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6A LaPrensa Panamá, sábado 1 de julio de 2023 Opinión Los artículos de opinión y las caricaturas son responsabilidad exclusiva de los autores. La opinión deLa Prensase expresa únicamente en el Hoy por Hoy. [email protected] Las colaboraciones para la sección de Opinión deben incluir la identificación del autor. Los artículos no deben exceder 500 palabras. No se publican colaboraciones que hayan aparecido en otros medios y La Prensase reserva el derecho de seleccionar, editar y publicar. No devolvemos el material. Fundado en 1980 Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa Presidente fundador Roberto Eisenmann Jr. Director emérito Guillermo Sánchez Borbón † Presidente Diego Quijano Durán Directora Editorial Rita Vásquez Jefe Editorial Mónica Palm Asesor de investigaciones periodísticas Rolando Rodríguez Editores Juan Luis Batista, Yolanda Sandoval, Eliana Morales, Aleida Samaniego Gerente General Juan Carlos Planells Gerente de Producción, Logística y Administración Basilio Fernández Gerente de Ventas y Comercial Sudy S. de Chassin Esta es una publicación de Corporación La Prensa, S.A. ©. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción, sin la autorización escrita de su titular. ISSN 2953-3252: La Prensa ISSN L 1605-069X: prensa.com La opinión de Hilde El diablo no está en las pantallas Educación Carlos Fong [email protected] Semanas atrás, estuvo circulando por las redes sociales un video de Pablo Muñoz Iturrieta, donde comunicaba la noticia, según la cual, la ministra de Educación de Suecia, Lotta Edhol, eliminó el plan de digitalización de las escuelas para volver a los libros de texto. Según el señor Iturrieta, esta decisión del gobierno del país escandinavo es correcta, porque las pantallas están creando una generación de “alfabetos funcionales”(me imagino que quiso decir “analfabetas funcionales”), que no comprenden lo que leen, no retienen, no prestan atención y no son creativos. El video, como una fatwaislámica, sin evidencia científica, sataniza la tecnología, además de que tergiversa la noticia. En realidad, “...la ministra devolvió el documento a la Agencia Nacional y pidió la opinión de cerca de 60 organismos dedicados a la investigación en diferentes campos. Uno de ellos es el Instituto Karolinska, dedicado en parte al estudio de neurodesarrollo”, dice El Diario de la Educación, un medio de comunicación de España. La falta de conocimiento del problema de la lectura lleva a muchos a pensar que es la tecnología la culpable de que los niños no sepan leer ni escribir; argumento que ha estimulado las hipótesis enardecidas de fanáticos que crean fricciones entre la cultura impresa y la digital. Volvemos, en cierta forma, a la época medieval, cuando el libro se convirtió en un enemigo tecnológico de la memoria y el conocimiento. No es saludable poner en conflicto al libro y las pantallas. Reconocemos que existen estudios de la neurociencia que han demostrado que el uso de celulares a temprana edad afecta el desarrollo de la comprensión lectora en los niños; pero también sabemos que los recursos tecnológicos son soportes que pueden fomentar ciertos procesos de aprendizaje, si son bien usados. Al final, todos los extremos son malos. Antes de mirar lo que pasa en Europa, miremos el panorama real de nuestro país. Un país que no ha atendido las políticas de lectura ni su plan de lectura; un país con bibliotecas públicas y escolares en estado de abandono; un país donde las bibliotecas terminan en cerro Patacón; un país donde se invierte millones en libros sin saber qué hacer con ellos. El problema de la lectura y la escritura en Panamá es un arrastre que tiene muchos años y no se origina ni por la carencia ni por el avance de la tecnología. De hecho, la mayoría de los niños no tiene pantallas inteligentes en las aulas (con suerte tiene electricidad) y vive en contextos de pobreza donde la brecha digital es pan de cada día. El problema podría ser, más allá de