13 A sus 20 años, Ivana Righini de Medrano tomó la decisión más importante y trascendental de su vida. En su equipaje llevaba lo necesario, incluida su curiosidad, su determinación y su sonrisa amable y dulce que la caracteriza desde siempre. Junto al que en ese momento era su novio, el doctor Juan Antonio Medrano, emprendieron un viaje en barco de 11 días, desde Genova – Italia , con destino a Panamá. Aquel 1 de mayo de 1966, el navío atracó en la ciudad de Colón, el bullicio de la ciudad llamaba su atención, pues todos hablaban en un tono de voz un poco alto, distinto a lo que ella estaba acostumbrada a escuchar. “Llegué a Panamá, cuando yo no sabía ni dónde quedaba en el mapa”, argumenta Ivana de Medrano. El doctor Medrano había estudiado medicina en Bolonia, una ciudad al norte de Italia, y al graduarse, quiso regresar a Panamá a pesar de las ofertas que tenía, relata. “Él decía que su país lo necesitaba y ese deseo y esa responsabilidad que sentía, fue para mí una de las primeras lecciones aprendidas junto al doctor”. A su llegada al Istmo fue recibida con mucho amor y tratada por su suegra como una hija. Con facilidad se adaptó a su nuevo entorno, además acompañó al doctor Medrano a Macaracas, lugar donde haría su internado durante un año, una gran experiencia que le facilitó entender e incorporarse a una realidad diferente. Justo en ese lugar al que califica como fantástico, Ivana de Medrano fue aprendiendo más del idioma español. En su rostro se dibuja una sonrisa al recordar cuan bonita fue la manera de convivir con personas tan especiales que vivían de manera modesta y apacible. Incluso ayudó al doctor en el centro de salud, pues había pocos recursos, pero la prioridad era siempre ofrecer a los pacientes una atención con empatía. Ivana: De Bolonia a Panamá, un legado de amor, perseverancia y éxito Para la Directora Administrativa del Hospital Nacional, el extranjero cuando llega a Panamá, trae un sinnúmero de beneficios, tanto en el plano cultural como en el profesional, enriqueciéndose así ambas partes. “Así como yo he recibido tanto de Panamá y he aprendido muchísimo, yo creo que también he dado mi parte al país. Ese intercambio de culturas y conocimientos, también enriquecen al país que los recibe. Se siente agradecida con Panamá y sostiene que, así como muchos inmigrantes han llegado, se han quedado y han sido productivos para el país, esa historia debe repetirse para que Panamá no pierda oportunidades de crecimiento, pues tiene mucho que ofrecer y espacios para crecer. “Cerrar puertas es perder oportunidades, porque en otros países lo están haciendo y lo están aprovechando”. Un legado de servicio Aquel 9 de julio de 1973 fue mágico e increíble cuando se abrió la primera Clínica Nacional Hospital para la mujer. El doctor siempre quiso tener su propia clínica, explica Ivana de Medrano. Mientras realizaba su residencia en el área de Ginecología, en un hospital de la ciudad, miraba con detenimiento por los alrededores de la avenida Justo Arosemena un lugar que captara su atención, y así fue como encontró ese pequeño chalet de color blanco, en la calle 38 el cual acondicionó con 10 camas, un quirófano y un pequeño cuarto de parto. Clínica Nacional Hospital para la mujer - 1973 Al año y medio, la señora de Medrano decidió dejar su trabajo en la Embajada de Italia para incorporarse y ayudar en la atención de la clínica. Tiempo después y ante el incremento de los pacientes, se mudaron a otra casa más amplia. Un crecimiento que se mantuvo constante y que los llevo a construir la infraestructura actual del Hospital Nacional. Desde entonces ha estado dirigiendo y liderando el área administrativa del hospital. Sus estudios en economía y comercio los ha puesto al servicio del país y los comparte con su familia del Hospital Nacional. “Siempre se dice que al compartir todo se multiplica”. Un legado que Ivana de Medrano desea dejar, que todo lo que ha construido junto con su esposo y sus dos hijos, tenga continuidad en el tiempo. Que el hospital y los proyectos futuros próximo sean lugares donde muchos profesionales puedan seguir practicando la mejor medicina posible al servicio del país.
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