5B LaPrensa Panamá, sábado 10 de febrero de 2024 Vivir Tu opinión nos interesa [email protected] MÚSICA Shakira niega otro fraude fiscal La cantante colombiana negó que defraudara 6,6 millones de euros a la Hacienda española, en una declaración por videoconferencia desde Miami (Estados Unidos) ante un juez en España que investiga su segunda causa abierta por delito fiscal en el país. ADEMÁS Mark Ruffalo recibe estrella en Hollywood 6B La triste desaparición de frutas de antaño Aquí hay algo de recuerdo nostálgico. Repasamos la desaparición gradual de frut ascomo el mamón, el mamey y el marañón de la dieta panameña. Influyen factores como enfermedades, cambios socioculturales y el uso de pesticidas. Las ciruelas traqueadoras son víctima accidentales de los pesticidas. Archivo Sobre los nombres de algunas poblaciones de Panamá La voz de la Academia Melquiades Villarreal [email protected] L os nombres de las poblaciones pretenden establecer una relación entre el apelativo y un hecho o personaje que identifique al conglomerado. Así, tenemos casos como el de Parita con el cual el distrito herrerano recuerda a un cacique precolombino. Existen casos en que, por el catolicismo de la población, nominan a sus pueblos con nombres de santos: San Lorenzo, San Antonio, San Agustín, etc. Inclusive, el nombre Panamá con el cual se conoce nuestro país, que se replica en la provincia y en el distrito capital tiene explicaciones llamativas, pues se dice que significa abundancia de mariposas, abundancia de peces yabundancia de un árbol llamado Panamá. Sin embargo, existen nombres que me parecen muy curiosos, con los cuales se conocen algunas poblaciones. Por ello recuerdo que, en el año 2013, se celebró en Panamá el IV Congreso de Academias de la L engua. En una de las actividades me llevé una gran sorpresa, pues como santeño me parecía lo más común decir que yo vivía en la provincia de Los Santos. Sin embargo, en una conversación con el académico español Francisco Rodríguez Adrados, éste se echó a reír cuando le comenté de dónde era yo originario. Recuerdo cuando, en medio de una carcajada, el viejo maestro me dijo: “No te creo que haya un lugar que se llame Los Santos”. Es evidente que le pareció muy extraño. Ahora, me reencuentro con la obra Remembranzas vernacularesdel maestro chiricano José Gabino Rivera Ledezma, investigador acucioso que recorrió el país para intentar desentrañar la esencia del panameño a través de los panameñismos en todas sus manifestaciones, incluyendo los diversos nombres de sus poblaciones. Por considerar de gran importancia el resultado de la averiguación del maestro Rivera Ledezma, me permito señalar algunos de los nombres que a mí me causan la misma emoción que a Rodríguez Adrados le produjo el nombre de mi provincia. En la provincia de Bocas del Toro, existen sitios con nombres curiosos como: Barranco Adentro, Las Treintas, Cerro Ñeque, Loma Yuca y Cayo Paloma. En Chiriquí, nos encontramos con: Bocalatún, Canta Gallo, Rabo de Puerco, El Tullido, Palo Grande, El Flor, Jurutungo, Quijá del Diablo, Chiquero y Mojarra. En Veraguas, existen pueblos llamados de la manera siguiente: Borracherita, El Zancú, Alto y Bala, Punta Delgadita, Alto de la Muerte, La Hueca, Cerró Culón, El Quirrí; en Herrera, por su parte, tenemos: el Caracucho y Los Matales; en Los Santos: El Tolú, Los Cabezos, La Pacheca, Los Peladeros, La Teta, La Gallinaza (sorprendente nombre, sobre todo si consultamos su significado en el diccionario). Por otro lado, en Coclé observamos territorios denominados: El Pajonal, La India Dormida, Juan Hombrón y EL Molejón; en la provincia de Panamá existen nombres de zonas como: Culigüeca, El Corrito, Palo Bobo y Los Yerbos; en Colón: Alfagía, Cuango, Cuipo, El Giral, José Pobre, La Escandalosa, Viento Frío, Sardinilla; y, en Darién, Boca de Trampa, Palo de Letras, La Curva, Punoloso y Canglón. El maestro José Gabino Rivera Ledezma hizo un aporte abisal sobre el uso del español en Panamá y aunque su obra nunca fue terminada por el hecho de que el idioma siempre evoluciona resulta innegable que sus investigaciones son un verdadero reto para los investigadores actuales. Frente a los resultados que él obtuvo y publicó, surgen nuevas interrogantes; por ejemplo: ¿cuál es el gentilicio de José Pobre, del Canglón, de Punoloso o Boca de Trampa? Como puede verse, los nombres de las diferentes poblaciones son motivos para la realización de estudios más amplios y profundos, los cuales nos permitirán un conocimiento más adecuado de nuestra esencia como sociedad. EL AUTOR es profesor y lexicógrafo PRODUCCIÓN EN DECLIVE Yolanda Sandoval [email protected] Comíamos tantos mamones que solíamos terminar con el paladar pelado. Era un gusto, una fascinación y un símbolo de fortaleza. Mi madre siempre lanzaba una advertencia. Era un pequeño grito, acompañado de mirada fulminante, para mí y también para mis primos:“¡Cui - dado con la pepa!”