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6A LaPrensa Panamá, lunes 7 de agosto de 2023 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Diego Quijano Durán Directora Editorial Rita Vásquez Jefe Editorial Mónica Palm Asesor de investigaciones periodísticas Rolando Rodríguez Editores Juan Luis Batista, Yolanda Sandoval, Eliana Morales, Aleida Samaniego Gerente General Juan Carlos Planells Gerente de Producción, Logística y Administración Basilio Fernández Gerente de Ventas y Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Diego Quijano Durán Directora Editorial Rita Vásquez Gerente General Juan Carlos Planells Gerente de Producción, Logística y Administración Basilio Fernández Gerente de Ventas y Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. Jefe Editorial Mónica Palm Asesor de investigaciones periodísticas Rolando Rodríguez Editores Juan Luis Batista, Yolanda Sandoval, Eliana Morales, Aleida Samaniego ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com Elecciones, desinformación y periodismo… ¡no hablemos de ‘fake news’! Responsabilidad Raisa Urribarri [email protected] La desinformación es tan vieja como la política, pero ha ganado notoriedad debido a la digitalización. Sin duda, constituye una industria emergente con saldos económicos, políticos y geoestratégicos. No obstante, aunque existe una enorme cantidad de estudios científicos sobre el rol de las redes sociales y las decisiones algorítmicas, no hay resultados incontestables sobre sus efectos en las actitudes políticas y en la democracia. En Panamá, a las puertas de unas elecciones generales y a pesar de la existencia del Pacto Ético Digital, la renovada aparición del fenómeno ha quedado en evidencia tanto en indagaciones periodísticas como en la reciente actuación del Tribunal Electoral, que ha actuado oportunamente al admitir un reclamo con base en lo dispuesto en el artículo 288 del Código que rige la materia. Nótese que cuando hablamos de desinformación no nos referimos a fake news. La razón por la que desechamos el vocablo es porque, además de ser un oxímoron (si es falsa no puede ser noticia), se maneja como un comodín para minar la credibilidad de la prensa. La expresión forma parte del vocabulario de ciertos actores políticos; la usan cuando se dirigen directamente a la población —a través conferencias de prensa cerradas, redes sociales, aplicaciones de mensajería, y talk shows—para denigrar a los medios y esquivar la verificación del discurso público, base fundamental del método periodístico. Una pieza desinformativa no es un bulo cualquiera. Según Wardle y Derakhshan, es un contenido falso creado deliberadamente con la intención de causar daño o de sacar algún tipo de ventaja. Usualmente forma parte de una campaña orquestada con un fin muy preciso. Según muestra el investigador Ernesto Calvo, las que se desarrollaron en Estados Unidos (EU) y Brasil dirigidas a deslegitimar los resultados electorales prepararon el terreno para el asalto que posteriormente sufrieron ambos congresos. Sin embargo, no se trata solo de redes sociales. En el caso de EU, por ejemplo, también participó activamente un canal de televisión por suscripción. Detrás del fenómeno existen otros elementos, pero este artículo no apunta tan hondo. Lo que nos interesa señalar aquí, como contracara de esta anomalía, es la urgencia de revalorizar el papel de la prensa y del periodismo como claves para el ejercicio ciudadano del derecho a la información. La desinformación ya forma parte del paisaje y dentro de este entorno la gente se ha vuelto radicalmente escéptica. Se desconfía de todo, incluso de las fuentes legítimas de información. La desinformación tiene efectos perniciosos en la sostenibilidad del periodismo pues contribuye a menoscabar la credibilidad de los medios y provoca que las personas eviten las noticias, como vienen registrando a escala global los resultados del Digital News Repor tdel Centro de Estudios de Periodismo de la Universidad de Oxford. Panamá no escapa de esta tendencia. Los hallazgos de la encuesta del CIEPS que serán pronto publicados revelan que en el país la desconfianza en los medios es generalizada y que los medios tradicionales están perdiendo audiencia. Sólo crecen las redes sociales. ¿Cómo actuar en este escenario en un periodo, como el electoral, donde la información es absolutamente crucial? La respuesta más “simple”es: no desinformar, decir la verdad, pero este es un término esquivo. Por lo mismo, en periodismo no se entiende como un absoluto, sino como el relato que se construye con los hechos sometidos a verificación, con el análisis metódico de los datos, las fuentes, las versiones y el contexto que permite discernir lo irrefutable de todo lo demás (información errónea, incompleta, sesgada…) de manera justa y honesta, con ánimo de servicio público. Estudios comparativos hallaron que durante la emergencia sanitaria los medios tradicionales se habían revalorizado y que se había producido una reconexión entre los ciudadanos y las noticias. Las audiencias acudieron a ellos en búsqueda de información de calidad para tomar decisiones acertadas sobre su salud. Pasada la pandemia, ese vínculo se rompió. Esta evidencia podría confirmar lo que destaca Adriana Amado, que la confianza es un premio que se gana con lentitud y se pierde en un