BIENESTAR Ponerse en los zapatos del otro Hoy te invito a practicar la empatía sin excusas. A mirar a tu alrededor y preguntarte: ¿cómo puedo hacer que el día de alguien sea más liviano? Porque al final, la empatía no se enseña, se contagia. En febrero se conmemoró el mes de las enfermedades raras, y me quedé pensando en una palabra que para mí lo significa todo: empatía. Una palabra sencilla, pero que cuando se aplica, transforma. Desde que me diagnosticaron con ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), la empatía dejó de ser una teoría y se convirtió en una necesidad. No solo porque vivo con una condición que afecta mi movilidad, sino porque todos los días me enfrento a un mundo que no siempre está preparado para recibirnos -ni a nosotros, ni a nuestras historias-. Ser empático no es solo comprender a quien tiene una enfermedad o una discapacidad. Es algo que se practica cada día: al ceder el puesto, al no ocupar un estacionamiento reservado, al preguntar con respeto y no desde el prejuicio. Es mirar con el corazón. Recientemente, en una institución pública, por. ROGELIO CHIARI 18 11.04.2025 ENTRE NOS ELLAS alguien me preguntó: “¿Desde cuándo usted está así?” Y me quedé pensando: ¿así cómo? No hubo un “¿cómo te sientes?”, ni un “¿cómo puedo ayudarte?”. Solo una mirada que no vio más allá de la silla de ruedas. Y eso me recordó cuánta falta nos hace formar a nuestros funcionarios no solo en lo técnico, sino en habilidades humanas. Panamá aún tiene muchas tareas pendientes en accesibilidad: aceras imposibles, rampas mal hechas o inexistentes, y una cultura que muchas veces ignora lo invisible. Pero también he visto lo bueno: personas que se acercan con cariño, que preguntan, que acompañan. Y a esas personas les digo: gracias. En lo personal, algo que me toca es ver cómo en redes sociales -ese espacio donde todos estamos “conectados”- hay aún tanta indiferencia. Veo a personas que se apoyan entre sí, pero cuando se trata de una causa que no está “de moda” o no les toca directamente, prefieren no involucrarse. Yo no espero que todos compartan lo que publico. Pero sí me pregunto: ¿qué tan difícil es apoyar una causa que busca visibilizar realidades? ¿Qué tanto nos cuesta detenernos un segundo y decir: “Aquí estoy, te veo”? No escribo esto desde el juicio. Lo escribo con esperanza. Porque nadie está exento de enfrentar una situación difícil. Puede tocarte a ti, a tu familia, a un amigo… o simplemente a alguien que un día necesitará de tu mirada empática para sentirse un poco más humano. Hoy te invito a practicar la empatía sin excusas. A mirar a tu alrededor y preguntarte: ¿cómo puedo hacer que el día de alguien sea más liviano? Porque al final, la empatía no se enseña, se contagia. Y si empezamos a ponernos en los zapatos del otro, aunque sea un ratito, este mundo puede volverse un lugar mucho más habitable para todos. Incluso para ti. Incluso para mí.
RkJQdWJsaXNoZXIy MjUxNDI0Nw==