Embajada_Espana

14 ¿Qué trascendencia tiene vuestro trabajo en España? ¿Se conoce allí? JM. Vivimos en un mundo ampliamente conectado. Yo crecí en el pueblo de mi padre, O Barco de Valdeorras, en Ourense, y cada vez que voy me invitan a dar una charla. Tengo muchos amigos en redes sociales que se conocen al dedillo todo lo que pasa en la excavación y el laboratorio. Por supuesto, esto ha transcendido a la prensa local gallega. Cada descubrimiento que hacemos aquí lo sienten como propio dado que mi origen es gallego. La divulgación no ha sido siempre local, sino mucho más amplia. La edición de National Geographic España presentó un reportaje completo de nuestro trabajo en su revista de enero de 2012. Nuestro trabajo ha llamado también la atención de productores de documentales. En 2015 Wanda Films grabó en El Caño un documental que titularon “El Misterio de la Cultura Coclé”. Su director es el recientemente fallecido José Manuel Novoa quien, con mucho acierto y buen gusto, hizo otros muchos documentales (Moche, Chavín y Chachapollas, entre otros), que tuvieron en su momento una gran difusión. Este documental tuvo un gran impacto en Panamá al haber sido trasmitido varias veces por televisión. AI. Hoy en día la ciencia es global. Los proyectos de investigación terminan con publicaciones científicas o de divulgación que son accesibles en internet. También son habituales las colaboraciones entre científicos de distintos países y, algunas veces, con investigadores en España. Por ejemplo, en nuestro caso, solemos colaborar con especialistas botánicos para la descripción de nuevas especies. ER. Diría que poco. Durante todos estos años de trabajo en Panamá he mantenido contacto con instituciones académicas españolas en las que he podido impartir clases o conferencias, e incluso tutorizar tesis de maestría, y he publicado artículos científicos de los resultados de algunas de mis investigaciones en revistas de antropología españolas. Sin embargo, siento que Panamá y la ciencia que hacemos en el país es poco conocida en España y que no existen apenas convenios o acuerdos de colaboración científica entre instituciones de ciencias sociales de ambos países. Es algo que me interesa mucho generar y fortalecer. ¿Os consideráis un caso aislado y fortuito de una forma de colaboración científica entre España y Panamá y, en general, entre España y América Latina, o más bien os veis como parte de una red o flujo de intercambio consolidado entre ambos lados del océano? JM. En mi caso ha sido fortuito porque yo no participé de ningún programa de intercambio. AI. Hasta cierto punto, las dos cosas. Yo llegué a Panamá de forma fortuita, a través de un proyecto de colaboración científica entre España y Panamá. Aquel proyecto terminó y le siguieron más: en principio, un proyecto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y, posteriormente, otros que ya tenían sede y financiamiento en este lado del Atlántico (bien de Estados Unidos o de Panamá). Hoy día me considero parte de una red global de investigadores que trabajan en América Latina y, en ocasiones, también en otros países. ER. Considero que mi caso y el de algunas colegas son casos aislados. Mi trabajo no surge de ninguna colaboración científica entre ambos países. Yo he desarrollado de manera independiente mi carrera científica en Panamá, sin respaldo de instituciones de mi país. Es cierto que desde hace más de quince años vivo y trabajo fuera de España, realizando consultorías e investigación científica en países de África o América Latina, algo que me ha permitido desarrollarme profesionalmente de manera independiente. Es aquí, en Panamá, donde comienzo a trabajar vinculada a instituciones científicas y académicas. ¿Qué puede hacerse para crear más vínculos científicos entre España y Panamá? JM. España podría aportar mucho a Panamá en arqueología. En Panamá no existe la carrera universitaria de arqueología y, por lo tanto, no se forma a arqueólogos.

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