la forma de enseñar a leer, es decir, de enseñar a decodificar, es que para los niños leer no es objeto de deseo y esto se debe por la simple razón de que no entienden lo que leen; nadie disfruta algo que no le hace sentido. Si leer un libro es un acto sumamente complejo, ¿leer en pantallas lo hará más fácil? No. Daniel Cassany, autor del libroEn-línea. Leer y escribir en la red, obra que parece necesaria leer en este momento, plantea que necesitamos trabajar constructivamente en la era digital y entender cómo aprender de forma competente y eficaz en medio de una encrucijada que estamos viviendo. Acceder a la información, no es lo mismo que comprender. La lectura es una actividad de comprensión significativa que es más difícil de lo que se piensa. Entonces, se trata de aprender a leer en el marco de las nuevas prácticas de lectura y entender los contenidos de lectura digital y saber usarlos de manera crítica. En el estudio El mito del nativo digital: ¿Por qué necesitan libros?, que se puede consultar en línea en el dosierLectura en papel & lectura en pantalla, Hildegunn Stole, docente asociada del Centro Nacional de Educación e Investigación en Lectura de la Universidad de Stavanger, Noruega, nos dice: “No hay razón para que la lectura de libros no se siga fomentando en la escuela, junto con el empleo didácticamente eficaz de los medios digitales”. Tenemos que inventar e invertir en escenarios de lectura con libros, tecnología y programas que involucren a la comunidad; seguir investigando para mejorar la enseñanza, y prestar atención a la conciencia fonológica y la oralidad. No mostrar un crucifijo a las pantallas. Voy a cerrar citando el final del artículo “Pantallas y comprensión lectora”, de Héctor Ruiz Martín, director de la International Science Teaching Foundation, publicado en El Periódicode España: “Ante esta complejidad, lo importante sería rogar que analicemos el problema de manera sosegada para identificar sus causas [su importancia lo merece] y, si es posible, procurar no dar más bandazos en educación. Ni la tecnología educativa es la panacea, ni tampoco es funesta. Y si para huir del abuso caemos en el desuso, nos estaremos perdiendo lo que puede aportar, en especial en los niveles educativos de secundaria y superiores. En una cuestión tan compleja como es la educación, la respuesta no suele estar en los extremos ni en las simplificaciones”. EL AUTOR es escritor Existen estudios de la neurociencia que han demostrado que el uso de celulares a temprana edad afecta el desarrollo de la comprensión lectora en los niños. Desequilibrio económico Año fiscal Julio E. Linares Franco [email protected] Panama extendió el ejercicio fiscal de 2022 hasta mediados de enero 2023. A través de un decreto ejecutivo expedido el 4 de enero, concedió plazo adicional hasta el 13 de enero para cancelar obligaciones tributarias, pagaderas al 31 de diciembre de 2022. Por consiguiente, los ingresos corrientes recibidos en el periodo extendido fueron computados en el 2022, un total de $304.9 millones, entre los cuales había $50 millones por peajes del Canal de Panamá y $73.3 millones vinculados a retenciones que efectúa la Caja de Seguro Social (CSS). Esta artimaña logró que Panama cumpliera en 2022 el límite exigido por la ley de responsabilidad social fiscal, pero no fue la única. También lo fue diferir el pago de intereses de $363.9 millones correspondientes al año 2022, para ser pagados en el periodo 2024-2026. Como consecuencia, tenemos que el balance fiscal a diciembre 2022 arrojó un déficit de $3,005.5 millones del sector público no financiero (SPNF), equivalente a un 3.93% del PIB. Solo de esta manera se logró estar apenas por debajo del 4% que exige la ley. Se hizo alargando el año fiscal 2022 y aplazando el pago de intereses. Estas argucias le restan credibilidad a la política fiscal de Panamá. A pesar de ello, el viceministro del MEF, Jorge Luis Almengor, ha dicho que se trata de “medidas innovadoras” dentro del “manejo regular del