instante. Los medios de comunicación sólo pueden cumplir con su rol si las personas confían en ellos. Contrarrestar la desinformación y recuperar la confianza no parecen tareas imposibles, pero para ello parece necesario introducir en la agenda pública la idea de que la información de calidad, el periodismo, es un bien público y estratégico para la democracia que debemos cuidar y preservar. Desmantelar las campañas desinformativas, señalar a sus responsables, rotular los bulos con etiquetas que los identifican comofake newsson tareas nobles y necesarias. Al fin y al cabo, eso también es información de calidad, pero lamentablemente publicada a posteriori. Ganar en esa pista es casi imposible. A la desinformación se le debe cerrar el paso antes de que ocurra. Ello implica más y mejor periodismo. Las audiencias lo recompensan con confianza y lealtad. LA AUTORA es periodista, doctora en Ciencias Humanas e investigadora del Cieps Los medios de comunicación sólo pueden cumplir con su rol si las personas confían en ellos. Contrarrestar la desinformación y recuperar la confianza no parecen tareas imposibles, pero para ello parece necesario introducir en la agenda pública la idea de que la información de calidad, el periodismo, es un bien público y estratégico para la democracia que debemos cuidar y preservar. Participación ciudadana, herramienta para el desarrollo de nuestra libertad Activismo Diego Antonio Castillo Barahona [email protected] Panamá, como nación en constante evolución, ha experimentado un crecimiento significativo en diversos aspectos durante los últimos años. Sin embargo, para consolidar su desarrollo y asegurar una sociedad próspera, es fundamental fomentar la participación ciudadana activa en asuntos estatales. La implicación de los ciudadanos en la toma de decisiones y la búsqueda de soluciones a problemas colectivos es un pilar esencial para garantizar la libertad en el país. La participación ciudadana es la manifestación concreta de la democracia, y Panamá, como un Estado democrático, debe respaldar y promover este valor en su sociedad. Al involucrarse activamente en los asuntos estatales, los ciudadanos tienen la oportunidad de ejercer sus derechos y deberes como miembros de una comunidad responsable. A través del diálogo abierto y constructivo, las voces de todos los sectores pueden ser escuchadas y consideradas en la formulación de políticas públicas. La participación ciudadana no se limita solo al voto durante las elecciones. Implica involucrarse en la vida política, social y económica del país. Se manifiesta en la expresión de opiniones, el debate respetuoso, la presentación de propuestas, la participación en foros y audiencias públicas, así como en el seguimiento y evaluación de las decisiones gubernamentales. Cuando los ciudadanos son partícipes activos en el diseño y la implementación de políticas, estas se alinean mejor con las necesidades reales de la población, fortaleciendo así el sentido de pertenencia y corresponsabilidad. En este contexto, la participación ciudadana contribuye directamente al desarrollo de la libertad. La libertad individual se fortalece al permitir que cada persona exprese sus pensamientos y preocupaciones sin temor a represalias, asegurando el respeto de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades Al mismo tiempo, las libertades de todos se ven enriquecidas cuando las decisiones públicas reflejan el consenso y el bienestar común. Además, la participación ciudadana es un escudo contra la corrupción y la arbitrariedad. Cuando la ciudadanía está atenta y vigilante ante las acciones del gobierno, se disminuye el riesgo de prácticas inapropiadas, malversación de fondos y abuso de poder. La transparencia y la rendición de cuentas se convierten en pilares fundamentales del accionar estatal, lo que a su vez genera confianza entre la población y sus representantes. El contexto panameño ofrece una plataforma propicia para fortalecer la participación ciudadana. La diversidad cultural, la juventud emprendedora, el crecimiento económico y las innovaciones tecnológicas brindan oportunidades para conectar a más ciudadanos con el quehacer político y social. Las redes sociales y la accesibilidad a la información en línea permiten que la voz de los panameños llegue a nuevos niveles de alcance y visibilidad. Sin embargo, aún se enfrentan desafíos. Es necesario superar la apatía política y el desencanto ciudadano, incentivando la participación desde las etapas educativas y fomentando el diálogo inclusivo en todos los niveles. Los gobiernos deben establecer mecanismos efectivos para recibir y considerar las propuestas ciudadanas, convirtiendo a los ciudadanos en verdaderos colaboradores en la construcción de políticas públicas. En conclusión, la participación ciudadana activa en asuntos estatales es esencial para el progreso y la estabilidad de Panamá. Contribuye al desarrollo de la libertad, fortalece la democracia y resguarda el bienestar de toda la sociedad. Es hora de que los ciudadanos asuman su rol protagónico en el camino hacia un futuro próspero y justo para todos. Juntos, podremos construir una nación más inclusiva, participativa y solidaria. EL AUTOR es estudiante de Derecho y Ciencias Políticas en la USMA y amigo de la Fundación Libertad.

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