5B LaPrensa Panamá, lunes 3 de julio de 2023 Vivir Tu opinión nos interesa [email protected] CONFERENCIA La vida de Pablo Picasso Este martes 4 de julio a las 7:00 p.m. en la mediateca de la Alianza Francesa la profesora de María Carballeda presentará la conferencia ‘Picasso: un nuevo hacer, un nuevo mirar’. Se hará un recorrido por los aportes más significativos del artista español (1881- 1973) considerado como uno de los padres del cubismo, ese movimiento que revolucionó el arte con su nacimiento en Francia entre los años de 1907 y 1914. Villarrica, guerra olvidada Durante el Festival Gaboen colegio Gimnasio Moderno de Bogotá se presenta una exposición sobre un episodio que ayuda a entender el estallido del conflicto armado en el país. Exposición fotográfica que recuerda a Villarrica, guerra olvidada por censura en Colombia, durante el segundo día del XI Festival Gabo, que concluye hoy. EFE/ Vanessa Jiménez A RT E EFE. BOGOTÁ, COLOMBIA “Pocos colombianos saben de la Guerra de Villarrica. La censura de prensa fue implacable. Aquí aparece lo que entonces no vio la luz”, son las palabras con las que el periódico-muralLa Épocapone de manifiesto el objetivo de esta exposición presente en el Festival Gabo de Bogotá: recordar ese“esla - bón perdido” clave para entender el estallido del conflicto armado en el país. “Casi nadie sabe de la Guerra de Villarrica y esto es tremendo porque fue una guerra de verdad con trincheras y cinco batallones del Ejército que duró dos años y medio”, expresó a EFE el fotoperiodista Stephen Ferry, que hizo parte del proyecto de Ojo Rojo Fábrica Visual, sobre este conflicto olvidado por la censura que comenzó en noviembre de 1954. Para Ferry, este conflicto constituye el “primer ejemplo” de la influencia de la Guerra Fría en Colombia en la medida en que fue en 1954 cuando, al calor del anticomunismo del momento, el general Gustavo Rojas Pinilla, único gobernante de facto que tuvo Colombia en el siglo XX, declaró todas las actividades del Partido Comunista Colombiano (PCC) ilegales. Pese a la prohibición, en el municipio de Villarrica, ubicado en el departamento del Tolima (centro), “los delegados del PCC seguían actuando de manera clandestina o a través del Frente Democrático de Liberación Nacional, siendo entonces cuando se desató una guerra en esta reg i ó n”, explica la Comisión de la Verdad. Aunque esta investigación que combina archivos visuales, texto y fotografía documental se materializa en la undécima edición del Festival en forma de hojas de periódico que cuelgan de las paredes del colegio Gimnasio Moderno de Bogotá, su diseño encuadernado está sellado con la advertencia del decreto de censura que prohibió hablar de ella. “Quien divulgue este material comete el delito de sabotaje e incurrirá en prisión de 2 a 5 años”, sentencia la cinta que precinta el proyecto recordando el Decreto (de censura) Número 1139 de 1955, firmado por Rojas Pinilla. Gabo, otra víctima de la censura En la portada de este periódico que nunca existió fechado el 4 de abril de 1955 luce una imagen tomada por el fotógrafo colombiano Daniel Rodríguez en la que se vislumbra a dos soldados con sus fusiles listos para disparar desde el interior de una trinchera. Uno de los secretos de esta instantánea en blanco y negro que Ferry decidió sostener en el mismo escenario en que fue tomada, pero más de 60 años después, es que junto a Rodríguez se encontraba Gabriel García Márquez, uno de los pocos periodistas que pudo ir a Villarrica y que, posteriormente, fue víctima de la censura. El trabajo de García Márquez sobre las consecuencias de este conflicto también hace parte de la exhibición entre fotografías que muestran a los cientos de menores evacuados por el Ejército y separados de sus padres en un éxodo masivo que desbordó los orfanatos y que constituyó un“escánda - lo nacional” del que entonces informó el Nobel colombiano. Es por esto que, para Ferry, uno de los mensajes que ha de enviar el trabajo es el de evidenciar los peligros de la censura y recordar que la misma “funciona”, como así sucedió con esta conflagración bélica que, en sus palabras, trajo consigo una“tra - gedia humanitaria por el accionar del Ejército y de la guerrilla”. “El Ejército expulsó a mucha gente o la llevó a centros de detención donde se practicaban torturas y ejecuciones extraoficiales, mientras que la guerrilla obligó a mucha gente a quedarse en Villarrica poniendo retenes para evitar que salieran”, lamentó el fotoperiodista sobre esta guerra que, para muchos, constituye el origen del conflicto armado. El hospital de colibríes que atiende una mujer de 73 años CONSERVACIÓN EFE. CIUDAD DE MÉXICO Desde hace más de una década, Catia Lattouf de Arída ha dedicado su vida a rescatar y cuidar colibríes heridos y huérfanos en su pequeño departamento, que ha habilitado como un hospital en la Ciudad de México, para después liberarlos como una forma de expresar su respeto y amor a la vida de estos animalitos. “Para mí, el respeto a la vida animal ha sido desde pequeña, porque yo fui boy scout ”, dice Lattouf, quien aprendió a amar las plantas y a los animales desde niña. A sus 73 años, ha dedicado los últimos 11 a salvar las vidas de estos animalitos luego de haber superado un cáncer de colon, que no solo la ha llevado a interesarse por los colibríes, sino también por ayudar a las personas que son diagnosticadas con alguna neoplasia. Su departamento, ubicado en el lujoso barrio de Polanco en la capital mexicana, se ha convertido en una especie de hospital y santuario para estas místicas aves, que tienen un poderoso significado esprirtual en la cultura maya ya que representan la resurrección de las almas. A este pequeño espacio llegan estas aves, muchas veces moribundas, donde son examinadas, curadas y rehabilitadas por Catia y su asistente, Cecilia, quienes las cuidan hasta que pueden volver a volar por sus propios medios. Sin embargo, el lugar también es un lugar para aquellas aves que no logran recuperarse, y nunca más pueden volar, por lo que Catia habilitó un espacio donde reciben la atención pertinente hasta que mueren. Colibríes en cautiverio que cuida Catia Lattouf de Arída. EFE
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