perfil de endeudamiento de un país”. Pero como el detritus sale a flote, resulta que el déficit fiscal del SPNF en los primeros tres meses de 2023, fue de $1,575.1 millones. Recordemos que este año, la meta del déficit es un 3%, según lo aprobado en la ley de responsabilidad social fiscal. Los ingresos acumulados de $2,713.3 millones reflejados en el Balance Fiscal del Gobierno Central y del SPNF a marzo 2023, publicado por el MEF el 15 de mayo, representan una caída de $130.1 millones o 4.6%, en comparación con igual período de 2022. Mientras que los gastos han llegado a $4,288.4 millones o $304.7 millones (7.7%) más, frente al primer trimestre de 2022. Según el Informe Preliminar de Recaudación acumulado a mayo 2023 del propio MEF, los ingresos corrientes de este mes sumaron $478.2 millones, es decir, un déficit de $64.7 millones versus lo presupuestado este año. De esos ingresos corrientes en mayo de 2023, $353.5 millones pertenecen a la recaudación de ingresos tributarios, $121.8 millones a ingresos no tributarios y $2.9 millones a otros ingresos corrientes. Y si continuamos en mayo de 2023 respecto a los ingresos corrientes acumulados, totalizan $2,386.5 millones (gobierno central), los que reflejan un déficit de $428.4 millones comparados con el presupuesto. A su vez los ingresos tributarios acumulados a mayo 2023 fueron $1,929.4 millones, reflejando un déficit de $252.5 millones, en comparación con el presupuesto. Y los otros ingresos corrientes de $2.9 millones muestran un déficit de 82.5% frente al presupuesto. En el acumulado a mayo 2023 de los ingresos no tributarios se refleja un déficit de 26% en comparación con el presupuesto y, en cuanto a lo esperado en el presupuesto acumulado a mayo 2023, los otros ingresos corrientes resultaron con un déficit de 45.1%. Adicionalmente, el índice de confianza del consumidor ha caído 6 puntos, mientras que tres de sus indicadores como la capacidad de ahorro (72), desempleo (94) y situación del país (83), se mantienen por debajo de la línea de confianza. Pero esto no es todo. Hoy, la deuda de las distintas entidades del Estado panameño con sus proveedores y contratistas, es de $1,800 millones. Paradójico, cuando este gobierno se quejó de que tuvo que pagar una morosidad del gobierno anterior de $1,836 millones cuando asumió la cosa pública en 2019, pero ahora resulta que está haciendo lo mismo y hasta puede sobrepasar la deuda ajena. Por el lado del desempleo, Mitradel pronostica una baja al cierre de 2023 al 8.5% (hoy estamos en 9.5%). Lo cual no hace sentido, cuando se pretende seguir entregando el vale digital de $120 al mes, hasta julio, beneficiando a un aproximado de 155 mil personas por mes, supuestamente porque no tienen trabajo. A pesar de ello, no son incluidas como desempleadas lo cual, elevaría el desempleo casi al doble de ser consideradas dentro de la población económicamente activa (PEA). El gobierno nunca ha explicado por qué no las incluyen, pareciendo ser su intención bajar artificialmente el desempleo. En cuanto a la inversión extranjera directa (IEA), según el informe “KPMG 2023 M&A in Latam Survey”, Panamá está relegado a un noveno lugar en la región. Hemos perdido ese atractivo, limitándose el ingreso a $2,000 millones, cuando antes de la pandemia era el doble. El retroceso de la IEA postpandemia es continuo en Panamá (a diferencia de nuestros vecinos), generado por la falta de confianza, la cual promueve a su vez un aumento desproporcionado del empleo informal, que sobrepasa el 48% de la PEA y del cual solo el 17% cotiza a la CSS. Y con este ritmo de precarización, sumado a la estatización irresponsable del empleo, incluyendo además el ritmo acelerado del aumento de la deuda pública, estamos incrementando el desequilibrio económico que nos ahorca. EL AUTOR es abogado Este gobierno se quejó de que tuvo que pagar una morosidad del gobierno anterior de $1,836 millones, pero resulta que está haciendo lo mismo.

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