prensa_2024_01_13

6A LaPrensa Panamá, sábado 13 de enero de 2024 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Ejecutiva Annette Planells Directora Editorial Rita Vásquez Gerente Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com La opinión de Hilde ¿Tiene significado la cultura? Cultura Carlos Fong [email protected] Desde los primeros años de postinvasión, pensemos, si así nos sentimos mejor, en los primeros años en que se instituye la democracia en nuestro país o la instalación de un nuevo régimen neoliberal, se empezó a cuestionar, desde los sectores intelectuales, hacia dónde iba la cultura nacional. Entonces la cultura, como denominador común de fuente de comunicación, orientación y propósito para mejorar la calidad de vida fue un término de moda en el relato moderno. En ese momento, mientras los antropólogos y los etnólogos, los filósofos y los sociólogos del continente, defendían y discutían la noción de cultura como algo más amplio y diverso, que incluía a todo el universo, porque la cultura es todo lo que un pueblo hace, cuando se empezaba a hablar de diversidad cultural o multicultural, de interculturalidad y pluriculturalidad, y se diluían los conceptos de cultura oficial y cultura popular, al mismo tiempo en que se abolían las fronteras de la idea de una cultura y una incultura, porque ya nadie es culto ni inculto, sino que todos tenemos una cultura, donde hasta lo más vulgar tiene su dignidad que alguien defiende, desde ese preciso momento, el significado de la cultura en este país, que presume ser desarrollado y libre, sigue siendo un dilema. El problema es que después de tanta agua que ha corrido bajo el puente, parece que aún el significado de la palabra cultura no tiene sentido para los que cada cinco años compiten por llegar a la presidencia o a cualquier puesto importante. Cada cinco años se siente un dejavú: los discursos políticos con propuestas de mejorar el sector cultura, las promesas de mejorar el presupuesto asignado para las acciones culturales; escucharemos a los candidatos expresar su convicción de que los hechos de la cultura son importantes y que se necesita de la cultura para salir de la pobreza espiritual o que la misma es necesaria para recrearse, solamente. Nos preguntamos si en verdad la cultura tendrá significado para los políticos que aspiran a cargos públicos tanto a nivel presidencial como alcaldes y otros cargos relevantes. Y no parece bastar que ya hay suficientes pruebas de que un país sin un proyecto cultural como nación siempre termina mal y no bastan los esfuerzos por construir en sociedad civil, si lo poco o mucho que se construye viene el siguiente y lo destruye porque simplemente no se hizo en su ges tión. Nos hemos estado tratando de reinventar desde 1990, pasando por 1999 cuando asumimos el reto de administrar el Canal que probamos que podíamos hacerlo, hasta llegar a crear un Ministerio de Cultura con una Ley General de Cultura que no termina de reglamentarse, pero que está allí proponiendo la reinvención de la acción cultural, una nueva gestión de la cultura que a su vez gestione una realidad entre la modernidad y la tradición que en verdad haga consenso con un plan de desarrollo cultural que dialogue con el desarrollo económico. Nuestro principal desafío sigue siendo la educación y la cultura, porque parece que no terminamos de entender que nuestro problema no es coyuntural sino estructural, ya lo hemos reflexionado de muchas formas: la cultura y la educación es responsabilidad prioritaria del Estado, pero también la sociedad en su integridad tiene una responsabilidad y para construir una cultura de decisiones y actitudes, se necesita la solidaridad, el respeto y la cooperación de todos. Nuestro reto sigue siendo propiciar desde la cultura un desarrollo integral y esa propuesta aún no la escuchamos ni leemos en ninguno de los candidatos. En Panamá la vigencia de los conceptos y significados de las palabras cultura, desarrollo e integración siguen siendo mirados por los políticos sin considerar los verdaderos elementos y componentes que estas palabras encierran. Tal vez por eso no se logra pensar la cultura como la posibilidad de gestionar procesos que van más allá del espectáculo y los indicadores; a mirar el desarrollo desde la sostenibilidad y la integración como espacios de creación e invención para generar soluciones. Nuestra mejor recomendación a los candidatos a la presidencia y autoridades locales es que no pierdan tiempo desarrollando nuevos planes o propuestas que intentan ser novedosos, porque no lo son. Ya tenemos una Ley General de Cultura, tenemos los acuerdos del pacto Agora, que quieran o no aceptarlo, son el resultado de lo que la gente aportó desde muchos sectores y allí se visualizan claramente las brechas que tenemos en cultura y educación. Otro ejemplo, son los planes de lectura del Meduca y de MiCultura que son documentos valiosos que solo requieren inversión y un equipo técnico con formación para ejecutarlo, además de la voluntad política que siempre hace falta. Pregunto otra vez: ¿Tiene significado la cultura? En tiempos como estos es cuando la cultura asume su papel fundamental como gestión fundamental para el desarrollo. Las estrategias, planes y programas para ejecutar ya los tenemos, basta revisarlos y ejecutarlos como proyectos de políticas culturales. La cultura tiene significado cuando su sentido se articula con la tradición, el conocimiento, el patrimonio, la ciencia, la imaginación, las