridos, golpeadosode - tenidos. “Eran jornadas enlas que lasunidades, consusrespec - tivosoficiales, salíanarepri - mir a la población quetan solo protestaba con pañue - losblancos ”,recordaríaelex - capitán Milton Castillo, quienviviódeprimearmano aquellosdíastumultuosos. ‘Indictments ’ Cuatro semanasantes, el5 de febrerode 1988,había te - nidolugarunacontecimien - toestremecedor: enEstados Unidos se había anunciado la dobleacusación criminal (en inglés indictment) contraManuelAntonioNoriega por narcotráfico y lavado de dinero. En el estado de Florida, dos fiscales, unoenMiami y el otro enTampa, que lucha - bancontraelcrimenorgani - zado leseguían la pista a los carteles colombianos que inundabande drogaelmer - cado estadounidense. Am - bos, por separado, habían llegado a lamisma conclu - sión:Noriega era una pieza claveenelnegocio. La economía panameña, mientras tanto, continuaba transitandohacia lo que se convertiría en la peor crisis financiera de suhistoria re - publicana. “Panamá está al bordedel colapsoeconómi - co” tituló TheNewYorkTi - mesel22defebrerode1988, tomando comoreferencia la caída estrepitosa tanto del Producto Interno Bruto co - mo dela liquidezdel Banco Nacional, y señalando que tanto la crisispolítica como la inminenteimposibilidad del gobierno de pagar los serviciosde ladeudaexterna el siguiente mes presenta - banunfuturoincietro. Destitucionescruzadas El 25 defebrero, los cana - lestransmitieronelmensaje delpresidenteDelvalle, enel cual anunciaba la sepaar - ción del general Noriega co - mocomandante. Esamismanoche, losmilitares sepronunciaron, desa - fiantes. Enel Cuartel Cen - tral las cámaras mostraron alcoronelLeonidasMacíasy otros oficiales respaldando incondicionalmente alge - neral. Macías pronuncióla frase quelo haríapasar ala historia, yde laquequedaría arrepentido para el resto de suvida: “Elgeneral sequeda, elquesevaesél (Delvalle)”. La edición de La Prensa de ese día, 25 de febrero de 1988, sería la última que circularía bajo el régimenmilitar. Sus instalacionesfueron tomadas porlas Fuerzas de Defensa. Descontentoenloscuar - teles “SefuearmandounabomManuel AntonioNoriega pasando revista a la tropa. Tomada de Internet basocial terrible.Losoficia - les no éramos ajenos a esta realidad. Teníamos claro que las actuaciones delco - mandante no estaban en sintonía conlos mejoresin - tereses del país ”, rememora Castillo. El descontento dentrode los cuarteles, sin embargo, era imposibleairearloabier - tamente. La desconfianza era enorme,amén delas re - presalias que sufrirían quienes estuvieran fuera de la lí - nea trazada por el coman - dante. Sigilio Daniel Alonso, un periodista que hizo carrera dentro de las fuerzasarmadasyque terminaría siendovo - cerode lainstitución, describiría los códi - gos de silencio. “A diferencia de los civiles, en los cuarteles se habla de otra manera. Nosotros no podíamos reunirnos,usted yyo, ydecir ‘el coman - dante se equivocó en esto’ porque laspare - des teníanoídos. Allí existía una comunicación casi como la del lenguaje deseñas, se hablaba conla mi - rada ”. Por aquellosdías de temor, solo algunos oficiales, los compañeros más cercanos, se atrevían a comen - tar entre ellos su in - conformidad. Milton Castillo,por ejemplo, recuerda el comentario queen 1985 le haría su compañerode pro - moción, Moisés Giroldi, siendoambos capitanes. “Yo estoy conél ensuprivado to - mandocafé eldía queentra unallamada. Élerael jefede la compañía Urracá, justo detrás del edificio principal donde yo trabajaba, en el G-5.Él estabasentadoysue - naelteléfono, lotomaydice: ‘¿Qué?’ . Sigue hablando, molesto, muy irritado, pega unmanotazoenlamesaydi - ce ‘este es el trabajo mássu - cio quehemos hecho’ . Cuandocierralallamadayolepregunto ¿qué pasó?.Me con - testa: ‘encontraron alláen la Otrodía,en1987,recuerda Castillo, el mayor Fernando Quesada lehizo uncomen - tario, muyprivado, puesha - bíantrabajado juntosenva - rias ocasiones y tenían una relación especial. “Pensar quesenosvaaponermásdi - fícil lacosa —dijorefiriéndo - seaNoriega luegodelarres - to del coronel Díaz Herre - ra —. Este señor senos va a poner más fuera de control, más bruto.De aquíen ade - lante hay que estar muy atentos ”. Entre aquellosmayores y capitanes que no petrene - cíanal círculoíntimodeNo - riega, lainsatisfacciónpuer - tas adentro parece haber sidomás extensade lo quese sospechabaafuera. Elcomplot En principio, sehabía ela - boradouna especiedeprea - cuerdopara sacaraNoriega entre un grupode oficiales superiores y mandos me - dios. Sería laprimera clari - nadade ladesercióndentro de las fuerzas armadas o, desde el lado norieguitsa, esa primera traición que siemprese temióquepudie - racuajar. La víspera del gol - pe, el 15demarzode 1988, hubouna reu - niónen laPresiden - cia,conSolísPalmay la alta oficialidadde las Fuerzas de De - fensa. En ella se presentó un informe de la situaciónque re - flejaba unescenario tétrico. La presenta - ciónteníacomocon - texto el llamado a una huelga general que había hecho la Cruzada Civilista parael díasiguiente. Tan mal estaban las finanzas delEstado que, por primera vez, lastropas noha - bían podido cobrar suquincena. Los conjurados acordarondarelgol - pe la mañana si - guiente aprovechando el contexto de la huelga.La ma - yoría de los oifciales durmieron en el cuartel esa noche. Noriega, queestaba supues - to a pasar lanoche también en el CuartelCentral, decide a última hora irse a Fuerte Amador, pero envió el con - voy decarros en elque nor - malmente se transportaba a la comandanciapara hacer verqueestabaallí. Iniciado el movimiento, quedó al frenteel coronel Macías,elmismoquesema - nas anteshabía respaldado públicamente a Noriega de - safiando laorden delpresi - dente Delvalle. Años des - puésMacías confesaríaque para entoncesNoriega des - confiaba deél y quesu agre - sividad aquella noche era paraatenuar lasdudas,para despistaralgeneral. Antesde lasseisde lama - ñana, mientras Noriega es - taba en Amador, Macías se tomala armeríadel cuartel. Elplande losalzadospasaba por hacerse conel control de la comandancia,apresar a Noriega y forzarsu renun - cia. Dentro del complejomilitar, el coronelMacíasactua - bajuntoavariosoficialesco - mo los mayores Fernando Quesaday CristóbalFundo - ra, así como los capitanes Humberto Macea, Francis - co Álvarez yMilton Castillo. Llaman al capitán Moisés Giroldi para que suba al sa - lón de mando.Él dirigía la compañía Urracá. Era un hombre clave, pues la Urra - cá era la compañíaencarga - da de la seguridad del co - mandanteydelCuatrelCen - tral. Giroldi llegay los alza - dos lehablan. La compañía Urracá, que sabeque su jefenoestá, pues extrañamente ha sido lla - mado a esa hora al edificio principal y no regresa, ob - serva cómo, aesasprimeras horas,elcoronelMacíasreú - neenelpatioqueseparaam - bosedificiosaunos100poli - cíasuniformadosylesanun - cia, tipo arenga, que en ese momentose está dando un cambio dentro de la intsitu - ción. Arriba, enla comandancia, Giroldi escuchaalos oficiales golpistas, peronoveentre los alzadosalcoronelElíasCatsi - llo, su jefe inmediato, a pesar dequesabequeel coroneles - táeneledificio. Eneso,el oficialdeguardia de la compañíaUrracá opri - meelbotóndealarma.Cuan - do estoocurre, existeunpro - tocolo que establece que, cuando el portón de alerta suena,se activa todounpro - cedimiento de emergencia. La tropa sale de inmediato, toma sus armas y ocupa las posicionesde defensamien - tras secierran laspuertas del cuartel. Giroldinoestabaconvenci - do de sumarseal golpe. Ade - más,eraunhombremuycer - cano a Noriega, al punto de queerancompadres. Mientras el mayorQuesa - da y el capitánGiroldi ha - blan se escucha la alarma. Giroldi sale acompañado del capitán Benítez,otro de losalzados,aversi logarcon - trolara sutropa.Al entraral recinto ordenaa sus hom - bres el arresto de Benítez. Sonya las7:00a.m. Seescu - chanunos disparos.El tiro - teo dura unos quinceminu - tos. Pronto todosentienden lo que significa la superiori - dad de la Urracá frente al restode losuniformados.El golpehafracasado. Lostraidores Macías es detenido. Des - pués loserán el resto de los oficiales del complot. Giroldi avisa a Noriega que el complothasidodesactivado y los traidores desarmados. Sin imaginárselo, su atcua - ción le costaría lavidameses después. Todos fueron interroga - dos y torturados. Cuando se hicieron laspurgas, sesupo que estaban involucrados, ademásdel