Embajada_Espana

10 solicitó que redactara una versión algo más reducida para la recién creada Colección Ultramar (bajo su dirección) de la editorial SILEX, cuya publicación está prevista para este octubre. El libro se titulará ¿Constitucionalistas o independentistas? La independencia de Panamá de España. Es un título que no solo busca atraer al lector, como ahora está de moda, sino que epitomiza las contradicciones, vacilaciones y angustias que se vivieron en Panamá mientras se decidía la ruptura definitiva con España. A. En España, como en Panamá, también existe una Comisión Nacional para la Conmemoración de los Bicentenarios de las Repúblicas Iberoamericanas. En el caso de España fue creada de cara al ciclo de bicentenarios que comenzaba en 2010 en varios países y ha sido revivida con ocasión de los bicentenarios en Centroamérica. En general, ¿qué aporta la celebración o conmemoración de este tipo de centenarios? C. Con ocasión del quinto centenario de la fundación de la ciudad de Panamá, repetí en conferencias en Panamá la Vieja y el Paraninfo de la Universidad que “las efemérides marcan un punto de inflexión. No son un punto de ruptura, sino de continuidad y de reafirmación. Por eso la conmemoración de estos eventos debe inspirarnos para dejar nuestra propia huella, huellas que evidencien cómo los hemos honrado y cómo queremos que se recuerde lo que hicimos para lograrlo. Es la ocasión para fortalecer nuestra memoria histórica y para que cada generación deje para la posteridad un legado propio”. Tan convencido estoy de eso que en todas las grandes conmemoraciones que hemos celebrado en Panamá en lo que va del siglo, he sentido el compromiso personal de hacer mi propia aportación mediante lo que mejor hago: escribir libros de historia. Así lo hice en 2004 para la centenario de la independencia de Colombia, con la Historia General de Panamá; en 2013, para el quinto centenario del Descubrimiento del Pacífico, donde fui el comisario de una exposición museográfica en la que trajimos en préstamo gran cantidad de excepcionales piezas de varios museos españoles, y publiqué un libro sobre el impacto del Descubrimiento en la primera globalización; en 2018, para el bicentenario de Justo Arosemena, cuando publiqué su Obra Selecta en 7 tomos; y en 2019, para conmemorar el quinto centenario de la fundación de Panamá dicté conferencias, publiqué dos opúsculos, un libro y la Nueva Historia General de Panamá en 6 tomos. Y bueno, ahora, para conmemorar el bicentenario, publiqué 1821 La Independencia de Panamá de España y su época. No me tomo a la ligera mis aseveraciones y menos si las expreso en público y las pongo por escrito. A. En los primeros capítulos, usted explica que antes de la independencia Panamá vivió unos años de prosperidad económica y comercial que retrasaron la pulsión separatista. Además, Panamá recibió con entusiasmo los postulados de la España liberal y de la Constitución de Cádiz de 1812, en cuya elaboración y aprobación incluso participó activamente el diputado panameño José Joaquín Ortiz y Gálvez. Por otra parte, en muchos países americanos la independencia fue un proceso largo y complejo con grandes movimientos de tropas y enfrentamientos civiles donde es difícil distinguir entre realistas e independentistas. ¿Qué ocurrió para que se desencadenara el proceso de independencia? ¿Y en qué se diferencia la independencia panameña de otras del continente? C. El 28 de noviembre de 1821 fue resultado de un denso proceso que parte de 1808, cuando se inicia el desmoronamiento del imperio español tras la ocupación de la península por las tropas napoleónicas. Comienza entonces la Guerra de Independencia en la propia España, que duraría hasta 1813. Fue una guerra devastadora y sangrienta y desencadenó una serie de eventos que no tenían precedente ni en España ni en sus posesiones de ultramar. América quedó sacudida de arriba abajo, pero con peculiaridades distintas en cada ciudad y cada región. No se trató de un proceso homogéneo de rechazo a España, y durante muchos años se produjeron constantes enfrentamientos armados entre regiones vecinas (lo que fue típico sobre todo en la Nueva Granada), unas porque se mantenían fieles a la Corona, otras porque habían optado por la ruptura. A menudo eran fruto de añejas rivalidades regionales, sea de carácter económico o político, o simplemente por el deseo de imponerse sobre los vecinos. Panamá se mantuvo realista hasta el final, en parte porque había gozado de gran prosperidad comercial desde 1808 hasta 1819 (y no cabe pensar en revolución cuando los negocios prosperan), y en parte porque tenía una presencia militar abrumadora y no solo de tropas españolas, sino y sobre todo de tropas milicianas compuestas por panameños de distintos niveles sociales y económicos, y como tropas que eran, estaban sujetas al principio de obediencia militar. Era una situación muy distinta a la mayoría de otros territorios. En Panamá, las primeras manifestaciones en favor de la independencia -aunque todavía muy débiles-, no surgen hasta 1819, lo que coincide con la parálisis de la próspera actividad comercial que se había iniciado diez años antes. Solo entonces empiezan a organizarse asociaciones clandestinas con miras a la independencia. La relación de causalidad es evidente. La promulgación de la Constitución Política de la Monarquía Española, en 1812, que contenía postulados liberales y democráticos totalmente novedosos y para entonces revolucionarios, jugó un papel

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