creencias, los valores y la conciencia de identidad responsable. EL AUTOR es escritor. Cada cinco años se siente un dejavú: los discursos políticos con propuestas de mejorar el sector cultura, las promesas de mejorar el presupuesto asignado para las acciones culturales; escucharemos a los candidatos expresar su convicción de que los hechos de la cultura son importantes y que se necesita de la cultura para salir de la pobreza espiritual o que la misma es necesaria para recrearse, solamente. Vamos o no vamos Política Julio E. Linares Franco [email protected] Juan Diego Vasquez ha cometido un error político e institucional al no postularse para diputado. El país necesita a gritos de su voz y de su presencia en la asamblea nacional. No solo eso. De haberse candidatizado, esa papeleta independiente del movimiento “Va m o s ”en San Miguelito hubiera jalado por lo menos, tres diputados. No tenerlo, obtendrán si acaso, uno. No discuto el elemento ético de haber prometido no reelegirse, si ganaba en 2019, y cumplirlo. Pero la patria es más que eso, es decir, más que una promesa que no constituye una declaración jurada que ampara el delito de falso testimonio. Y allí estaría centrado su error, al decir que si ganaba no se reelegiría; y afirmarlo antes de conocerse hace 5 años, la infortunada realidad institucional de un Panamá que hoy se desvanece entre la corrupción, la narcopolítica, la impunidad y el endeudamiento desmedido. Esta elección de 2024 es transcendental para la patria, y la necesidad de un Juan Diego Vásquez en el parlamento era inminente. Sobre todo, porque no es lo mismo hacer el trabajo desde adentro denunciando, delatando, revelando, criticando, en fin, al mismo tiempo y desde el mismo espacio en el que obtienes la información; que estar afuera, esperando que un medio te llame o te facilite un micrófono para que entonces, ya no de primera mano sino de lo que supones desde la esfera civil, puedas tener ese mismo impacto en la gente. Por supuesto que el ámbito ciudadano es positivo y necesario, porque la población es uno de los atributos del Estado, junto con el gobierno, el territorio y la soberanía. Pero el choque tiende a debilitarse en el terreno electoral si pretendes mantener vigencia política; sobre todo cuando se trata del individuo que hoy, si tuviera 35 años de edad, para muchos no se lo ganaría nadie como candidato a presidente. Me temo, aunque puedo equivocarme, que va a perder vigencia político - electoral. No porque no sea necesario ejercer el poder ciudadano; sino que, en el caso de él, por tener precisamente aspiraciones políticas, su figura preponderante en la cosa pública se debilita desde el terreno ciudadano. Por eso considero que se equivocó y me hago la pregunta: ¿Fue mal asesorado o está pensando en sí mismo? Creo que hay algo de ambas posibilidades, sobre todo cuando parece no ocultar su ego frente a una semblanza que, a esa corta edad, le ha pasado por encima a todos los demás a quienes se ha enfrentado a la hora de opinar, argumentar o debatir los problemas nacionales. Juan Diego Vásquez tiene el derecho de actuar como mejor le parezca. Pero creo que en esta erró, sobre todo, al frenarle las aspiraciones y posibilidades a algunos de los candidatos que, además de “Va m o s ”(ente inexistente jurídicamente), pretendían correr en otras papeletas de concepción independiente y no solo eso. Con esta actitud evitó una real unificación electoral de los movimientos independientes, sobre todo en los circuitos uninominales; frente a la desventaja en los plurinominales por la prohibición legal de concretarse alianzas entre la libre postulación, con partidos políticos de similar intención, pensamiento y criterio independiente. Pero soy optimista y espero, que, en los inicios del 2024, se conjuguen la mayor cantidad de fuerzas, a pesar del aparente fraccionamiento independiente desde el terreno electoral. Pero eso lo sabremos cuando se vaya publicando el mapa político, que nos permita conocer a quienes podemos escoger. Y el consejo que le daría a esta celebridad, aunque parezca tardío, es que la construcción de un proyecto político no se genera alrededor del egocentrismo. Se desarrolla alrededor de la unificación, la solidaridad y la asociación de ideas, de metas y de ilusiones a favor del bien común. Y que conste que entiendo perfectamente el mensaje que dio hace un tiempo, cuando dijo que no se trata de pensar en las elecciones venideras sino en las próximas generaciones. Y él lo que pretende transmitir con esta decisión, es que los ciudadanos comencemos a creer en los políticos, más aún, en que sus promesas no serán violadas; lo que fortalecería su credibilidad al cumplir la palabra empeñada. El problema de Juan Diego Vásquez es que no se ha percatado, que no podemos aguantar hasta el 2034, cuando pueda correr para presidente. El país se nos derrite delante de nuestros ojos, y no podemos esperar generaciones para actuar, el momento era o es ya. Y si la fortaleza de su autoridad moral le impidió buscar la reelección, eso no implicaba que sus seguidores no pudiesen encontrar posibilidades en otras papeletas adicionales a la independiente de “Va m o s ”, de similares trayectos o vías para rescatar a la patria herida y decadente. La unión hace la fuerza y hacia un mismo camino debimos o debemos dirigirnos, a pesar del obstáculo real que representa ahora el cierre final del periodo de postulaciones. EL AUTOR es abogado.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTUxMjQ5NQ==