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7B LaPrensa Panamá, sábado 8 de agosto de 2020 Variedades Vivir Pandemiadejaa laAmazonia más frágil quenunca Relato de cómo el coronavirus se propagó por la selva amazónica y amenaza con desatar un genocidio entre las cientos de comunidades que viven incrustadas en lo profundo de la vegetación. CORONAVIRUS AFP.BRASIL I ncendios, agricultura intensiva, extracción minera y petrolera, ocupaciones ilegales de tie- rras: la pandemia de Co- vid-19 ha agravado todos los males de la Amazonia y está causando estragos entre sus principales defensores, los indígenas. Espacio crucial para la sa- luddelplaneta,lacuencadel Amazonas, que alberga la mayor selva tropical del mundo, se extiende por 7.4 millones de kilómetros cua- drados y ocupa casi el 40% de la superficie de América del Sur, en el territorio de nuevepaíses:Brasil,Bolivia, Perú , Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Suri- nam y la Guayana francesa. Casi 3millones de indígenas se reparten en ella en unas 400 comunidades, según la OrganizacióndelTratadode Cooperación Amazónica. Unas 60de ellas viven en to- talaislamiento. A continuación, una cró- nica sobre cómo el virus se propagóporlaselva. Esmediados demarzo y la preocupación llega a Ca- rauari,unaaldeadeloestede Brasil cuyos habitantes se encuentranentre losmás ai- slados del mundo. Sin cone- xión terrestre con paraje al- guno, se necesita una sema- na de viaje enbarco para lle- gar aManaos, la ciudadmás cercana. Al principio, el coronavi- rusnoesmás queunproble- ma distante para sus habi- tantes, que viven en casas multicolores sobre pilotes a lo largo de las aguas marro- nesdelríoJurua,unafluente delAmazonas.Peroel anun- ciodeunprimercasoenMa- naos, la “capital” de la Ama- zonia,provocaunaoladepá- nico.Aquí nadiehaolvidado las masacres causadas por las enfermedades traídas Demografía Población en la selva Casi 3millones de indíge- nas se reparten enunas 400 comunidades en la Amazonia, según estadís- ticas de laOrganización del Tratado deCoopera- ciónAmazónica. Unas 60 de ellas viven en total ai- slamiento. Se han tratado de establecer controles para evitar que el virus se extienda. AFP ¿Más proteína? Añada saltamontes en sudieta GASTRONOMÍA AFP.ISRAEL Unaempresaisraelíaspira aserlaprimeraencomercia- lizar saltamontes a gran es- cala y convertirlos en un ali- mento sostenible en Tierra Santaymásallá. En cuanto a si estos insec- tos ricos en proteínas son o no kosher , la respuesta no es sencilla.Enuncobertizoque en el pasado sirvió de galli- nero, miles de saltamontes revolotean en jaulas peque- ñas y apiladas meticulosa- mente. Para Dror Tamir, di- rector general de Hargol, “los saltamontes son la solu- ción”. Preocupado por el im- pacto de la ganadería en el medioambiente, Tamir creó la compañía hace seis años y medio y quisiera que fuera “la primera en el mundo en producir saltamontes a es- cala comercial para propor- cionar una fuente de proteí- na más saludable y sosteni- ble”. Consciente de que estos insectos pueden resultar re- pulsivos, Hargol (saltamon- tes en hebreo) los transfor- maenpolvo, queutilizapara elaborar barras energéticas, caramelos de gelatina, falá- feles (albóndigas de garban- zos)ygalletas. Con una población global que podría alcanzar los 10 mil millones para 2050, ali- mentar el planeta se conver- tiráenundesafío.Ylossalta- montespodríanayudar. Saltamontes. AFP por los colonos europeos, que diezmaron a casi el 95% delosindígenas. Elprimercasoentrelosin- dígenas brasileños se regis- tra a principios de abril: se trata de una joven kokama de20años,cuyopuebloresi- de cerca de la frontera con Colombia. Esta profesional de la salud trabajaba junto a un médico que dio positivo. Conscientes del aumento del peligro, caciques indíge- nas y otras personalidades dan la voz de alerta: existe el riesgo de “genocidio”, de