. Desprender y saborear la pequeña pulpa que recubre la semilla redonda de esta fruta determinaba qué tanto habías crecido. Si ya te dejaban comer mamón era porque tenías la pericia de no tragarse la semilla. Pero ese símbolo de libertad, junto al honor de tener la boca escaldada, es algo que no conoce la mayoría de los chicos de las nuevas generaciones. Así lo reconoce Raúl Peralta, ingeniero en Horticultura del Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (Idiap), cuando hablamos de todas las frutas de antaño que cada vez tienen menos recurrencia en la dieta de los panameños. El mamón o la ciruela aún en estos tiempos gozan de cierta popularidad para los que crecimos comiendo estas frutas como unsnack a la salida del colegio. Pero hay otras como el mamey, la chirimoya, el zapote, el mangostino, el jobo, el marañón, la guayabita y la guaba de las rara vez se habla. Se trata en su mayoría de frutas de traspatio con las que crecieron varias generaciones: los llamados niños de la posguerra, nacidos entre 1930 a 1948; los baby boomer, de entre 1949 a 1968 y la generación X, que corresponde a los nacidos entre 1969 y 1980. Hay variadas razones por las cuales estás frutas han estado muriendo lentamente. El marañón, por ejemplo, cuya pepita se llegó a exportar a Asia, está casi en extinción. Desde hace un lustro, los árboles empezaron a verse afectados por los hongos Colletotrichum gloesporoides, Pestalotia heterocornis y el Lasidiodiplodia theobromae, que terminan dañando la pepita y también la pulpa. Atrás quedaron esos meses, de febrero a mayo, en los que había exceso de marañón y las abuelas hacían licuados con este fruto y también mermeladas. Las botellas de pepitas de marañón artesanal que antes se vendían en $5.00 ahora se consiguen por $15 o $20. Una cuestión de poca oferta y mucha demanda. De la fruta, llena de vitaminas y antioxidantes, queda poco, porque según explica Peralta, no ha habido una cultura de poda que evite la proliferación de los hongos. Sin embargo, a medida que se toma conciencia del manejo de estos árboles esperan que la situación mejore. Además de los hongos o las termitas que también atacan los árboles de marañón, Peralta indica que lo que ha pasado con la mayoría de las frutas de traspatio es un reflejo de los cambios socioculturales. Se está perdiendo la costumbre de tener pequeñas plantaciones en los patios de las casas, incluso en el interior del país. Mientras que en la capital, las urbanizaciones no ofrecen tanto espacio verde como en el pasado. “Se está perdiendo el hábito de sembrar. Muchas familias emigran del interior a la ciudad, donde todo es básicamente cemento. Sus casas, entonces quedan abandonadas o como casas de verano, en las que no tienen ni plantas, ni animales de corral como en el pasado”. Tampoco contribuye el cambio climático, que también ha podido variar los ciclos de producción de los frutos que crecían de forma silvestre. Peralta mencionó el guate, una fruta muy parecida al maracuyá que crecía de forma espontánea y ya casi no se encuentra. Además, el uso de pesticidas para combatir algunas plagas o retirar maleza también afecta a algunos árboles frutales, tal como ha sucedido con los arbustos de la ciruela traqueadora, que por excelencia se mantienen como cercas vivas de los potreros. “Con el uso de algunos herbicidas, la gente no se da cuenta que están destruyendo algunas especies. Se lo decimos, pero mucha gente no pone atención a eso, y las frutas quedan a la deriva”, indicó el especialista. Peralta explicó que algunas especies son nativas pero también otras que son introducidas al país. “Estamos visitando los sitios y haciendo una referencia para tomar la información de lo que hay en cada zona. El segundo paso será hacer un perfil de investigación, recolectar las semillas, tenerlas en un vivero” y empezar el ciclo de producción para no perderlas. Esto, sin embargo, no se logra de un día para otro. Peralta espera que el vivero sea un proyecto en firme en los próximos años. Esto urge, porque en la medida que desaparece la fruta pocos extrañan su sab o r.
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