coronelMacíasy del teniente coronel Loren - zo Purcell, una docena de mayores, media docena de capitanes, dos tenientes y una veintenade subtenien - tes, sargentosycabos. El complot habíafracasa - do,perodejaríaenevidencia la fractura existente dentro de la institución. La purga dentro de lainstitución fue profunda y violenta. Fue tan grande que elmismoNorie - ga le dijo al mayor PipeCa - margo, encargadode losin - terrogatorios yde la violen - cia que los acompañaba: “Para, que, si sigues,nos va - mosaquedarsinoifciales”. “El 16de marzohubo una situaciónque estremecióla institución por la magnitud de las bajas que se dieron —recuerda Alonso —. No tanto por el daño humano, pues no hubo muetros, sino porque salió a flote el des - contento. Todos esos oficia - les sufrieroncruelmente las consecuencias.No loquiero ni relatar porque ofende la dignidad la formacomo fueronultrajados, golpeados, la manera comofueron tortu - rados ”. En adelante vivirían minuto aminuto sin saber si seguirían con vida. Etsuvie - ronencarceladoshatsaeldía delainvasión. Noriega, sospechando ahora hasta de su sombra, modificó lacadena deman - do. En contra de la tradición y estructura de las fuerzas armadaspanameñas, estase centraría alrededor suyo, ateniéndose a lalealtad in - condicional de unos cuan - tos. “Sedalasituacióndequeel EstadoMayorseconvierteen subalterno de sus subalter - nos”, relata elgeneral Rubén Darío Paredes. Desconifan - dodelordennormalenelque los oficiales demayor anti - güedad yjerarquía van ocu - pandolasposicionesmáspo - derosas en elEstado Mayor, Noriega comienza a manejarse con los segundos.Digamos,por ejemplo,que eljefe de adiestramiento noera ya el G-3 nominal,un coronel, sinoqueempieza sermane - jadorealmente porquienes - tabaabajo,unmayorounca - pitán, oficiales incondicio - nales de Noriega, que eran quienestomabanlasdecisio - nes de verdad,saltándosela cadenademando.” “Osea,Noriegacomenzóa manejarse con dos estados mayores, el verdadero y el aparente. Este último, el aparente, estaba integrado por los oficiales alos que por rango yantigüedad lestoca - ba. Pero era el primero, el que de verdadmandaba,el formado por los más cercanos aél. EsoseranPapoCór - doba, DelCid, DelgadoDia - mante, etc.”, —recuerda el exgeneral. Su desconfianza enla ins - tituciónque creíacontrolar conpuñocerrado loharáre - currir a una estrategia adi - cional, aún más peligrosa. Creauna fuerzaparamilitar, que respondería soloa él, unas temiblesmiliciasurbanas. Las llamaría “Batallonesdeladignidad”. Dirigiéndosealosoficiales y tropa luegode fracasado el golpe, Noriega anunció: “Hoy lasmadres,padres, es - posas e hijos de los alzados podrán llevarlescomida. La próximavez, seránflores al cementerio”. “ ¿Por qué era preocupante la situación? —se pregunta retóricamente el excapitán Castillo—. Porque yo desde que llegué a la Guardia Nacional nuncame había puesto unamáscara anti lacrimógena, nunca. Esa paramí fue la tónica. Yo nome había puesto jamás unamáscara desde que ingresé como subteniente hasta llegar a capitán, ¿y ahora andar así? Eso definitivamente no andaba bien. Mire como eran las cosas por ese tiempo que, por ejemplo, veíamos todos los días salir a una patrulla desde el cuartel con seis hombres. Salían con latas de pintura y extensiones de rodillo para cubrir todo lo escrito en las paredes de la ciudad en las protestas del día anterior, de lo que escribían contra nosotros. Nos decían de todo: ‘abajo gorilas’, ‘fuera la dictadura’ y todas esas cosas”. frontera el cuerpo decapita - do de Hugo Spadafora’ . Cuandomedijo esoyo guar - dé silencio porque sabía que se había encrestado el mar y estábamos ante una situación terrible. Despuésven - dríaladestitucióndeArdito Barletta, a quien trajeron aquí a la comandanciay lo retuvieronhasta querenun - ció. Recuerdo latensión. De allísiguiótodo, todoloquese fue dando, sefueron agitan - dolas aguasy creció esesen - timientodelpueblocontarel uniforme”. *Extractodellibroque sobre lahistoriadelain - vasiónydel finde ladictadura prepara el autor yque serápublicadopor Penguin Random Hou - se con ocasión del 35 aniversario de dichos acontecimientos.

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