Embajada_Espana
07 21 La contribución española en la construcción del Canal de Panamá (1904- 1914) Francisco Siero Benedetto Doctor en Historia de América y Estudios Americanos (Universidad de Santiago de Compostela) Muy poca gente, tanto en Panamá como en España, conoce la contribución española en los trabajos de construcción de una de las obras de ingeniería más importantes del mundo. Quizás porque se trató de una aportación anónima y callada de gentes de origen humilde, campesinos que trabajaban duramente para subsistir. Eran originarios sobre todo del norte de España, Asturias, País Vasco y, principalmente, de Galicia (cerca de un 90%). La historia es muy cruel con este tipo de personas, de los estratos más bajos, que tiende siempre a desaparecer y no constar en los libros. Todo esto se produce en un contexto de migraciones masivas mundiales. Entre 1836 y 1960 (poco más de 100 años) 5 millones de españoles partieron hacia América, 2 millones eran gallegos (poco menos de la mitad). En Galicia, la emigración fue una seña de identidad (para lo bueno y para lo malo) a lo largo de su historia más reciente. Tanto así, que uno de los intelectuales más ilustres que nació en esas tierras, Castelao, llegó a afirmar hace 70 años: “En Galicia no se protesta, se emigra”. Una desoladora frase que resumía el sentir de aquél entonces en una tierra poco industrializada y que pagaba con dureza su antigua herencia feudal. Muchos elegirían destinos consolidados como Uruguay, Cuba o Argentina. Por el número de gallegos que recalaron en el país suramericano, a Buenos Aires se le llegó a denominar la quinta provincia gallega. Pero muy pocos, solo unos miles, se decantarían por Panamá. En la etapa norteamericana de construcción del Canal interoceánico, hasta su inauguración hace más de 100 años, hubo más de 8.500 españoles que participaron en las obras. No fue la única presencia europea, ya que laboraron 2.000 trabajadores italianos y unos 1.100 griegos. Los españoles eran la segunda fuerza laboral por detrás de los afroantillanos. La mayoría (casi el 90%) campesinos gallegos, que ansiaban mejorar su vida y desconocían por completo lo que les aguardaba en Panamá. Se trataba de una mano de obra solicitada de forma expresa y su reclutamiento fue cuidadosamente programado por el ingeniero jefe John Frank Stevens. Su enviado, Leroy Park viajó a Galicia y puso anuncios en periódicos publicitando las condiciones ofertadas, a saber, 20 centavos la hora por una jornada de 8 horas a pico y pala. A cambio, la Compañía exigía a los candidatos una constitución robusta y una edad comprendida entre los 25 y 45 años. Como curiosidad, la Comisión del Canal de Panamá solicitaba en su punto 14 que todos los obreros tenían la obligación de bañarse diariamente. El coste del pasaje, unas 250 pesetas (toda una fortuna en aquel entonces) sería descontado mensualmente de su salario. Ni que decir tiene que las condiciones en el barco fueron muy duras. Las salidas de los vapores se realizaban generalmente de los puertos de Vigo y Santander, que, tras varias escalas, tenían como destino último la ciudad de Colón.
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