14 JULIO 2025 por Bertilo Mejía Ortega humana, amor a la naturaleza, cortesía y buenos modales, para que el estudiantado sobresalga por su conducta y por su positiva actitud para el aprendizaje, tal como ocurre en un sector de la población estudiantil. También debe el estado incentivar al docente con un salario acorde a su misión, con facilidades para maestrías y doctorados con fundamento en los créditos académicos, personales y profesionales. Un hombre pensante no lo enreda cualquiera y el país ganaría con profesionales idóneos en todo sentido. Hemos observado con preocupación que muchos aspirantes a un salario y a la estabilidad profesional recurren a las llamadas escuelas universitarias de capacitación para la enseñanza, especialmente cuando fracasan en la carrera a la que aspiraban. Muchos han salido muy buenos, pero otros, por razones diversas, se suman a los simples “dictadores de clases”. Por ello sería prudente que la formación de pedagogos solo sea tarea de un Instituto Superior de Pedagogía y de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Panamá. Eso de cursos de técnicos para la enseñanza es un engaño, y una contribución para sumar mediocridad en el sistema. Ojalá el actual gobierno se interesara por encausar la formación docente por mejores senderos para que, algún día, como ocurría antes, el panameño se sienta orgulloso de quienes reciben y forman a sus vástagos en el aula escolar. El futuro de la República dependerá siempre de la preparación del recurso humano de la Patria. Julio 2025. ¡EL MÁS SIGNIFICATIVO PRODUCTO PARA EL PAÍS! Producir no es solamente cultivar la tierra, procesar alimentos y comercializarlos. Los panameños debemos preocuparnos por producir para el país hombres y mujeres educados en valores como la honradez, solidaridad, amor al prójimo, honestos, responsables, capaces de honrar a sus padres, amar a la Patria, y con capacidad de emprendimiento y amor al trabajo. De la preparación del capital humano de la República, dependerá su desarrollo en todo sentido, porque habrá individuos capaces de ejercer carreras técnicas y de profesiones en un país como el nuestro, en el que muchas veces se carece de personal preparado para algunas tareas. Pero lógico es pensar que el mejor producto en este sentido debe salir del aula de educación básica, media y universitaria, destacando la importancia en los primeros años de la educación primaria, incluyendo la de los jardines de infancia. Para ello, tenemos que formar docentes con la vocación para el arte de enseñar, para que la improvisación no se siga apoderando del sistema y nos conduzca a una debacle de lamentables consecuencias. Debemos volver al celo profesional con que se formaban los maestros en la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena y en el Colegio Félix Olivares, en la ciudad de David. Aquellos preceptores profundizaban en asignaturas de estudio del niño, psicología del adolescente, metodología de la enseñanza, tareas cívicas y de hogar, y preparados también para imponer disciplina en el claustro, muchas veces apoyados por padres de familia responsables y anuentes a contribuir con la formación del escolar. Pero esta es una tarea que han limitado y postergado diferentes gobiernos, anclando penosamente el real cumplimiento de los Hace falta en el país un Instituto Superior de Pedagogía con la instrumentalización que haga factible proporcionar, para bien del país, un educador con amor a la profesión, orgulloso de la misma y consciente de su real deber profesional. Quienes ingresen a una institución como ésta, deben pasar por una prueba vocacional para medir la actitud y la aptitud frente a la responsabilidad de enseñar. Necesitamos liderazgos capaces de enseñar, incluso con el ejemplo, educación cívica, reglas de urbanidad, sensibilidad
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