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16 19.05.2023 Nació enEl Chorrillo, en un hogar de humildes chiricanos, no profesionales, que se dedicaban al oficio doméstico. Elba es la segunda de seis hermanos. “Mis padres nos llevaron a ser lo que ellos no fueron, nos dieroneducación”, cuenta.Ellasegraduó en el Instituto Nacional en 1961; allí comenzó a empaparse de todo lo relevante a la soberanía del país. “Cuandomimamámepreguntó qué iba a estudiar, le dije: ‘quiero serenfermera, porquecreoquedebo ayudar a los demás y como no tengo [dinero] para ir a la universidad y ser médica, entonces quieroserenfermera’”.Acotaqueensu época, para esta carrera, el gobierno “lo daba todo”. En 1961 la escuela de Enfermería estaba en el hospital Santo Tomás. “Las aspirantes teníamos que ser jóvenes dinámicas, solteras, honestas, con vocación, espiritualidad y con la parte académica”, explica y enfatiza que la carrera duraba tres años, las estudiantes estabaninternas, solosalíanunavezala semana y las visitas eran supervisadas. Elba recuerda que los ratos libres eran para visitar las salas y darles comida a los pacientes, asímismo cuando no había suficientes enfermeras en las salas, las de tercer año las cubrían. Fue así que, con tan solo 20 años y a un mes de graduarse, Elba terminó en la sala de operaciones atendiendo a los jóvenes institutores heridos como resultado de la gesta del 9 de enero de 1964. “Estábamos estudiando para nuestro examen complementario y a vísperas de graduarnos en febrero del 64. El reglamento exigía que al finalizar el programa teníamos que hacer unos exámenes comprensivos y había evidencia que, si esos exámenes no se pasaban, usted se iba para su casa sin título. Eran cosas drásticas”. Los heridos del 9 de enero llegaron entre las 9 y 10 de la noche. No había personal ese día. Acostumbrados a que los reemplazos eran con las estudiantes de tercer año, ellas fueron llamadas y se dio la orden de que se suspendieran los estudiosyseuniformaranpara ira las salas; cada una estaba ya asignada por área. “A mí me tocó sala de operaciones, yodecía: ‘¿saladeoperaciones? ¡Diosmío!’,nosabíamosnadadeheridos de esa forma. Todavía me parece escuchar las voces de los institutores llorando, gritando, delirando. Todos eran jóvenes, unos llegaban gritando: ‘mamá’”. Recuerda que trabajaron toda la noche sin relevo. El examen final se pospuso, incluida la graduación que se ofició en abrildeesemismoaño. “Esanochefue lagrangraduación, lanochede la mejor práctica que tuvimos”. Elba confiesa que algunas lloraron con los pacientes, como fueel casodeunaenfermeraque lloró juntoaun jovenque al despertar se dio cuenta que estaba amputado. Enlarevistacientífica Enfoque de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Panamá de enero-junio de 2014, la profesora Elba Espinosa de Isaza –decanaendosperíodos- detalla en un artículo de su autoría testimonios de otras colegas que estuvieron esa fatídica noche que puso a prueba losconocimientos, el templey la entrega al servicio de estudiantes de enfermería. El próximo año cumplirán 60 años de graduadas. ELLAS 9 DE ENERO: UNA GRADUACIÓN ANTICIPADA Elba Espinosa de Isaza ENTREVISTA Foto de 1964 donde la primera dama Cecilia Orillac de Chiari le entrega el título a Elba en su graduación. CORTESÍA Elba Espinosa de Isaza se graduó de enfermera en abril de 1964. Meses antes, como estudiante, tuvo que atender a los jóvenes heridos de la gesta del 9 de enero.

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