de- saparición de sus comuni- dades, “en toda la cuenca amazónica”. “No hay médi- cos en nuestras comunida- des, no hay materiales de prevención”, reclama a fines de abril en Ecuador José Gregorio Díaz, desde la Coordinadora de Organiza- cionesIndígenasdelaCuen- cadelAmazonas. “Enfermarseaquí siempre damiedo, pero hoy tenemos más miedo que nunca”, la- mentaYohanaPantevis,una lugareñade34años. “Es la muerte anunciada de buena parte de la pobla- ción brasileña. Si la enfer- medad entra en Amazonia, no tendremos formadeasis- tiralaspoblaciones”,denun- cia unmesmás tarde, a fina- les de mayo, Sebastiao Sal- gado, el célebre fotógrafo brasileño,de76años. “Secorreelriesgodetrans- mitir a los indígenas el coro- navirus y de vivir una catás- trofe. Yo lo llamo un genoci- dio, que es la eliminación de una etnia. Creo que el go- bierno de [Jair] Bolsonaro sedirigehaciaestoporquesu posición desde que llegó al poder es 100% contraria a losindígenas”,dice. A principios de junio, el emblemático cacique acti- vista Raoni Metuktire, del pueblo kayapó, acusa al pre- sidente brasileño ultradere- chista de querer “aprove- charse” del coronaviruspara eliminarasupueblo. A mediados de junio en Cruzeirinho, una pequeña localidad indígena del lado brasileño, las viviendas de madera están casi vacías: la mayoríade loshabitantesha huido a la selva por temor a contagiarse.“Prefirieronlle- var sus pertenencias a la sel- va y evitar cualquier contac- to”, dice Bene Mayuruna, quiensequedóenelpueblo. El ejército brasileño envía aunequipodeprofesionales de la saludparaatender a los habitantes que permanecen allí. A una semana en barco desde Cruzeirinho, los habi- tantesde la reserva indígena de Umariaçu adoptan una estrategia diferente: blo- quear el accesoasuspueblos a los extranjeros. “Atención, tierra indígena. Cerrada por 15 días”, se puede leer en un cartelenlaentrada. Aquí, en 5 mil hectáreas, viven alrededor de 7 mil in- dígenas, cerca de la frontera conPerúyColombia. Para no depender del sis- tema de salud pública brasi- leño, que a menudo está sa- turado, los nativos también recurren a sus conocimien- tosancestrales.Esmediados demayo y un grupo del pue- blo saterémawé , conplumas y coronas de plantas trenza- das, viaja por el río en busca de plantas medicinales. “Hemos tratado todos los síntomasquehemossentido con nuestros propios reme- dios caseros, según nos han ido enseñando nuestros an- tepasados”, cuenta André SateréMawé. Preparan, porejemplo, in- fusionesconcáscaradecara- panaúba, un árbol con pro- piedades antiinflamatorias, o de saracuramirá, utilizado popularmente en el trata- mientodelamalaria. En Manaos, Maria Nunes Sinimbu, de 76 años, vemo- rirenmenosdeunmesacin- co miembros de su familia, incluidos tres de sus hijos, atacados por el virus. “Mi hija no creía en la fuerza de esa enfermedad. Ella conti- nuó trabajando y viajando normalmente, sin tomar precauciones”,lamenta. La Red Eclesial Panama- zónica estimóa fines de julio que 27mil 517 indígenas ha- bían sido contagiados, y mil 108 habían fallecido. Unos 190pueblosnativoshansido afectadosporlaepidemia. Varios líderes indígenas hanmuerto víctimas del co- ronavirus, incluido el caci- que Paulinho Paiakán ame- diados de junio en Brasil, y Santiago Manuin en Perú a principiosdejulio. Del ladocolombiano, enel departamento de Amazo- nas, a principios de junio Remberto Cahuamari, líder de la comunidad ticuna, ha- bladesutemoraqueladesa- pariciónde los “abuelos” por laCovid-19pongaenpeligro la transmisión de conoci- mientos. “Si ellos llegan a terminarse quedaríamos connuestrosjóvenesquepa- ra el futuro no conocerían nada de nuestras culturas, de nuestros usos y costum- bres”. 1500 ALQUILER 1510 Amoblados 1530 Casas 1535 Cuartos 1545 Hospedajes 1547 Locales 1520 Apartamentos 1550 Terrenos 1555 Negocios 1560 Playas e interior
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