E-paper25oct-24

10 25.10.2024 CAFÉ CON TECLAS ELLAS.pa [email protected] @cafeconteclas A TRAVÉS DE MIS OJOS Y POR QUÉ PREFIERO TENER 50 QUE 20. SARITA ESSES Los pasillos de la escuela eran sitios complicados. Arterias donde fluían adolescentes, ansiosos por escalar una empinada pirámide social, en la que solo se coronaban quienes iban pisando las inseguridades ajenas, para olvidar las propias. Fue por aquellos tiempos, en que alguien pisó las mías. “¿Por qué tienes los ojos tan grandes? ¿Verdad que Sarita se ve rara?”, preguntó una chica cierto día. La respuesta afirmativa y el subsiguiente análisis de mis compañeros no se hizo esperar, de modo que por la siguiente semana, anduve por la vida achicando los ojos. Me acordé de esto, hace unos meses, en que iba conduciendo por calle 50 y me topé con los rostros de Julia Roberts y Lilly Collins, sonriendo desde un anuncio publicitario. Era una tarde con el tranque usual, y varada ahí enfrente, me puse a pensar en el significado que le atribuimos a la belleza y cómo este va mutando, conforme vamos creciendo y madurando. Pero la columna no trata de eso. En septiembre llegué al quinto piso. Y cuando lo pienso, aún me maravillo. ¿Cómo voy a tener 50 años yo, si le tengo miedo a los fenómenos paranormales y todavía no sé hacer una declaración de renta? Mi mamá, creo que para amortiguar cualquier impacto de este magno suceso, me proclamó “¡50 es la mejor edad!”. Pero no necesito consuelo. Pienso que cada etapa de la vida tiene sus retos y bondades, y es una bendición vivirlas todas. En ese momento recordé el anuncio con Julia y Lilly, ambas estrellas de su generación, mujeres que me parecen hermosas, cada una con rasgos distintivos y carreras exitosas. Pero si tengo que dar una apreciación sincera, la distancia entre ambas es la misma que existe entre mi versión que deambulaba por los pasillos del colegio y la versión que hoy se mira en el espejo, y si bien no ama todo lo que ve, siente gratitud y lo aprecia sin tantos complejos. Irónicamente, hoy en día, lo que más me gusta de mi cara, son mis ojos. Primero porque funcionan y segundo porque me parecen bonito s. Y ese es el regalo que nos dan los años: entendemos más, dudamos menos. Ya no somos un cuaderno por llenar, sino un libro lleno de interesantes cuentos. Comprendemos que no somos perfectas, pero somos únicas. La piel es un vestido que llevamos ajado, pero es de diseñador y nos queda a la medida. Y todo eso es verdaderamente hermoso.

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